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Tati.

No imaginaría que en cuestión de meses todo cambiaría, que los amigos los cuales pensé que durarían para siempre sólo me usaban para su beneficio. Y que alguien que parecía tan distinto a mí, y tan reacio a mantener una conversación de más de dos minutos conmigo, o mirarme siquiera, era la persona que me haría abrir los ojos y darme cuenta de cosas que quizá ya sabía pero me negaba a admitir.

 Supongo que todo se basa en ciclos, que a lo mejor es cuestión de eso, de cambiar tu entorno y conocer otros hasta crecer de verdad en todos y entonces encontrarte. 

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No siempre pasa que te haces amigo de la mejor amiga de tu amor platónico. Alexis Williams y Tati Simons no interactuaban con regularidad por no decir nunca, de hecho, desconocían de la existencia del otro, un día casual lo tiene cualquiera pero no todos los días se dan casualidades de ese tipo. Pero todo esquema crucial se puede desmoronar porque la naturaleza siempre juega cartas que son favorables hacia nosotros sin darnos cuenta, no nos da lo que queremos, sino lo que necesitamos y por cosas como esta a veces acaban haciendose cómplices inseparables personas que no tienen nada en común. O bueno, tal vez bastante más de lo que ellos piensan.



Tati

De todas las personas que me imaginaría que se acercarían a mi en el receso desde luego que en la última en la que pensaría sería Alexis Williams, a parte de que a penas hemos cruzado palabra, no tenemos nada que ver, digo, no solo personalmente, sino que ni siquiera interactuamos con las mismas personas. Él nunca entra a la cafetería, no sé donde se mete en esta hora pero aquí estoy segura de que no, por ello es de extrañar que esté aquí y que se haya dirigido a mi de manera casi automática.

—Simons. ¿Tienes un momento?—  empiezo a sospechar de que lo más seguro es que le hayan comentado que el año pasado cobraba por hacer trabajos de literatura y como este trimestre está por finalizar querrá que le despeje el trabajo y le haga los deberes o algo, ¿quién sabe? no sé como va este chico en los estudios; no compartimos ninguna clase como para saberlo, pero no tiene mucha pinta de ser un empollón, o por lo menos, alguien que sea aplicado. Alexis es el típico que tiene padres snobs y cara angelical pero luego se las quiere dar de malote. Algunos dicen que es de Tribeca, otros de Soho, qué más dará si ambos barrios son de lo más fino en Manhattan, quien vive por esos lares debe ser asquerosamente rico. 

—Claro.— no sé porqué me remuevo en mi asiento, y verlo delante mío me ha estorbado bastante, no soy arisca ni nada por el estilo pero estaba tan concentrada... aproveché que no vino Nova para adelantar un trabajo para el miércoles que viene.

Apoyó sus manos en la mesa y acto seguido se sentó arrastrando la silla para delante con su pie izquierdo antes de hacerlo, como si el local fuese suyo. Tenía los brazos cruzados apoyados en la mesa, mientras miraba hacia la puerta, se puso cómodo en muy poco tiempo, parecía que llevaba ahí todo el rato conmigo. 

—Mira, sé que tú y yo no nos conocemos bien.—asentí con la cabeza.— pero quería invitarte al Jackson's y allí te hablaré de una cosa importante.—tal como se sentó, de manera desinteresada a la vez que ruidosa, se levantó inmediatamente, dejándome con la palabra en la boca, ni siquiera me miró. Maleducado. Sabía que los cunas de oro eran así, sin embargo, por mucha "clase" que quieras tener la discreción y la simpatía no se enseñan supongo.

Dió media vuelta antes de salir y volvió hacia mi. 

—Dame tu número.— sonó como una orden, ¿quién es este y por qué me está hablando?

—No.

Elevó su mirada de la pantalla de su IPhone y me dió una mirada siesa, aunque al principio confusa.

—¿Cómo dices?— me observó unos segundos como si quisiera decir algo más, pero estaba pendiente de mí, más bien cuál sería mi próxima reacción, por la suya se podía deducir que no había escuchado muchos no como respuesta. Williams era un tipo bastante atractivo, pese a ser visto usualmente nunca harías d emenos contemplar su peculiar belleza. Su físico es musculoso, aunque no tan robusto. Su cuerpo es un cuerpo atlético, sin más, como ya dije tiene un rostro angelical, aunque los rasgos marcados, los ojos parecían gélidos pero cuando miraba, atravesaba. Es un atractivo abrumador. Que intimida. Tiene el pelo de un castaño muy claro, un rubio cenizo, más bien y sus ojos gélidos eran pigmentados por un azul cristalino. 

—Que no, ¿acaso no oyes bien Williams? —ni me molesté en preguntar para qué lo quería, o para qué quería quedar conmigo fuera del instituto, no me interesaba hablarle, la verdad, y menos después de ver el descaro que tiene para decir las cosas. Pese a quedarme unos segundos embeleisada con su sublime atractivo físico, no tuve más remedio que negarme, es un chico guapo, pero un chico astuto y despiadado. No quería tener nada que ver con él. Me colgué mi bolso en el hombro, recogí mi café y me dirigí a la salida. Todo esto mientras sentía que la mirada de Williams seguía cada uno de mis gestos detenidamente, aún con su móvil en mano con la pantalla encendida. Daba la sensación de que desacreditaba lo que contemplaban sus ojos. Pasé de largo a su lado, como era de esperar, es una torre, ¿qué mide? ¿2 metros? En fin tanta seguridad y al pasar a su costado me sentí insignificante y diminuta, pero no intimidada.

Cuando salí me senté en los grandes escalones de la entrada. De pronto vi como una larga silueta se posicionó junto a mi. Williams. Otra vez. De repente empecé a pensar en si ha sido muy precipitad mi manera de reaccionar, luego recordé los roles de ambos en el instituto y la verdad que no me arrepiento de nada. Se lo merecía, siempre consigue lo que quiere, por una vez no se iba a morir.

—Déjame en paz.

—Tenían razón.- lo miré de reojo.

—¿Qué?- genial, ahora estaba insultándome indirectamente.

—La gente. Lo que dicen, que eres una estirada.— vale ahora ha sido directamente. Me reí, irónicamente, porque debe ser una broma. De él decían que era un niño mimado, que no dejaba propina a los camareros a pesar de estar forrado y que era un estúpido con las chicas, supongo que también tenían razón. 

—¿Yo? ¿acaso soy la que ha venido a decirte 2 frases más seca que una pasa sin mirarte y cuando me has querido responder te he dejado colgado? de los dos sabemos bien quién es el estirado aquí. Y dime ya qué es lo que quieres de mi, que no tengo todo el día.— parecía sorprendido, más aún que cuando salí ignorándolo de la cafetería, o cuando rechacé cederle mi número. En otras circunstacias me habría puesto muy incómoda y no hubiera dudado en ceder y hacerle caso, ya que personalmente nunca me llegó a hacer nada. Pero ni nos conocemos y vino a molestarme, con aires de grandeza nunca debería dirigirse de primeras a alguien, y menos si es él quien necesita un favor, la verdad es que no me siento mal.

—Bueno, el caso es que pensaba que estaba cerca tu amiga.— lo miré intrigada, invitándolo a continuar hablando, porque no entiendo qué tiene que ver Nova con su comportamiento delirante y probablemente premeditado.— pensé que estaba en el servicio y no quise que saliese y me encontrara hablándote. 

Que él sepa mi paradero en los recesos me sorprendió, pero más el hecho de que supiera con quien voy acompañada. Esta vez su tono era más neutro, no autoritario.

—¿Nova?— lo que sabía es que debía ser ella porque alguna vez me ha comentado algo sobre que va a su clase.

—Sí, ¿hoy no ha venido, verdad?- miró tras suyo para ver si venía alguien. Daba la sensación de que algo le inquietaba. Podía notar su nerviosismo, en sus ojos gélidos se entreleía la furia y la desesperación. 

—A ver espera un momento— esta vez la exasperada era yo, toda esta situación era más que inusual, era remota. Me levanté y lo encaré— no entiendo, ¿pero qué es eso de lo que quieres hablarme y que nadie se entere? ¿qué pasa? ¿te avergüenza que sepan que no haces tus propias tareas?— esto ya era demasiado, ¿qué le tenía tan preocupado? 

—Oye ¿de qué hablas? no he venido a buscarte para que me hagas la tarea, estúpida, ¿te piensas que el mundo gira entorno a tu nariz? Vine a hablar contigo sobre tu amiga, me tienes que ayudar a conquistarla.

Vale ahora sí que ha sido directo.

¿Ella o yo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora