—¿M-mamá?...
La fuerte tormenta quebraron las palabras de aquella niña; los sonidos de las gotas de lluvia taparon todo el ruido de la habitación, sin embargo, aún se escuchaban los débiles murmullos. Se quedó esperando en la puerta de la habitación, esperando a que su madre se levantará... o talvez le diría que todo estaba bien.
Pero ella no se levantó.
Con el corazón latiendo tan rápido, sintió un enorme escalofrío y un dolor en la garganta insoportable.
Sus piernas avanzaron dos pasos.
—¿Mami? ¿Mamá? Mami...
Tres pasos.
—¿Por-por qué estás en el suelo, mami?
Cuatro pasos.
—Mami... Levántate...
Cinco pasos.
—Prometiste que nos iríamos.
Corrió al lado de su madre, que estaba sentaba en el piso. Sin importar, la niña se llenó de sangre. El olor a metal estaba volando por toda la habitación, un olor fuerte y amargo que quedaría marcado en su mente para siempre; no estaba en conciencia de ella que todo lo que estaba pasando, sería su maldición para siempre.
Ella tocó su rostro y empezó sollozar.
— Oye... Ma...
La incertidumbre se mezcló con la lluvia, que no tenía piedad por la escena que tenían estas dos almas.
— Y-yo... Mami, estarás bien...
Murmuró, pero al decir esas palabras, volvió a desaparecer en lágrimas, no estaba segura precisamente si consolaba a su madre en aquel piso o si simplemente se consolaba a ella misma.
Sabes, eso piensa ella...
Sabe lo que pasa, sabe lo que significa la sangre. No puedes evitar razonar en situaciones tan claras. La mente siempre te dará lo obvio, la mente nunca se pondrá de tu lado a consolarte.
La mente te dirá los peores concejos, los escenarios más tristes y sin duda alguna, jugará contigo hasta que simplemente no quieras escuchar nada.El consuelo que te puedes dar a ti misma, es algo que no muchas personas son capaces de tener, es una bendición de verdad importante poseer tales dones.
— Mami no... ¡No!
La niña tomó la mano de su mamá, la apretó lo más fuerte que pudo, con esa acción ella se recostó en el pecho de su madre, sollozando.
— Por favor... Mami... No me dejes aquí...
Son acciones... Olores, toques, esas pequeñas cosas que hacen tan familiar ese
—¡Llevame contigo, mami! ¡Despierta!
Su garganta se quebró tanto por sus gritos, se sentó en el regazo de su inmóvil madre. La tomo de la cintura, agarró su cabeza para atraerla y quedar recostadas.
Una posición común para ellas.
Un recuerdo.
Miró hacia arriba y suplicó.
—No, No, No, No, ¡No te la lleves!
— Eres mi todo, mami.
— Eres lo que amo.
— Eres la que más me ama, mami...
La voz se quebraba mientras más hablaba, el solo respirar era un esfuerzo.
— Déjame estar siempre contigo, mami.
— Si me dejas quien me amara...
— Si te vas quien me llevara.
— No tiene que ser mucho tiempo, pero por favor.
— Quédate solo un poco más — Susurró
Se recargó sobre su madre llorando, enredando sus pequeñas piernas en su cintura y acariciando fuertemente su cabello.
Dejó caer sus lágrimas sobre el cabello de su madre. Empezó a oler el aroma tan cálido, recordando lo bien que huele ella, pero en esta ocasión el único olor que tiene su cabello es el de la sangre que cae por su cabeza.
— Por favor... Seré buena hija... So-solo no te vayas...
Un enorme arrepentimiento pasó por la mente de la niña, todas sus acciones anteriores la hicieron enfurecer. Se odiaba así misma, odiaba todo lo que orillo a su madre a hacer eso, simplemente estaba enojada e impotente por tener que pasar por este dolor.
¿Qué mal había hecho ella? ¿De verdad, merecía tal castigo?
Podría ser que todos esos días de felicidad no eran más que un triste recuerdo, un solo consuelo que le dieron para el gran impacto que iba a recibir. Incluso en estas situaciones debería estar triste, debería estar shock.
De pronto, la mano de la madre acaricio su cabeza, manchando su cabello de sangre.
La acción hizo que la niña se levantará asustada, tomó a su madre de la mano y lloro.
— Está bien, mamá, estarás bien, tú esta-
— Perdóname, girasol- Susurró
Al recobrar la conciencia, las primeras palabras de la madre fue una disculpa.
Se quedó en shock por sus palabras, creyó que le diría algo más, pero solo acarició suavemente su mejilla y su cabello. Dejó caer su mano en el regazo de su hija, cerrando los ojos... Y dando su último suspiro...
La niña la contemplo.
—¿Es todo?...
Los gritos eran los únicos en la habitación...
Las lágrimas se habían ido.
Solo había furia y dolor en los gritos de la niña.
Nada más que odio.
Solo una sensación profunda de querer morir.
Desaparecer
por completo
quiero
irme
suéltame
no
merezco
sufrir
más
duele

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Extraño Y Ordinario
RomansaUna linda melodía y unos ojos cafés, solo eso basto. Ella se encontró y amo de verdad, amo a su familia, amo la amistad, amo al amor y lo amo a él. "Si tuviera que explicar cómo se siente, diría que es igual que respirar, estar enamorada de Pete...