02• El mitíco lector

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En la zona más verdoso de la llanura, un ser de complexión mediana camina a pasos lentos hacia el gran agujero...

Su presencia hace eco conforme avanzaba teniendo sobre la palma de su mano izquierda, un viejo libro abierto de páginas amarillas. Suspira el caminante cansado luego de una tarde larga de lectura en silencio.

Al notar que el hombre recién despierta sobre un mantel de dientes de león, enseguida el mítico ser acomoda el cuello de su camisa blanca y sacude su traje gris de las hojas secas que caía desde su cabeza.

Sintiéndose ahora listo en la cueva, de inmediato recita en voz firme ante el invitado acostado—: Hace una semana atrás en la novena hora matutina, tu novia descubrió a través de un chisme de unas vecinas que le fuiste infiel con una panadera. Más tarde, ella y su mejor amiga, juntas decidieron inscribirte en línea como venganza: al servicio militar nacional de la armada, de acuerdo con lo establecido en el artículo 5 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos: tienes derecho a la libertad del trabajo.

Al concluir con su página número noventa y nueva, el ser de cabellera de hojas verdes cierra su libro con un solo movimiento, para por lo último añadir—: Es decir, en otras palabras, te acabaron de darte una buena patada a tu libertinaje. —afirma modo sarcástico mientras toca su barbilla—. Puedes hacerle una demanda por suplantación de identidad. Pero no será posible debido que tuviste un...

—Hijas de la chingada, —maldice el hombre, muy molesto con la amiga de mala influencia de su novia—. Seguro fue idea de Wanda.

El lector ladea su cara ante el sujeto, era evidente del nivel del narcicismo del invitado a tal punto de ver cómo ni se molesta en voltear a verlo y en cómo comienza a gritar en medio de la cueva luego de tres agudos tonos.

—¡Neta no mames Wanda! —reprocha con fiereza el hombre por el celular, acto que le hizo sorprender al ser de traje elegante—. ¡Me inscribisteis al servicio! Ya me habló el pinche comandante todo jodido. Cómo me caga que me den problemas.

—No soy un comandante, —Enseguida aclara el lector, atrayendo la atención del grandulón con el celular en su oído. Al hacerlo, el hombre se le desliza de sus manos el dispositivo electrónico modo impactado. Al instante le fallan sus rodillas al intentar correr, provocando a su vez cayera sentado.

Lo mira aterrizado ante lo alto que es el monstruo y al percatar que no estaba más en su cuarto. El ser parece tener una altura cercas de dos metros, tiene un aspecto muy similar al de un joven de no ser por su cabellera de hojas de tonos verdes y marrones que le cubrían hasta sus ojos.

Incapaz de decir alguna palabra, imagina el hombre que tal vez se encuentra en un sueño fantasioso, se da un pellizco, pero no logra salir de su pesadilla. Prosigue hablando el mítico ser—. Solo soy un responsable arbol que cumple con su papel de dictarte la razon de tu fugaz muerte sin previo aviso.

Endereza su postura ante el humano temblando de miedo, preparado por concluir su papel—. Y tú muerte fue debido a que fuiste víctima de un ahogamiento... en medio de tu hora de comida de un suave y calientito sopa de fideos. —Dice esto último con cara lleno de seriedad ante el asunto.

—¿Que carajos? —pronuncia impactado el humano.

—¿De dónde sacaste ese celular? —cuestiona el árbol ignorando la reacción de su invitado—. Se supone que los humanos no traen nada a este mundo.

Al no recibir ninguna respuesta del asustadizo, da un encogimiento de hombros mientras toca su nuca en señal de desinterés—. Bueno, no importa, ya estas muerto, así que tu celular es igual de disfuncional en este lugar.

—Eres la muerte —confirma modo seguro el hombre levantándose del suelo. Comenzando a procesar todo lo que ve, pensando en la posibilidad de que esto es en definitiva algo real—, entonces me estás diciendo que el principal responsable de mi muerte es...

Su cara de pensativo pronto es reemplazada por una cara de horror—. ¡Wanda! ¿Ella provocó todo esto ante la noticia de mi reclutamiento? Le diré a Sayuri toda la verdad si no confiesa Wanda de mi inocencia.

Pestañea perplejo el árbol, acababa este hombre de pantalones caídos en darle un nuevo record de idiotez de la mente humana.

—David. Cállate —espera irritado el árbol, incapaz de seguir contemplando la actitud infantil del hombre—. Deja de actuar como si de verdad fueras un inocente. Tu engañaste a su novia. Le rompiste el corazón y este fue tu castigo. Actúa como hombre y encárate ante las consecuencias.

—Morir por sonreír a una panadera me parece demasiado exagerado, ¿no crees? —protesta el hombre, insatisfecho con la razón de su muerte. Siempre imaginó David que su muerte debía ser heroico, desgarrador e incluso podría ser aceptable que tuviera un toque romántico. Pero tal parece que la fea oruga que nunca se despegaba de su novia terminó por arruinarle su reputación y para darle el toque final, en enredarlo en un tonto final que puede ser terminada como un mal chiste para terceras personas.

—Además, nadie muere por una sopa de fideos. Es lo más estúpido que he escuchado en toda mi corta vida —opina el hombre con los brazos cruzados.

—Dímelo a mí, aun no me lo creo. —admite con razón el árbol ante el hombre—. Eres el primero en romper esa lógica. Los humanos siempre superan todo tipo de límites. Pero debo decirte que el principal responsable de su muerte fue debido a tu adicción a las pantallas de luz blanca, no Wanda. ¿No sabes lo peligroso que puede ser en comer mientras te ríes con doramas coreanos?

Baja la mirada sintiéndose triste David, pero de inmediato habla con voz potente como si tratara de ganar una discusión a toda costa— ¿Entonces porque me mencionas lo de Wanda si no está relacionado con lo que debes hacer?

El ser de traje gris sonríe de oreja a oreja, sintiéndose aliviado por primera vez estar enfrente de un alma que no le de miedo a morir. No se imagina David lo cansado y lo desgastante que resulta ser el trabajo de un árbol lector: el de soportar todos los días los llantos y suplicas inútiles de parte de las almas perdidas luego de ser dictados la razón de sus muertes, como si no tuvieran el suficiente cerebro como para aceptar que es prácticamente imposible regresar a la tierra.

—Aprovecho en estrenar dar a luz los misterios de tu vida para que así vayas sin incógnitas de sus insignificantes vidas.

En aquel medio de la cueva, aparece una puerta mágica entre ellos. El hombre asombrado por presenciar algo increíble, se percata que el árbol le extiende una llave—. Toma, con esto lograrás entrar al sueño eterno.

Sonríe David ante la idea de dormir para siempre. Siempre pensó de dejar todo atrás ya que nunca tuvo interés en seguir viviendo, incluso llegó a pensar una vez que solo seguía viviendo porque el aire era gratis.

Ante los pensamientos del hombre, el arbol por primera vez siente intriga ante un alma perdida, parece que ese hombre perdió su capacidad de vivir mucho más antes del incidente de la sopa de fideos.

—Dime, ¿qué te hizo al punto de quiebre de tu voluntad de seguir adelante? —inquiere curioso el mítico ser ante al alma que acababa de abrir su puerta.

David le echa un vistazo por el reojo, no dice nada y enseguida entra por la puerta sin mirar atrás.

El árbol por primera vez sintió terror al notar que de nuevo una mancha negra aparece en el bosque luego de que el humano desapareciera junto con su puerta.

¿Qué será de ellos si un día los humanos toman el control de este mundo? Tantas cosas que no deberían suceder están comenzando a suceder. La aparición de almas humanas a este lugar, la presencia de un objeto venido de la Tierra, los pensamientos suicidas de los humanos que nunca explican en sus libros, y finalmente... las manchas negras que siempre dejan a su paso.

—Mer, —piensa triste el árbol en la flor de loto mientras se le queda viendo al libro de David.

¿Qué será de ella si se entera que ahora los humanos son capaces de destruir este bosque? Antes hemos logrado sobrevivir en tiempos de sequías gracias a Mer, pero tal parece que ahora la reglas han cambiado, nuestra extinción también puede venir de ella: por el simple hecho de la posibilidad de atraer algún humano venido de las montañas en medio de sus viajes, poniendo en riesgo la pureza del bosque.

El árbol finaliza en cubrir la mancha negra con las hojas de su cabeza en medio de la gran cueva que por simple coincidencia se encontraba a media milla del único río no contaminado de ese mundo.

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⏰ Última actualización: Sep 17 ⏰

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UNA FLOR ENAMORADA DE UN ÁRBOL ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora