El comienzo

1 0 0
                                    

Hace unos días que nos hemos mudado a un pequeño pueblo a las afueras de la ciudad. Las cosas no han parado de salir mal este último tiempo, rompí con mi novio, no quedé en la universidad que quería y para colmo la distancia me separa de mi mejor amiga.

Prendo un cigarro y disfruto de la paz nocturna, de pronto alguien se me acerca y retroceso por instinto.
-¿Quién eres?¿Qué quieres?
El extraño frena en seco y me responde:
-Disculpa, no quise asustarte, soy Oliver, es un gusto... Y ¿tu eres?
Hago una pausa antes de contestar.
-No te conozco y no me interesa, linda charla pero me tengo que ir.
Sin más me voy a casa sin mirar atrás.

***
A la mañana siguiente mi madre me encarga unos recados y comienzo a completarlos. Ahora me toca ir a visitar a una vecina, una anciana, para dejarle una canasta llena de flores.
Golpeó la puerta con fuerza, luego de unos minutos se abre...
-Mi madre le manda está canasta, espero que le guste.-a lo que me responde-
-Me encanta, que hermoso detalle, ¿te gustaría pasar y tomar el té?
Cuando abro la boca para decir que no soy arrastrada al interior de la misteriosa casa.
Sin saber muy bien que hacer miro en todas las direcciones a ver si encuentro algún objeto para defenderme, pero es inútil. Me siento en un viejo sillón de cuero y la observo.
-Cariño no tienes nada que temer, se que corren rumores por este lugar, pero está vieja anciana no te hará daño. Solo quiero hablar contigo... ¿Sabes quién eres?
A lo que respondo: -Soy Marylin, tengo 19 años, mis padres son del campo pero vivíamos en la ciudad y ahora acabamos de mudarnos.
Ella ni se inmuta, pero vuelve a hacerme la misma pregunta.
Irritada me levanto y cuando estoy a punto de salir me contesta: -todo lo que necesitas saber está en este pequeño cofre, es todo tuyo.
Por curiosidad tomo el cofre y vuelvo a casa.
En el camino me encuentro a Oliver.
-Buenos días señorita -me regala una hermosa sonrisa.
Anoche no había podido apreciar lo ridículamente sexy que es, castaño, ojos verdes, musculoso pero sin exagerar y un rostro bien marcado, diría que su mandíbula podría cortarme.
Embobecida por su encantadora apariencia no escucho lo que me está diciendo...
-Hey, ¿todo bien? Solo quería saber tu nombre...
-Soy Marylin, un gusto, ahora sí me disculpas...
Me mira y me dice: -¿Qué traes ahí?
-Nada, nada. Adiós.

***
En cuanto tengo oportunidad abro el cofre a solas, en el encuentro un amuleto y un papiro viejo, es un árbol genealógico "celestial" y aparezco en él.

Secretos ocultosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora