Capítulo 8: Noche de sueños

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Capítulo 8: Noche de sueños

Po no podía creérselo. Estaba tumbado al lado de Tigresa. Ambos se hallaban de cara al otro, contemplándose, sin saber qué decir. Nunca habían imaginado que dormirían juntos, y mucho menos a petición de la felina.

Tigresa bostezó. Estaba muy cansada. Llevaba unos días de emociones fuertes e intensos sentimientos, y eso combinado con los duros entrenamientos y el pesado de Shan rondándola cada dos por tres la dejaba rendida. Ni siquiera estaba nerviosa por haber invitado al panda a pasar la noche a su lado. Estaba tranquila, relajada. No como Po, que notaba su corazón latir a toda velocidad y tragaba saliva cada dos minutos.

Tigresa notaba que si no empezaban una conversación se quedaría dormida en breve, y si le había pedido que se quedara no era únicamente por las pesadillas, como le había dicho, sino porque tenía cosas que hablar con él.

-Po, gracias por hablar con mi padre.

Po se relajó al ver que sus agradecimientos eran sinceros.

-¿No estás enfadada?

-No. Al principio pensé que no deberías haberte metido en un asunto que no te incumbía, pero lograste que Shifu abriera los ojos y me pidiera perdón. Por eso te estoy enormemente agradecida.

-Me alegro de que se haya arreglado.

Tigresa le sonrió medio adormilada. A Po le encantaba su sonrisa. Ésa que pocas veces mostraba, pero que era más sincera y preciosa que otras muchas. Lo bueno que tienen las cosas poco frecuentes es que las valoramos más que las que siempre están presentes en nuestras vidas, pero Po hubiera dado cualquier cosa para que esa sonrisa, ese sencillo gesto, permaneciera para siempre en su rostro.

Pensó en la sonrisa que le dedicó el día que derrotó a Shen, cuando le ayudó a salir del agua. No había podido resistirse y la había abrazado cuando ella le dijo lo cañero que había sido.

También recordó cuando Shen les había disparado con el cañón y todos fueron lanzados al agua. Tigresa lo había empujado, recibiendo ella un mayor impacto. ¡Cómo se había asustado al verla tumbada sobre esa tabla! Al principio, pensó que la había perdido. Por suerte, Tigresa reaccionó cuando él pronunció su nombre, pero lo que vio no le alivió. Ella le miraba derrotada, cansada, dolorida y triste. No sabía expresar con palabras lo que sintió cuando ella lo miró a los ojos esa noche.

-Qué miedo pasé...-se le escapó en un susurro.

-¿Qué? -murmuró ella, entreabriendo los ojos. Aunque lo pareciera, no estaba dormida.

-Estaba recordando la noche que lord Shen nos disparó con un cañón -se sinceró él -. Cuando te vi en esa tabla en el agua...pensé que habías muerto. Nunca he tenido tanto miedo en toda mi vida.

Tigresa permaneció en silencio unos segundos. Parecía que cada instante que pasaban juntos se convertía en un momento en el que las confesiones y las verdades resurgían sin que costara demasiado hablar de ellas.

-Yo también tuve miedo -confesó ella -. Siempre que te veía frente a Shen me angustiaba. Cuando le seguiste, antes de que desaparecieras, fue un momento horrible. Sabía que pasaría algo y quería detenerte, pero ese gorila no me dejó. Y cuando te creí muerto...no tuve más miedo, porque pensé que todo había terminado. Lo que sentí fue una profunda tristeza que me impedía seguir luchando.

Po escuchaba con atención. Nunca se hubiera imaginado que ella lo hubiera pasado tan mal. No sabía que la había hecho sufrir con su imprudencia y su poca concentración en la batalla.

-Siento todo lo que te hice pasar.

-Ahora lo importante es que estás aquí, a salvo.

-Y tú también.

La Ley de la naturalezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora