Capítulo IX: Luna llena

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El resto de la noche transcurrió de manera lenta para Kim. No podía dejar de pensar en la conversación que había tenido con Reiji y en lo que sucedería al amanecer. Las dudas la asediaban, pero no quería detenerse en ellas: de hacerlo podía arrepentirse, y bien sabía que una oportunidad como esa no se presentaba una segunda vez.

Durante el almuerzo, ella y Laito se reunieron con Yuzu en la azotea. Subaru llegó un rato después.

—Y entonces Reiji le dijo a Shu que era un inútil frente a toda la clase —les contaba Yuzu—. ¡Me molestó tanto que le grité!

—No hay nada que hacer, Bitch-chan —respondió Laito, divertido—. La relación de esos dos siempre ha sido así.

—¡Una cosa es que mande en casa y otra totalmente diferente es que lo humille frente a sus compañeros! —protestó ella—. Además, Shu no es un mal chico.

—¿Mmh? ¿Estás interesada en él?

—¿Celoso, Laito? —Yuzu sonrió, juguetona.

—¡Claro que sí! Tratas tan bien a los demás, en cambio a mí solo me desprecias. Eres tan poco honesta —se quejó el vampiro—. Aunque también me gusta ese lado tuyo.

—¡N-no digas tonterías!

Kim estaba perdida en sus cavilaciones y hacía bastante rato que no seguía el hilo de la anécdota, mientras que Subaru la observaba atentamente de soslayo. Yuzu siguió discutiendo con Laito hasta que notó que algo no andaba bien con su amiga.

—¿Todo bien, Kim? —le preguntó, echando un vistazo a su bento—. Casi no has tocado tu comida.

—Ah, sí... —respondió Kim con aire distraído—. No pasa nada. No te preocupes.

Yuzu la observó comer poco convencida, pero decidió no insistir. Por otra parte, Subaru se limitó a guardar silencio hasta que la hora de almuerzo acabó.

—Oye —llamó a la castaña después de que Laito y Yuzu se retiraron a su respectivo salón de clases. Ambos se encontraban en el pasillo que conectaba los edificios de los tres grados—. Estás rara. ¿Sucedió algo?

—No, es que... aún no me siento cómoda compartiendo con Laito. Es todo —respondió Kim, intentando sonar convincente.

Subaru la observó de manera fija. Ante este gesto, ella le dedicó una sonrisa que se esforzaba en ocultar la dirección de sus pensamientos: "Lo siento por mentirte, Subaru. Esto es lo mejor para mí y para Yuzu. Sé que lo entenderás. Eres una buena persona después de todo."

—Ya veo —dijo él, después de una pausa—. Si no te sientes cómoda en el salón de clases, puedes buscarme. Si sucede algo, grita mi nombre y estaré contigo.

Sus palabras crisparon un poco la expresión de Kim, pero no lo suficiente como para dejarla en evidencia.

—Sí, muchas gracias —respondió impasible, sintiendo con asombrosa claridad una sensación similar a la de una daga clavándose en su pecho.

Apenas el vampiro regresó a su salón, la sonrisa fingida desapareció. ¿Volvería a verlo después de esa noche? Si sucedía, ¿la perdonaría por mentirle? Apretó los puños con impotencia, creyendo que se largaría a llorar en cualquier momento. "Subaru..."

* * *

Cuando volvieron a la mansión, Subaru y Laito llevaron a sus presas a su respectivo cuarto. Al cabo de unas horas, Yuzu veía la luz de la luna filtrándose entre las cortinas verde musgo de la habitación de su vampiro protector. Ella se encontraba desnuda junto a él, incapaz de conciliar el sueño después de una larga ronda de mordidas y sexo. Sus ojos castaños voltearon a examinar el bello semblante de Laito, quien parecía dormir muy tranquilo con la camisa abierta y el torso expuesto.

Ni tan diabólicos ni tan amantes | | Diabolik Lovers OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora