【Momentos】

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❈ • ≫ Todos somos ángeles y demonios ... Y a veces incluso un poco humanos  ≪ • ❈

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『Narrador omnisciente』

La biblioteca se había vuelto a su lugar favorito era como su pequeño escondite, su lugar de paz.

Pasaban allí la mayor parte del tiempo hablando de cosas triviales y otras no tanto. Se comunicaban de forma verbal o mental —ese era uno de sus dones, uno que solo compartían entre ellas y  la razón por la cual desde un principio escuchaban la voz de la otra en sus cabezas— consiguiendo así un poco de privacidad pues el vivir en un lugar lleno de vampiros con un oído sobrenatural no ayudaba mucho.

Habían momentos en que recordaban su vida pasada que con el paso del tiempo se iba desvaneciendo, esto las embargada de cierta nostalgia pero tan solo era momentánea pues no habían dejado mucho allí.

Algunas veces como ahora no hablaban tan solo disfrutaban de la compañía de la otra, mientras una pintaba la otra leía o escribía.

Cuando no estaban allí, se encontraban entrenando sus dones con Demetri y Felix ha petición de sus dos tíos y por supuesto su padre—aunque este último tan solo lo dejaba como una opción y no una obligación— Aro y Caius eran los más interesados en que ellas tuvieran control absoluto sobre sus dones, no podían permitir que fueran unas novatas y más si hacían parte de la "familia real".

A ambas chicas les fascinaba cuando entrenaban pues sus contrincantes no las trataban con delicadeza, muy por el contrario tanto Demetri como Felix iban con toda cuando luchaban contra ellas  todo esto con el fin de que el control sobre sus habilidades fuera excepcional.

También compartían tiempo con los gemelos Alex y Jane conociendo el castillo junto a otras propiedades que tenían en Italia y parte de la guardia o en paseos nocturnos junto con su padre.

Desde que despertaron, supieron en donde estaban, lo que eran y tomaron la decisión de quedarse para siempre sabían que tendrían que hacer un par de ajustes, ¿estaban felices? por supuesto pero no todo era color de rosa para las hermanas.

Había algo que opacaba la felicidad de ambas y eso era la existencia de dos personas que traerán muchos problemas a ellas y su familia, dos personas lo completamente estúpidas e inmaduras para ver que sus acciones pondrán en peligros la existencia de muchas otras.

Una entrometida humana y un vampiro frustrado emocionalmente serían los responsables de sus futuros dolores de cabeza.

Debido a que las chicas llegaron unos años antes de que todo lo que ellas conocían sucediera tenían una pequeña ventaja, sabían que tan solo llevaban un mes viviendo con aquellos vampiros, los villanos de  esta historia pero eso no les impedía amarlos como lo hacían.

No impedía que los lazos que se crearon con todo el clan en tan poco tiempo fueran tan fuertes prácticamente indestructibles.

Los consideraban familia, incluso con Jane y Alec se llevaban de maravilla y ambas estaban de acuerdo que no dejarían que nada les pasara, en especial a su padre Marcus.

Estaban dispuestas hacer todo lo que fuera necesario y hasta más para evitar pérdidas en su familia.

Ambas estaban tan inmersas en sus pensamientos que no sintieron la presencia de alguien más en el lugar, alguien muy cercano a ellas... alguien que las miraba con un amor inmenso, tanto que explotaba de amor cada que tenia a ese ar en frente. Marcus era quien observaba a sus adoradas hijas desde la entrada d la biblioteca.

Aeternum [Edward Cullen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora