ARCANE: EL SECRETO DE ROSENSTOCK ©️ SIN EDITAR

Capítulo 2 - Agnes

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Agnes

Todos quedaron expectantes viendo a la persona que iba bajando de una camioneta lujosa.  Con una postura segura y empoderada se paró en frente del que parecía ser la cabeza de aquella guardia. 

— Alexey baja las armas, que estas comenzado a darme jaqueca —. Demandó llevándose el dedo índice de su mano derecha a la sien moviéndolo de forma circular, como si la situación la estuviera cansando. Por mi parte seguía detrás de Edward, quién seguía sosteniendo el arma mirando el panorama como si estuviera buscando las posibilidades de atacar y salir ilesos. Comencé a ponerme nerviosa, no me gustaban las armas de ningún tipo. — ¡He dicho que las bajes! ¿Qué no ves que los estamos asustando? ¿Qué van a pensar de mí?

El guardia quién no le quitaba la mirada a Edward, bajo dubitativo el objeto asesino, los demás lo siguieron. Satisfecha dio una vuelta quedando frente a nosotros y solo así pude detallarla mejor. Tomando en consideración mi altura, ella era más alta, con buen cuerpo y a pesar de que no me gustaban mucho los colores oscuros el conjunto de falda negra le quedaba de maravilla a su tono de piel. 

— Les pido una disculpa, mi guardia es algo... intenso, pero es buena persona. — Dijo sonriente dándole una pequeña palmadita al hombro de la escolta. — Oigan ya tranquilos bajen las armas no es para tanto.

Edward me miró por encima de su hombro esperando mi aprobación la cual acepte de inmediato. Inseguro ordenó que bajaran las armas, él muy a la fuerza lo hizo, yo salí del hombre escudo para presentarme como la debida etiqueta lo demanda. Ella se sorprendió al verme para después dedicarme una sonrisa ladina. 

— Vaya vaya, pero miren a quién tenemos aquí. — Manteniendo la misma postura cruzó sus brazos por encima de su pecho. — La mismísima perra Rosenstock.

Su particular manera de hablar me dejó sorprendida, además de que solo falto para que la observara bien, unir cabos y supiera quien es, obviamente no me iba a bajar a su nivel, pero tampoco me iba a dejar. 

— Un gusto poder conocerte en persona Irina. 

Irina Sergéevna Paúlov, si Leah pensaba que mi apellido era difícil no me quiero imaginar cuando intente pronunciar el de la pelinegra. Era de esperarse que fuera una de las elegidas, después de todo su familia es muy importante en Rusia, por lo que sé, ella al igual que yo será heredera, aunque sus tíos no están de acuerdo por qué es difícil de tratar.  Se podría decir que se hizo famosa por los escándalos que protagonizaba, yo siempre pensé que solo era una chica divirtiéndose y comportándose como cualquiera otra de su edad, hasta que en una fiesta fue grabada golpeando a un grupo de mujeres ella sola saliendo intacta. No le tenía miedo, yo también tenía lo mío, pero si me provocaba iba a responder.

— Por primera vez el gusto es mío. ¿Sabes? Pensaba que esto sería aburrido, pero ahora veo que no.

— Creo que tu idea de diversión es muy diferente a la mía.

— Oh claro, mi diversión incluye música, fiestas, verdad y reto, mientras la tuya es... ¿jugar a las tazas de té? Si ese es el caso creo que tengo mucho que enseñarte. 

No caigas Agnes, No lo hagas.

— Me encantaría, pero tengo cosas que hacer.

— Si, ya veo...

Su vista bajó al suelo observando algo, yo no baje la mirada y espere a que terminara de hacer lo que sea que estaba haciendo. Se enderezó, camino frente a mí y levanto su brazo a la altura de mi cara. 

— ¿Es tuyo? —. Mal - di- ta - sea. En su mano se encontraba una de mis bragas rosas. Los escoltas se impresionaron e incomodaron a la vez y es que gracias al número que brindamos, todos e incluyéndome, no nos dimos cuenta que cuando soltaron los últimos baúles, estos contenían ropa interior, mis cremas y zapatos. Edward no perdió más el tiempo y ordenó que se recogiera todo.