Beso en la mejilla [Yumidari]

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¡Diablos!

—¡Yumekooo! — Chillo la azabache de cabello corto.

Por alguna extraña razón la amante de las apuestas y la oficial del consejo de embellecimiento se encontraban encerradas en la sala de descanso del consejo. Jabami había intentado abrir la puerta pero fallo en cada uno de sus intentos, y para su mala suerte le había dejado su celular a Mary, así que no podia llamar a alguien para pedir ayuda, tan solo le quedaba esperar y ver si alguien venía a su rescate, la pelinegra se preguntaba que clase de castigo divino era este.

—¿Yumeko?... ¡Yumeko! ¡Yumeko, Yumeko, Yumekooo!— la mencionada no daba respuesta, parecía que seguía ignorando a la azabache.

—¡Yumekooooo, ya perdóname! — chillo la joven de un solo ojo.

Jabami la siguió ignorando, que pesada era la chica.

—¡Yumekoooo, dime que debo hacer para que me perdones!—

"Morir" pensó para si misma.

Ante la falta de una respuesta, la oficial soltó un suspiro dramático y dejo caer en el sofá de la sala. Este "accidente" no era para nada sorpresivo para ella, todo fue planeado por Yuriko y los demás miembros del consejo. Todos estaban cansados de escuchar a Ikishima sobre sus problemas y sus fantasias con Yumeko.

El plan principal era hacer que ambas hicieran un equipo durante una apuesta de alto riesgo contra la presidenta, lo que obligaría a Jabami a dirigirle la palabra a Ikishima, ambas se reconciliarian y por fin acabarían con la tortura a la que los somete Ikishima todos los días.

Pero debido a las protestas de Igarashi y Nishinotouin acabaron acordando otro plan. Uno más aburrido a su criterio, pero no se podía quejar.

Ya que Jabami parecía indispuesta a tratar con Ikishima, la chica de cabello corto centro su vista en uno de los acuarios de la presidenta. Había todo tipo de criaturas, todas luchando para sobrevivir a su propio mundo.

Los minutos se sintieron como horas, la chica de un solo ojo aparto la vista del acuario para ver a su acompañante, estaba sentada en el suelo mirando en dirección a la puerta, parecía a la escena de un perro esperando a su dueño. De solo imaginarlo le causo gracia a Ikishima, pero no podía dejar a su diosa ahí en el duro y inmundo suelo, ella se merecía un buen lugar.

—Se que soy desagradable, pero mierda solo dime que me quite y lo haré, no hace falta de que te sientes en el suelo cuando hay bastante espacio en el sofá. —

La chica no respondió.

—¡Bien, si no te quieres mover, lo haré yo por ti!—

La oficial se levantó del sofia y camino hacia la amante de las apuestas, la tomo en su brazos y la cargo hacía el sillón sentandola, la chica de cabello largo la miro con ligero asombro.

Habiendo dejado a su Diosa en un buen lugar, Ikishima tomo el lugar en que estaba Yumeko hacía unos segundos, parecía que la chica no dejaba el plan de ignorarla pero podía sentir su mirada en su nuca.

—¿Qué...? — pregunto en dirección a la amante de las apuestas.

Ante la falta de respuesta, Ikishima supo que si la chica le hablara le diría nada.

—Si, eso imaginé— Musito Ikishima.

La pelinegra siguió mirando a la oficial por unos segundos más antes de desviar su mirada hacía el acuario de la habitación.

—Sabes Yumeko, he hecho hasta lo imposible para que me vuelvas a hablar... y mierda ¡ningún intento funciono! — la oficial se río al recordar cada unos de sus últimos intentos —Esta es mi última carta, si no funciona prometo que te dejare en paz. —

🄺🄰🄺🄴🄶🅄🅁🅄🄸 🄾🄽🄴 🅂🄷🄾🅁🅃🅂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora