II.

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—Pasen por favor— Dijo la señora Lee haciéndose a un lado.

Los tres se dirigieron hasta la cocina, ambos chicos se sentaron en la mesa mientras que la señora Lee preparaba las setas.

El joven John actuaba muy extraño, se sorprendía hasta con lo mas mínimo y aparentemente no sabía cómo usar ciertas cosas ni como reaccionar a varias situaciones básicas.

Parecía no ser de este planeta. Aunque bueno, no se podía esperar más de alguien que dice no tener hogar y tiene que cargar con el pesar de ir vagando por ahí completamente solo.

Sin amigos, sin familia, ni nadie que pueda enseñarle cosas importantes o que estuviera ahí para ofrecerle apoyo ¿triste, cierto?

De pronto, el olor a comida recién preparada se impregnó por toda la casa, y la señora Lee gritó por la ventana:

—¡NIÑOS, VENGAN A COMER! ¡MARK, JENO, YA ESTÁ LISTA LA COMIDA!—

Dos niños pequeños, sudorosos y llenos de tierra, de entre 7 y 10 años, acompañados por una mujer que quizá era de la misma edad que la señora SoonKyu, o quizá un par de años menor,  entraron a la casa rápidamente.

El mayor de los niños era hermano de Taeyong, mientras que el más joven y la mujer que los acompañaba eran su tía y su primo respectivamente.

Los recién llegados miraron a John con extrañeza.

—Tía SoonKyu, ¿Quién es el?— Preguntó el más pequeño mientras miraba detenidamente al invitado.

—Es un conocido de Taeyong, Jeno. Lo invitó a desayunar— Respondió ella mientras servía la comida.

La expresión del pequeño se ablando. —Ah. ¡Hola! Yo soy Lee Jeno, ¿tú cómo te llamas?— Sonrió mientras le daba su manita.

—John Suh, ¡un gusto conocerte, Jeno!— De igual manera, esbozó una sonrisa y correspondió al saludo.

—¡Yo me llamo Mark, soy su hermano de tu amigo Taeyong!—

—Yo soy Lee ChaeRin, un gusto— Diría la mujer con amabilidad.

Los pequeños fueron rápidamente a lavarse las manos para comer.

Para sorpresa de Taeyong, su familia congenió con el forastero de forma increíble.

Las horas no se sentían pasar, todos escuchaban atentos a John, quien contaba mil y una de sus aventuras que pasó recorriendo el mundo, los niños estaban maravillados totalmente, ansiosos por escuchar más.

Pero en el momento menos indicado, tonos rojizos comenzaban a teñir el cielo, mientras que el sol descendía por el horizonte, anunciando la próxima llegada de el anochecer.

John imitó a los niños: se limpió las comisuras con la servilleta y recogió su plato.

—Bueno, ¡Muchas gracias por todo! Me temo que ya es hora de que me vaya...— Agradecía mientras se levantaba de la mesa a dejar su plato y luego caminar hacia la salida, recibiendo miradas lastimeras por parte de los presentes.

—¡Hey espere! ¿Por qué no pasa la noche aquí?— Dijo Taeyong levantándose detrás de el.

Volteó a mirarlo con confusión.—¿A-Ah? No, gracias, no quisiera molestar... —

—¡Por favor quédese!— Dijo Jeno sosteniendo la ropa vieja del forastero, mirándole con un pucherito.

—¡Si, para que nos cuente más historias! ¡Quédese!— Apoyó Mark a su pequeño primo.

—Niños, no molesten al señor Suh— Reprocharía SoonKyu a los menores.

—Unnie... — Intervino ChaeRin.

Sonrió. —Déjelos, no me molesta, pasa nada— Respondió John despreocupado, defendiendo a los niños.

—Y bien... ¿Te quedas?— Cuestionó Taeyong nuevamente.

—Yo...— Volteó a mirar a todos los presentes y luego de un par de segundos, respondería feliz —Vale, ustedes ganan, me quedo—

—¡Yey!— Dijeron victoriosos Jeno y Mark al mismo tiempo y John rió enternecido.

—(Está muy alto... Nah, si cabe en el catre)— Pensó Taeyong mientras iba a preparar las cosas para que su invitado tuviera dónde dormir y pasar la noche.

Pobre Diablo || JOHNYONG Donde viven las historias. Descúbrelo ahora