Losing Something

5 0 0
                                    


Sí, sé que he estado escribiendo un montón últimamente y bueno ya sabrás que cuando retomo la escritura como terapia es porque realmente la estoy pasando mal y quiero deshacerme de ese sentimiento que lleva pesándome el corazón, ralentizando mis pasos.

Quiera poder desahogarme del todo y dejarlo pasar, pero si alguien me lastima o me hace algo malo siempre incluso inconscientemente me termino vengando de ellos, quizá es sólo es su karma actuando. No se crean, no es algo tan terrible solamente es que pasen por lo mismo que yo he incluso experimenten los mismos sentimientos al momento.

 A las personas les hace falta tanta empatía, recuerdo que de niña mi familia me decía "Nina, te hace falta malicia mami. Debes aprender a tener malicia." y yo jamás entendía el porqué las personas serían malas conmigo o me harían daño si yo nunca lo haría. Mi padre desde pequeña me repetía las reglas de oro, aunque creo que nada más aplicaban solo entre nosotros dos porque hasta el momento jamás conocí a otra persona que las implementara. Pero en fin, una de ellas era: "no hagas lo que no te gustaría que te hagan". Gracias a esas malditas reglas de "oro"  crecí con un sentido de la empatía muy desarrollado, cualquier acción de mi parte que produjera algún malestar o una reacción negativa en otra persona me terminaba afectando mucho más a mi, aunque no lo haya querido hacer a posta. Mi padre siempre ha sido un hombre con una presencia muy imponente y cuando estaba molesto daba mucho miedo, incluso creo que si al día de hoy lo volviese a ver y se enojara conmigo lloraría como niña, y como siempre cuando se molestaba conmigo se sentaría a hablar conmigo sobre lo sucedido, no puedo expresar lo amada y protegida que me sentía con él. A pesar de que se fue cuando yo era muy pequeña como para comprender que papá jamás volvería a casa, jamás dejé de contar con su apoyo. Amo a mi viejo como jamás podré volver amar a alguien desde que mi abuelita partió de este plano, pero ese ya es otro tema que no quisiera tocar por ahora.

Mi madre por otro lado me enseñó a ser fuerte atravesando el infierno en la tierra, me enseñó la violencia, me enseñó el desdén, la altanería destruyendo mi inocencia en más de un sentido, me enseñó a odiarme y a odiar, me mostró el lado duro de la vida. Ojalá lo fuese descubierto por mi cuenta, pero así fue la baraja.  

Extrañamente no puedo recordar mi infancia en primera persona, al menos luego de que papá no estuviera para protegerme, siempre tengo los recuerdos en tercera persona y no puedo evitar quebrantarme ante aquella beba tan sola, frágil, golpeada, humillada, totalmente ajena de sí. 

Aquella pequeña se aferró al cristianismo con toda su alma, tan devota. Le pedía todos los días a Diosito que por favor que recuperara a papá y a cambio ella jamás volvería a cometer un pecado. Se arrodillaba todos los días suplicando sus oraciones fuesen escuchadas, los meses próximos no sucedía nada y su mamá parecía odiarla cada día más "¿que fue lo malo que empezó a hacer para que la aborreciera de esa manera?", "¿por qué me golpea hasta sacarme sangre?" "¿soy tan mala como dice?" se preguntaba todas las noches sollozando abrazada a la almohada para no ser escuchada para no crear nuevos problemas, tan temerosa, y así hasta quedarse dormida, todos los días sin excepción alguna sufría por las palizas que le propinaba su madre aunque con el tiempo el dolor poco a poco se fue convirtiendo en odio y la culpabilidad en ira que iba en aumento. 

Ya a los nueve a diez años no le tenía temor al dolor había convivido ya mucho tiempo con él sea lo que hiciera estaba mal: si hablaba, si se callaba, si la miraba a los ojos o sino, si reía o estaba triste, si alguna de sus hermanas se entrometía también sufría las mismas consecuencias que ella, al tiempo sus hermanas tanto la mayor como la menor adoptaron la misma postura que su madre. Era mucho más conveniente estar del lado ganador, a nadie le gusta ser humillado, por su desgracia ella era la representación del lado perdedor y le tocaba aprender a vivir con eso. Optaba por pasar el mayor tiempo lejos de su casa y mucho más lejos de su madre, por su fortuna su tía que era la hermana de su madre vivía sólo a cinco casa de la suya. Su tía Mariauxiliadora tenía un pequeño taller de uniformes, con ella comenzó a desarrollar curiosidad por aquellas maquinarias y de a poco su tía le enseñó el oficio e incluso la llevaba a las reuniones con los proveedores y clientes con los que concretaba sus negocios. Pero no todo era color de rosa, papá ya no llamaba y mamá se la pasaba cantando karaoke en la sala con una copa de vino o lo que fuera, a veces nos pedía que cantásemos con ella, la casa se torno oscura y el ambiente era mucho más hostil.

Sea Cuál SeaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora