Alex se encuentra más perdido que nunca. Se levanta perezosamente y va a la cocina para desayunar. Se sienta en la silla donde su madre le deja el desayuno y, como no puede ser de otra manera, desayuna mirando a un punto fijo. Mirando la nada pensando en todo. Vamos a ver sus pensamientos:
"Lo de anoche ha tenido que ser un sueño. Uno de esos tope realistas que te desorientan cuando te despiertas. He leído algo de eso alguna vez. ¿Sueño lúcido se llamaba? Puede ser."
Le da por mirar el calendario para ver que día es. Jueves, 18 de marzo. Mierda, hoy es el exámen de Filosofía. No es que no haya estudiado o se le de mal la asignatura, es solo que, con tanto pensamiento, se va a quedar en blanco.
Termina de desayunar y va a su habitación a vestirse y preparar la mochila. Los apuntes de Kant están sobre todo el escritorio. Mejor llevárselos para repasar antes. Y, por último, se asea antes de salir de casa.
Pasa por la casa de su amigo David, como suele hacer todas las mañanas. Este empieza a contar una anécdota de ayer. Sin embargo, Alex está mirando al suelo, asintiendo a medida que habla su amigo, aún perdido de la realidad.
— Tío, ¿me estás escuchando?
— ¿Eh? Perdón, ¿qué decías de tu primo?
— Eso te lo he contado hace 2 calles. ¿Estás rallado por el examen o algo?
— Puede...
— Cualquiera lo estaría. Ese profesor siempre va a pillar. Pero no le des vueltas. Ya te pase la imagen con el exámen que mangaron, así que seguro que has estudiado lo que entraba.
— Ya, así no voy tan perdido. Es eso o fumarse un porro para pensar como los filósofos.
— Total.
Los estudiantes llegan a su destino y entran por la puerta principal. Dicho examen era a quinta hora. Aún había tiempo de sobra para relajarse y repasar. Al entrar en clase, Alex va directo a su sitio y se sienta mirando al frente. Llega el profesor de lengua y da comienzo a la hora. Junto a él se sienta Ana, una de las chicas más populares. El día que decidió sentarse ahí, Alex quedo patidifuso. Es alta, rubia, con unos ojos verdes que parecian una gran espesura, muy atractiva, sabe maquillarse. Ah, pero lo que le atraía a los chicos era... su volumen. Su busto y caderas son de un tamaño amplio e ideal para jóvenes pubertos. Por lo general, no suelen hablarse en clase, mantienen la relación mínima. Pero hoy es distinto, a Ana le da curiosidad la mirada perdida de Alex.
— ¿Te pasa algo hoy?
— ¿Eh? Bueno...
— ¡Halaaa! Vamos, cuenta, cuenta. —Dice, haciendo un movimiento de manos para acelerar a nuestro protagonista. Se le nota las ganas de cotilleo a leguas.
— Es que hoy he tenido un sueño muy extraño, era como si- —La cara de la muchacha cambia, repentinamente, a una de desilusión.
— Vale, mira, tampoco me cuentes tu vida. —Alex estaba acostumbrado a esto. Su vida no es nada interesante y no suele tener ningún cotilleo, así que nadie suele hablar con él largo y tendido. Estaba acostumbrado. Pero le sigue sentando mal.
Las tres primeras horas pasan volando, puede que sea por estar ensimismado. En la hora del recreo, Alex decide estar en la biblioteca, repasándose el temario que entrará. Por algún motivo, la biblioteca esta vacía, ninguno de su clase está entre los pocos presentes. Puede que se estén confiando por saber las preguntas. Acaba el recreo y pasa la cuarta hora. Llega el temido examen. Entra el profesor, un hombre de unos 50 años, medio calvo y con barriga. Iba amargado constantemente, y no se le veía contento.
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El mundo de mis sueños
FantasyLa historia comienza con Alex, un joven que anda en sus últimos años de instituto. No destaca en absolutamente nada, tampoco es que lo intente mucho y encima ahora debería decidir que quiere hacer con su vida. Anda confuso, pues nunca supo a qué que...