Capítulo 2

216 20 10
                                    

Hace ya unas horas que hemos llegado a la nueva casa. 

Me encanta como es, parece una casa de campo, pero moderna. Mi habitación me gusta muchísimo. Hay un ventanal enorme por el que veo el jardín, y entra mucha luz. Hace unos minutos que estoy poniéndolo todo en su sitio, quiero sentirme como en casa lo más rápido posible. Por mucho que me vaya a costar.

Mis padres están abajo, ordenando el salón y la cocina. 

Quiero ir a dar una vuelta por el pueblo, y familiarizarme un poco. Pero estoy tan cansada que lo último que me apetece es caminar.

Así que llamo a Emma. Que lo coge al primer tono de llamada.

- ¡Lea! Hola, ¿Como va todo? ¿Te gusta tu habitación? ¿Como es? 

- Hola. - Me estoy riendo a carcajadas por lo emocionada que suena su voz. - Mira te enseño la habitación.

- Que pasada, madre mía. Es mejor que la que tienes aquí.

- Me gusta mucho, si.

- Y... ¿El pueblo es bonito? - Me pregunta con curiosidad.

- No he visto mucho, pero dentro de un rato saldré a ver.

- Lea, ¿Puedes bajar un momento? - Oigo a mi madre gritar des de abajo.

- Si claro, voy. Tengo que colgar Emma. Mi madre quiere que baje, te llamo mañana. Te quiero y te hecho de menos.

- Y yo a ti, adiós. - Se despide de mi y cuelgo. Que difícil será no verla cada día en clase de baile, ni en el instituto.

Bajo las escaleras rápidamente y voy al comedor, dónde se encuentra mi madre descansando.

- ¿Que pasa? - Pregunto.

- ¿Quieres ir a dar una vuelta por el pueblo? - Me pregunta emocionada.

- Si, claro.  

El pueblo es muy bonito, he visto poco, pero me parece un pueblo muy acogedor. Todo son casas, menos algunos edificios que hay, seguramente de trabajo. 

- Mira Lea. Aquí está tu academia de danza. - Dice mi madre señalando un edificio pequeño. - ¿Quieres que entremos a ver?

- ¿Podemos? - Pregunto. Mi madre asiente la cabeza. - Pues vamos.

Al entrar, lo primero que hay es la recepción. Es una academia muy... ¿alegre? No encuentro las palabras pero me parece muy bonita. Tiene colores vivos, al menos en la recepción. Y no puedo evitar fijarme en un pasillo largo donde hay muchas puertas. Supongo que son todas las clases.

- ¡Hola! ¿Como estáis? Me llamo Grace. Soy profesora en la academia. - Una voz femenina me distrae de mis pensamientos. Giro la vista hacia ella y veo a una mujer, rubia con los ojos azules. Tiene una sonrisa inmensa en la cara. 

- Hola, me llamo Laura, y ésta es mi hija Lea. Dentro de dos días empezará las clases aquí. - Le responde mi madre.

- Que emoción. Creo que voy a hacerte clase, porque me informaron que tendría una alumna nueva. 

Yo le sonrío, porque no se que decir.

- ¿Os acabáis de mudar?

- Si, hoy mismo. - Responde mi madre.

- Tengo un hijo que debe tener tu edad Lea. Y si quieres algún día podría enseñarte el pueblo. - Dice la profesora muy entusiasmada.

- Si, claro. - Digo con una sonrisa. 

- Perfecto, mañana mismo le digo que pase por tu casa y te haga un tour privado por el pueblo. - Lo dice con mucha felicidad, y no puedo evitar sonreír.

- Em, vale perfecto, pues mañana. - Digo.

Antes de irnos mi madre le da nuestra dirección a Grace y nos dice adiós con la mano. Llegamos a casa, subo las escaleras y me tiro en la cama. Estoy muerta, ha sido un día muy largo y ya es bastante tarde. Solo quiero dormir. 

*Al día siguiente*

- ¡Lea! Lea, despierta. El hijo de tu profesora está aquí. 

- ¿Como? - No me entero de nada.

- Levántate ya. Que el chico está aquí.

- Madre mía. ¿Porque tan pronto? 

- No lo se. Pero vístete rápido, vamos.

Voy al baño, me lavo los dientes, cojo unos tejanos negros, una camiseta blanca normal y encima me pongo una sudadera azul oscuro. Bajo las escaleras rápidamente. Y de repente lo veo. Es un chico alto. Guapo. Muy guapo, me atrevo a decir que es el chico más guapo que he visto en los 17 años que llevo de vida. Tiene el pelo negro y los ojos azules, como su madre.

- Em, hola. 

- Hola. - Digo, mi voz tiembla un poco, estoy nerviosa. Y no se porque.

- ¿Vamos? - Me pregunta. Su voz es grave, relajante también.

- Si, claro. - Y salimos de mi casa.

Cuando apareciste túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora