CAPÍTULO 2

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Recobro la consciencia poco a poco. Es como si hubiera dormido por años. Me siento como nueva.

La luz del sol intenta traspasar las cortinas, pero estas son lo suficiente gruesas para retener los rayos de luz. A mi lado, Daphne ya no está, eso significa que son más de las nueve ya que ella entrena a esa hora.

Me levanto poco a poco y voy hacia la pantalla táctil que hay sobre la mesa. Pido el desayuno y elijo la ropa del día. Toco aquí está informatizado gracias a mí. Lo veía más práctico.

Voy a la ducha, de fondo suena la radio con las noticias del día para luego dar paso al boletín informativo de la Sede. Me informa de la llegada del TAPME hoy, antes de tiempo.

Salgo y agarro la ropa que ha caído sobre la cesta, ando hacia la puerta y sujeto la bandeja de comida que aparece por el pequeño ascensor de carga. La dejo sobre la mesa y agarro el café junto a los bollos de chocolate. Salgo por la puerta y pongo rumbo a la sala de entrenamiento donde estarán la mayoría de los soldados.

Llevo mi uniforme de capitana. Pocas veces me lo pongo. No me gusta, hace que todo el mundo me mire y aunque sé que es con respeto, no termina de agradarme. Me hago una trenza rápido y aguardo mis gafas en el bolsillo de mi camisa.

Cuando llego a la nave de entrenamiento, busco la sala principal, la más grande. Agarro mi móvil y escribo en este el mensaje para la milicia.

"Todos los que no estén haciendo trabajo expresamente autorizado por mí, que se hagan presentes en la sala de entrenamiento."

Somos dos mil quinientos soldados. Tenientes, cabos, sargentos, cadetes y científicos. Cada uno con su propio prometido.

Subo a la galería de la sala desde donde puedo ver donde está cada uno. Me apoyo sobre la barandilla y analizo a los soldados que entrenan. La mayoría son cadetes y cabos que intentan mejorar su forma física para subir de categoría en las próximas pruebas de nivel.

– Mi capitana – dicen a mis espaldas.

– Teniente Barraud.

– Tienes mejor cara que ayer.

– Y tú estás sudando.

Me giro para verla.

Tiene una toalla sobre sus hombros y las gotas de sudor caen sobre su frente.

– No todos podemos permitirnos despertar tan tarde. Hay quienes tienen que entrenar para mantenerse en forma.

– ¿Insinúas que no estoy en forma, Barraud?

– Nunca insinuaría eso, mi capitana – me saca la lengua.

Se queda a mi lado mientras el resto de los soldados aparece en la sala. Los cuatro tenientes que acerca a mí y se mantienen junto a mí. Cuando veo que ocupamos toda la sala, entiendo que estamos todo y empiezo a hablar por el micrófono.

– Señores y señoras, hoy recibiremos la visita de uno de los equipos de élite del TAPME. Estarán por una temporada aquí, entrenándose con nosotros y formando parte de nuestra familia. Quiero que los tratéis con respeto y demostréis que nosotros también somos buenos.

Escucho la risa de Daphne.

– Espero que no os dejéis pisar por ellos – sentencio con determinación – Aprovecho que estamos todos reunidos, para informar del comienzo de la Operación Antílope, llevado a cabo por el escuadrón del Teniente Miller. Saldrán la semana que viene hacia África para estar durante un tiempo indefinido de tiempo. Si tenéis que despediros de alguien, hacedlo en estos días.

La Operación Antílope llevaba preparada desde hacía unos meses, pero por los retrasos de mi investigación había tenido que paralizarse. Ahora que ya tengo la dosis de veneno exacta, ya pueden marchar al centro de África para defensar el frente Oeste.

Frente de GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora