10.- (Final)

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Nadie que estuviera pasando por la calle ahora, se esperaría lo que estaba sucediendo dentro de aquella dulcería.

Hoy no era un día en el que muchas personas llegasen a comprar dulces, no había días festivos cerca, tampoco era fin de semana, solamente un día común.

No era ni siquiera una hora en la que las personas acostumbraran comprar dulces, menos con tanto calor, la una de la tarde era la hora en la que el sol calentaba más.

Eso afectó a quienes ahora estaban ahí dentro.

Y claro, nadie que estaba fuera de la dulcería, o tenía qué pasar enfrente de ella, se imaginaría lo que en la bodega sucedía ahora mismo.

-¡Ah, Daddy! -gemía un Hiren descontrolado, su espalda siendo clavada contra la fría pared de la bodega.

-¿Te gusta, no? Que te folle duro, te gusta ser tratado así, ¿Lo recuerdas? -susurró Cyprian, hundiendo su boca en el cuello del otro.

-Sí, ¡Sí! ¡Ah, tan bueno!

-Dios, haces sonidos tan encantadores -siguió, dejando un beso en la mejilla del otro-. Sigue así y no te aseguro ser más suave.

Cyprian tomaba a su pareja desde sus muslos, Hiren tenía sus piernas elevadas y sujetas a la cadera de Young, sus brazos aferrandose al cuello del alfa.
Mientras que el alfa se encargaba de penetrarlo en el aire, con la espalda de Hiren pegada a la pared.

Claramente, esta posición solo hacía que Hiren se encontrara con toda la hombría de su novio dentro de él, eso lo hacía gemir más alto.

El menor se aferró aún más. En sus bocas aún estaba el sabor del chocolate blanco que habían compartido en un beso. Cuando Hiren lo puso en su boca, Cyprian lo había tomado con su boca, mismo que se derritió en sus lenguas en un beso apasionado.

Sus cuerpos subían y bajaban en ese vaivén de placer, amaban disfrutarse de esta manera, Hiren amaba ser follado así por su pareja, y Cyprian amaba follar a Hiren tan rudo como quería.

Claramente, la idea original no era hacerlo en la dulcería, todo había empezado con que, Hiren solo expresó que tenía demasiado calor, y cuando se atrevió a sentarse de nuevo en aquella barra mientras agitada su top para darse más aire, fue que Cyprian no pudo contenerse.

Y es que, quién diría que ese alfa respetuoso y callado, era todo un dominante y un salvaje teniendo sexo.

Era sorprendente para Hiren, durante estos dos meses más que han estado juntos luego de la noche que tuvieron su primera relación íntima, se dió cuenta de lo que Cyprian retenía en su cuerpo todo el tiempo.

Le encantaba. Porque Cyprian lo trataba bien y con mucho cariño cuando estaban conviviendo nada más, pero cuando al alfa se le ocurría querer tomar a su omega en lo carnal, se convertía en otro, dejaba el respeto de un lado para volverse en una bestia.

Prácticamente, Hiren se sentía más excitado cuando en el acto, era dominado, oír su su alfa se volvía loco por él, que le gustaba reclamarlo, y seguir las órdenes del mayor, lo prendía demasiado cuando de sexo se trataba.

Además de eso, era lógico pensar que ambos se estaban haciendo adictos a eso, lo hacían más seguido, lo disfrutaban igual, no importaba dónde estuvieran, en la cocina, en el baño, en el sofá o en el dormitorio, y ahora, incluso en una bodega.

-Gime, quiero que todos allá fuera escuchen que tú me perteneces -exigió el alfa-. Tu cuerpo me pertenece.

Era imposible para el otro contenerse, tenía qué obedecer a su alfa ahora.

Escurridizo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora