Setenta años o quizás algunos más atrás antes de nuestra época donde esta historia se remonta, situándose en un pequeño pueblo en medio del campo y donde la pureza de un ambiente rural se respiraba a diario.
En ese pueblo había un chico de corazón humilde, su nombre era Lee Taeyong, el cual todos los lugareños conocían por su bondad, así mismo por su belleza, tanto externa, como interna.
Era un lunes por la mañana, bastante tranquilo. Los pájaros trinaban y por el cielo azul y despejado, se levantaba el sol al horizonte.
El joven caminaba a las afueras del pueblo con una canasta en mano. —¡Buenos días Sacerdote Yoo!— Saludó con alegría.
— ¡Buenos días hijo! ¿Ya listo para iniciar el día?— Preguntó el hombre de edad avanzada.
Asintió varias veces sin dejar de sonreír y posteriormente seguiría con su camino.
Con canasta en mano, Taeyong siguió caminando hasta llegar a una zona despoblada, cerca del río y se pondría a recoger algunas setas para comer.
Dió un pequeño brinco de sorpresa al notar que no se encontraba solo en aquel lugar que normalmente estaba desolado.
Y es que habría un hombre de intimidante apariencia que vestía andrajos viejos y sucios, sentado a la orilla del río. Nunca antes lo había visto por el pueblo o por las afueras.
¿De dónde salió ese tipo? Probablemente Taeyong era la única persona que se alejaba tanto del pueblo, un día que por curiosidad decidió aventurarse, descubrió que de ese lado crecían unas setas grandes y carnosas.
Luego de un conflicto mental, decidió hablar por mera cortesía.
—¡B-Buenos días!— Sonrió de forma nerviosa, un poco desconfiado, a lo que el desconocido levantaría la mirada, para finalmente dedicarle una sonrisa.
—¡Buenos días!—
No sólo su apariencia era inquietante, su gruesa y ronca voz igual lo era, a lo que en respuesta, una corriente atravesó el espinazo del joven Lee, dejándole la piel erizada.
Sabía que no era correcto hablar con extraños, pero de igual manera, lo enseñaron a no juzgar a la gente por su apariencia, formulando una segunda cuestión al hombre extraño, en busca de entablar una conversación y saber de donde provenía.
—¿V-Viene aquí a menudo? Pregunto por que nunca lo había visto por estos rumbos...—
Negó con la cabeza. —No. No tiendo a pasar mucho tiempo en un lugar específico, pues siempre estoy vagando; no tengo hogar...— Soltó un pesado y melancólico suspiro.
—¡Oh! Entiendo... ¿Cuál es su nombre?— Preguntó mientras le miraba con detenimiento.
Extrañamente, se quedó callado y pensativo por un par de segundos, con la mirada fija en el agua. —... John Suh, si, ese es mi nombre—
—¡Un gusto conocerlo Señor Suh! Soy Lee Taeyong.— Respondió feliz, no tomándole mucha importancia al silencio incómodo de hace unos segundos. —Oiga, a propósito... ¿Gusta venir conmigo? Para mostrarle el pueblo, y aparte... ¡Mamá va a preparar el desayuno! ¡Puede venir a desayunar con nosotros!— Exclamó con entusiasmo. El blando corazón de Taeyong se había apiadado del misterioso vagabundo.
—¿Hmm? ¿Enserio estás invitando a un extraño a desayunar a tu casa?— Rió incrédulo. —Aprecio tu oferta, niño, pero no, no tengo hambre además...— Un gruñido proveniente de su estómago, lo delataría, definitivamente estaba hambriento. ¿En cuántos días no habría probado bocado alguno?
Rió un poco. —¡Por favor! Déjeme invitarlo, yo se que tiene hambre—
Se encogió de de hombros y levantó los brazos a la altura de su cabeza. —¡Okay, okay, tu ganas!— Diría con una leve sonrisa. Procedió a levantarse y dirigirse hacia Taeyong.
Ambos se fueron en dirección al pueblo, no sin antes terminar de recoger las setas, ahora que habría un invitado, necesitaban juntar unas cuantas más.
Mientras caminaban, Taeyong no perdería el tiempo para seguir haciéndole más preguntas.
Todo el le causaba bastante curiosidad, debía conocerlo y hacerle su amigo. Por su parte, John no se notaba incómodo con tanto interrogatorio, al contrario, contestaba a todo muy feliz.
Mientras tanto, la gente y miraba al vagabundo con rareza, aunque era de esperarse, pues se trataba prácticamente de un forastero completamente desconocido.
John simplemente los ignoraba, no era como que tuviese mucha importancia lo que la gente murmuraba de el.
...
Llegaron a casa.
Taeyong tocó la puerta de la acogedora choza y una mujer de mediana edad, les abrió.
—¡Hijo!— Abrazó a Taeyong, pero luego le lanzó una mirada de desconfianza a su acompañante. —¿Quién es el?—
—Mamá, el es el señor Suh, lo conocí en el río y quise invitarlo a desayunar con nosotros—
La mujer ablandó su expresión. —¡Ah, entiendo!— Tendió su mano amablemente mientras miraba al hombre. —Lee SoonKyu, un placer—
Se quedó mirando la mano tendida frente a el, exactamente no sabía que hacer, hasta que recordó un par de cosas. Correspondió al saludo dando un apretón suave de manos. —John Suh, el placer es mío—
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Pobre Diablo || JOHNYONG
FanfictionHasta la oscuridad más profunda, oculta un poco de luz...