☦︎ 𝒫𝓇ℴ𝓁ℴℊℴ ☦︎

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' Soltó otro suspiro, era el quinto en todo la mañana sus ojos cafés no paraban de mirar el reloj esperando que marque la hora de receso, para poder irse a descansar esos treinta minutos y ocuparlos en su pequeña siesta. Mientras el profesor explicaba él sigue fantaseando con dormir, tanto así que su cabeza cayó encima de la mesa llamando la atención de todos, al perecer, otra vez, su imaginación le jugó sucio y gracias a eso se llevó una pequeña regañada del maestro.
Asentía a todo lo que decía el adulto fingiendo entender, no le importa mucho el tema ya que todo se lo sabía de memoria y, aparte, es muy bueno en matemáticas, aún seguía entre la realidad y la imaginación, ahora se imagina a su profesor bailando el ula ula solo porque se acordé de Lill y Stitch. La verdad es que no sabe cómo llego a eso, pero, ese pensamiento hizo que se riera a carcajadas.

- Dazai Osamu, si tanto te hace gracia el tema será mejor que te retires de mi clase. - y allí está su campanita de receso, bien sabía que lo que le decía el profesor era para asustarlo pero le salió mal. Sin más agarro sus cosas para cargar su mochila y salir del salón, no sin antes escuchar: - ¡Ve a la dirección, ahora mismo!.

Que docente tan jodido, si él me dio la opción de salirme, claramente lo haré›. Encogiéndose de hombros decidió ir hacia lo que tanto quería desde un inicio, dió una, dos, tres y hasta cuatro vueltas donde se supone que debe estar el director, pero cambio rápidamente su caminar, claro que no irá por si te lo preguntás. Será la misma charla de todos los días y capaz hasta lo llevaba a detención y, bueno, no es que le debiera a algunos de los que paran allí, dinero, no, claro que no.

Antes de seguir negando lo obvio estaba entre dos caminos, ir hacía las escaleras o ir donde el director... ¡Por las escaleras!. Y si, le importa poco lo que le dijo su profesor, ya está suficientemente cansado como para lidiar con otro tren de palabras falsas.
Al bajar las escaleras comenzaba a ponerse oscuro, así que al terminar de pisar el último escalón se hacerlo al interruptor para prender las luces, aunque estás parpadean a cada rato.

Siente que es observado, pero no sabe de dónde, mira todas las puertas de los salones abandonados y no encuentra nada sospechoso, por el momento. Ignorando que lo observan, sabe que debería investigar pero nadie puede contra él.
Siguió caminando hasta llegar al último salón del corredizo, parece ser el salón más antiguo, el primero en ser abandonado, abrió la puerta del mismo e ingreso a la sala para cerrar la puerta tras de sí.

Cuando entro se percató que había una mochila roja a unos cuantos centímetros de él, examinó el salón hasta encontrarse con unos cabellos rojizos esparcidos desordenadamente por la carpeta, esos cabellos parecen salvajes e imposibles de domar, tal vez su propietario sea así. Se acercó al desconocido.

- Oye tú, pelirojo mal teñido. - antes de terminar con sus tontas burlas cayó al suelo al ser empujado por el contrario - ¿Qué te pasa?

- ¿Quién eres?.¿Y que quieres?. - esos ojos azules, tan azules como el mar lo observan con molestia y él solo puede pasar saliva.

- Yo siempre vengo aquí, así que este es mi lugar para descansar y tú no eres quién para recibirme así. - rezaba para que funcione lo dicho, en cierta parte, es cierto y en la otra es mero relleno.

- Que raro, nunca te he visto en este salón.

- Mn, yo vengo a la hora de descanso ¿Tú?

- Yo estoy aquí desde que empiezan las clases, no me sorprende no habernos cruzados. - ambos lo encontraban lógico.

- En fin, soy Dazai Osamu. - se presentó extendiendo su mano hacía el desconocido, quién lo seguía observando de pies a cabeza.

- Que bueno. - cómo aún seguía sentado acosto otra vez su cabeza sobre la carpeta para seguir durmiendo.

- Es de mala educación ignorar a las personas. — regaño levantándose del suelo para tomar asiento en una de las sillas adelante del chico.

- ¿Y tú eres una? - bostezo después de terminar de contestarle al contrario.

Dazai abrió los ojos de la sorpresa, para negar repetidas veces - Tienes razón, no soy un humano... ¡Soy un Dios!. - el chico quién por desgracia ahora debe aguantarlo cerró los ojos para fingir dormir y evitar que le siguiera hablando.

El de mirada café al notar que está siendo nuevamente ignorado y aún no responden su saludo, decidió repetirlo alzando la voz, para poder incomodar al contrario.

- Me llamo Dazai Osamu - repitió sonriendo, mientras lleva una de sus manos a su mochila para sacar algo.- Y no es un gusto conocerte.

El de cabellera rojiza suspiro pesadamente, ya se estaba estresándo- Chuuya - soltó de forma rápida y pesada - Y tampoco es un gusto conocerte.

- ¿Cómo que no es un gusto? - preguntó casi ofendido por el contrario, nunca nadie le había dicho algo tan feo. - Todo ser que me conoce dice que es un agrado conocerme.

- De seguro los drogaste para que digan algo así - contestó sin más, haciéndole gracia molestar al chico - Ya que eres como un grano en el culo.

- Bueno, pues, al menos a mí me conocen.

- No pe que preguntón amanecí hoy.- y sonó la campana avisando que el descanso comienza, el pelirrojo agarro su mochila y se levantó de su asiento para dirigirse a la puerta. - Y esta es mi salida.

- Detente. - ordenó Dazai mientras se levanta de su asiento para seguir al chico, quién lo ignoro olímpicamente, salió del salón y no lo encontró, si que era rápido.
Regreso al salón, agarro una nota y comenzó a escribir, al terminarla salió del salón para pegarla en la puerta e irse.

Mientras el chico se alejaba la nota que estaba mal pegada se cayó al suelo, siendo incapaz de notarse. Pero una de las puertas de los demás salones fue abierta y se acercó a la nota caída, para levantarla.

«Nos vemos en el mismo salón »
« Atte: El chico que te estuvo fastidiando.»


Esta ya se la saben, nueva portada = corregir capítulos = nueva actualización.

¡Gracias por leer!.

' 𝚂𝚊𝚕𝚘́𝚗 ➪ˢᵒᵘᵏᵒᵏᵘ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora