Velo de recuerdos

La Boda

Corro tan rápido cómo mis pies me lo permiten, me desabrocho el saco, me abro la camisa y aflojo la corbata, me subo a la batea de una camioneta sin rumbo fijo, que pasaba por ahí, dejo que me guíe el azar, puedo sentir la libertad, el aire fresco llena mis pulmones, no sé a dónde me dirijo, pero sí sé de dónde huyó, huyó de la culpa, de darle la oportunidad a alguien de lastimarme, aun cuando eso probablemente signifique lastimarla ¿pero es lo correcto?

No vengo solo en la batea de la camioneta, de frente a mí se encuentra un hombre, ya se ve entrado en años, pero la tranquilidad que transmite me hace sentir envidia, la calma en su rostro o la despreocupación con la que cierra los ojos y disfruta del aire.

Pienso en todas las veces que soñé con ese momento, en cómo me siento cuando la veo - ¿lo escuchas? - el hombre al fin se ha percatado de mi presencia, pero no entiendo su pregunta - ¿escuchar qué? – lo veo con incredulidad -el viento, escucha el viento- lo dice mientras ríe, como si riera de mi -oh chico, te ves alterado, respira y escúchalo- me está tomando el pelo -¿qué debo de escuchar?- la camioneta reduce su velocidad hasta que se detiene por completo el hombre se baja y antes de que la camioneta reanude su marcha el hombre voltea en mi dirección y me dice – el viento te pregunta ¿Quién eres?- antes de que pueda preguntarle a que se refiere la camioneta acelera.

El camino a mi alrededor se vuelve borroso, todo pasa muy rápido y no se detiene al igual que mis pensamientos que parecen no querer detenerse por un momento y disfrutar de la vista o del olor a tierra mojada.

¿Por qué huyo? Se supone que la quiero y soy feliz con ella, pero al igual que el paisaje a mi alrededor, mis recuerdos son borrosos, como si fueran lagunas o dibujos a mal borrados, sé que no debería de dejar que solo un presentimiento me detenga de vivir mi vida, de disfrutar de un futuro que se ve bastante prometedor.

Tal vez después de todo estoy aterrado porque es algo bueno, le pido al conductor que se detenga y regreso sobre mis pasos, decidido a aceptar un compromiso porque sé que ella es la persona correcta.

desalineado y jadeando llegó una vez más a la iglesia esta vez seguro de lo que voy a hacer, Hareton está en la entrada con un cigarrillo en la boca -por un momento pensé que iba a tener que entrar ahí y pedir disculpas por ti- dice mientras tira el cigarrillo al piso -solo necesitaba pensar- le contesto mientras respiro hondo.

Esperando en el altar no puedo resistir las ganas de verle en ese vestido blanco, pero la que cruza la puerta ataviada en un vestido de novia no hace que mi corazón se salga de mi pecho, al menos no como debería, una desconocida a la que creo querer y amar, poco a poco se acerca al altar con una sonrisa en la cara, puedo sentir mí corazón palpitar pero no es amor se trata de ansiedad, su mirada me atraviesa con intensidad, cierro los ojos y puedo ver una cabellera roja como el fuego, para cuando los abro está a solo diez pasos de mí, del altar, nueve pasos, seis, cierro los ojos una vez más, solo aparecen rasgos faciales, una nariz fina y unos grandes ojos acompañados de una sonrisa imposible de igualar, cinco pasos, cuatro, recuerdo un olor peculiar acompañado de un abrazo lleno de calidad, su vos tarareando una canción que no logro identificar, tres, dos, ahora ya no hay vuelta atrás, mi cabeza se ve invadida por dos preguntas

"¿Eres real? ¿Dónde estás?"

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¿Por qué tarda tanto? Se que normalmente se toma su tiempo para estar listo, que le da mil vueltas a un asunto y que cuando se trata de su aspecto no estará listo hasta que el sienta que es perfecto, Karina me dice que no me preocupe, pero la noto nerviosa -le podrías preguntar a Hareton que está pasando y por qué tarda tanto- trato de decírselo con un tono de voz relajado pero no lo logro, no puedo evitar sentirme estresada cuando el día más feliz de mi vida se retrasa -claro, iré buscarlo- dice Karina mientras sale al pasillo rápidamente, no queda nadie más en el cuarto con quien yo pueda hablar.