Siempre

23 8 1
                                    

"Y cuando me preguntes ¿Qué haremos? Mi respuesta siempre será: Amarnos".

Años atrás, en el antiguo Japón, se cuenta que una joven princesa cayó enamorada del general de un reino rival. El valiente guerrero le había salvado de una horda de secuestradores cuando por casualidad fuese enviado a rescatar una sacerdotisa del templo dragón y encandilado con la belleza de la desconocida cautiva no tardó en caer por los encantos de esta sin estar al tanto de su noble cuna.

Dice la leyenda además que la pequeña dama debía por designios reales desposar al rey de un país aliado más allá del mar.

Desesperados, los amantes recurrieron a medidas extremas, contactando a la dama del santuario dragón, quién en agradecida por su liberación les obsequió con un medio muy inusual de comunicación: Una hermosa gata blanca como la nieve y un juego de plumas doradas.

Cada semana desde que volviera a su hogar la princesa escribiría palabras de amor en el lomo de la gatita, quien se encargaría de transportarlas segura y veloz. La felina atravesaría valles y montañas, ríos y lagos, hasta llegar a las tierras vecinas, donde igualmente devoto, el general escribiría respuesta a su bien amada.

Los días cambiaron por semanas, las semanas se trasformaron en meses, y conforme el dios tiempo hacia de las suyas el lomo en antaño blanco se manchó completamente de negro por la tinta de sus mensajes. A este le seguirían el vientre,  la cola, las orejas y las patitas, hasta que un día desesperada la princesa notara que ya no había donde escribir. Rompió así en llanto la joven, pues al amanecer siguiente su prometido llegaría para hacer válido el arreglo de sus progenitores y abandonaría por siempre a su país y al guerrero.  Arrodillada, con la visión borrosa a causa de sus lágrimas, tomó en sus manos al animalillo que se había convertido en su confidente, y mirando a través de la ventana de su habitación rogó a todos los dioses que escucharan sus ruegos y le permitiesen ver nuevamente a su amado.

De pronto, la tinta oscura que pintaba el pequeño cuerpo comenzó a derretirse a la par que un resplandor etéreo iluminaba las sombras rojizas del atardecer. El amor puro y abnegado que se profesaban ambos jóvenes había acabado por revelar la verdadera forma de la felina; un ser espiritual muy antiguo, maldito por el dios dragón hace varios siglos durante el transcurso de nueve vidas.

Como recompensa, la Nekomata sostuvo a la princesa y echó a volar hacia donde su amante se encontraba esperando respuesta a su última nota. Alegres se abrasaron, aun sabiendo que la felicidad no duraría eternamente y decidieron pedir un último favor a su confidente y mensajera leal: Estar juntos para siempre, donde nadie pudiese alcanzarles ni separarles jamás.

Concedió pues  la antigua minina tal petición, transformando ambos jóvenes en una pareja de grullas salvajes que a partir de ese momento surcarían el cielo juntos y serían reconocidos como el símbolo de la paz en sus reinos y la esperanza de los amantes separados alrededor del mundo.

Juntos para siempre, tal cual los deseos de sus corazones, enlazados por un destino superior a los deseos de los hombres.

----------------------------

Nota de Autor:

Gracias por leer, esta es la primera historia corta que he escrito en mi vida, y la verdad espero hayan disfrutado tanto leyendo este pequeño relato como yo escribiéndolo

*La historia anterior está basada en un mito sobre los gatos negros, donde se cuenta superficialmente que un gato blanco sirvió de mensajero a dos amantes separados. Según este, tal es el origen de los gatos negros, haciéndolos un símbolo de amor y no de mala suerte. Todo el contenido de esta obra, así como las referencias al Japón Feudal, los amantes y la maldición son completamente mi creación, así que por favor, no al plagio*

Por siempre juntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora