3. Carmín y salmón.

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-Mira, Osa-chan, ¿No te gustan estos ganchitos?

-¡Vinimos por el regalo de Taro-senpai abuelo, y ya tengo muchos! ¡Deberías concentrarte y no tomar todos lo que que ves!

-¡No hables así al abuelo, baka, ten más respeto! -apretó los ojos al reclamarle a la menor. Ella giró a verlo con una expresión molesta, que se profundizó al escuchar a sus padres apoyándolo.

-¡Oh, cierto, lo lamento mucho, onee-chan! ¿Tú si quieres probártelos, no es verdad? ¡Seguro que te van a encantar, onee-chan! -una sonrisa maliciosa que hizo sus mejillas estallar en carmín tanto de vergüenza como de rabia. La de cabello naranja jaló la capucha rosa y le sacó la lengua con burla.

¡E-eh, baka, se te informa que las sudaderas rosas son para todos!

-¡Cállate, baka! -exclamó avergonzado, llevándose una mano al cabello. ¡Pero a él le gustaba!

Probablemente todos pensaban que era un fenómeno; no podías pasar desapercibido con el flamante cabello naranja cubriéndote el cuello y de todos los colores una chaqueta rosa con lunares. Apretó uno de sus puños, soltando su cabellera le mostró la lengua y subió la capucha con orejas de gato: si vas a usar una sudadera como esa entonces úsala bien.

Cuando no hubo rastro de la anterior vergüenza en el rostro del varón la niña gruñó, desapareciendo en los pasillos con rapidez.

-¿No crees que se verían lindos en tu hermana, Osa-kun? -giró a ver a su abuelo, que todavía observaba los ganchos con interés. Se quitó la capucha y se acercó curioso.

Osano observó los accesorios y el mayor sonrió cuando vió sus ojos brillar y sonreír radiante. Admiró con emoción los ganchos de variedad rosa, blanca y naranja con diferentes estampados y formas, algunos escarchados que llamaron su atención y otros más simples de solo lunares como su ropa, ¡Y oh! ¿¡Esos eran estampados con sakuras!? ¡Estaban en primavera, eso se vería perfecto para usar en un picnic! Observó a su abuelo, sonriendo con las mejillas rosas, y señaló los accesorios de cabello con una emoción contagiosa y adorable.

-¿Puedo probármelos, abuelo? ¿Puedo, por favor, por favor? -tanta emoción que al mayor, por algo raro que le resultase, no lo pudo negar. Con algo de esfuerzo se arrodilló a la altura del pequeño y lo observó: le brillaban los ojos al ver los accesorios, emocionado como con ninguna otra cosa en la juguetería.

Bueno, ¿Quién era él para negar esa emoción? No iba a decirle que no era adecuado y sucumbir al tatemae*, además, cualquier intento de persuadir a su nieto sería rechazado. Alguien debía mostrarle la importancia de ser más honne*, después de todo.

El mayor finalmente sonrió, señalando el espejo junto a ellos al acercar sus dedos al fleco de su nieto; apartó los mechones y con cuidado tomó el de lunares blancos.

Parecía hecho para Osano.

-Claro que sí. Déjame enseñarte.

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«¡No es como si me importara!»

Princess [Yandere's Harem]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora