Solo dos semanas

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- Solo dos semanas, solo dos semanas - Theo no paraba de decir las mismas palabras una y otra vez, ya me estaba sofocando.

- Será mejor que te calles, Miguel está a punto de llegar y tu sigues cotorreando - lo regaña Gianna.

- Solo dos semanas, solo dos semanas - vuelve a decir mi amigo y compañero de trabajo.

- ¡Martinez! - la estresada voz de Miguel resuena por todos y cada uno de los cubículos.

- ¡Disculpe! - grita mi amigo y Miguel le lanza una mirada cansada.

- Ya solo faltan dos semanas para nuestras vacaciones, Theo. - le digo tratando de animarlo - Así que será mejor que trabajes arduamente para que el fósil de Miguel no te cancele.

- ¡Dios santísimo! - exclama mi amigo - Si eso sucede me declaro loco.

- Gonzalez... - Miguel reprocha mi palabrería con tono amenazante.

- Lo siento - ruedo los ojos, y lo hago ya que no me puede ver.

- ¿Y éste qué? ¿tiene oído biónico? - Theo dice con verdadero fastidio.

- ¡Oí eso!

***********

Estiro mis brazos entumecidos por la posición y saco los audífonos que rodean mi cabeza.

Por fin ha acabado esta jornada, quiero llegar a mi casa y echarme en la primera cosa suave que encuentre.

- Anastacia, necesito hablar contigo - la voz de Miguel aparece como la del diablo por en medio de la puerta de ingreso hacia los cubículos de Call Center.

- ¿Es importante, porque ya queri...?

- Ahora - aclara con desgano.

Pendejo hijo de su...

- Anni, deberías ir antes de que al princeso de Miguel se le salgan los ojos por la ira - Romina me detiene en medio del camino y me lo dice con una chillona y fingida voz.

Miguel es muy conocido por ser el consentido de papá. Maldito vago que lo único que sabe hacer es dar órdenes.

Asiento y camino hacia la oficina del pendejo princeso.

- ¿Necesitaba hablar conmi...?

- Toma asiento. - ordena - Como ya sabemos, tus vacaciones con las de tus amigos son en aproximadamente dos semanas - no me gusta ése tonito - y bueno, quería que supiera que necesito que hagas algo por mi - maric... - Quiero que realice un reporte completo acerca de las últimas confirmaciones y contratos que con hazaña ha logrado en los últimos meses.

Es increíble como Miguel puede cambiar del tuteo, a hablarme con respeto, pero no podemos esperar más del niño de papi.

- Se supone que ése trabajo es suyo - hago énfasis con lo último que digo - ¿Por qué debería hacerlo yo?

- Recuerde el favor que le hice hace algunos días. - piensa cerebro. Mi silencio le hace entender que no sé de que habla. - Cuando mi padre vino a supervisarlos y usted por un "error técnico" no me había mandado la información de el empresario con el que fraternizó.

Ahora recuerdo.

Fue tan humillante, lo que le faltaba era grabarme y subir el vídeo a todas las redes sociales existentes. Por último accedió a cubrirme, -pero debí imaginarme-, querría algo a cambio.

Hago una mueca y miro hacia otro lado. Alternativas: No lo hagas y Miguel te hará la vida más miserable de lo común. Hazlo y tragate los insultos. Ninguna más.

Cerebro de pacoti...

- ¿Y bien? - me apresura mi jefe.

- Si lo hago me dejarás en paz - me cruzo de brazos. Diciéndolo más como afirmación que como pregunta.

- Claro... - me levanto - que no.

Lo regreso a mirar y una sonrisa se expande por su rostro. Maldito.

De igual manera, era mucho pedir que dejara de hacer lo mejor -y único- que sabe hacer: Hacer la vida miserable de los trabajadores.

En verdad que no sé como el señor Collins puso de gerente a su estúpido hijo.

Me dirijo hacia la puerta pero no sin antes escuchar a Miguel decirme que le debo dar el trabajo unos días antes del inicio de mis vacaciones.

Genial. Trabajo extra.

Voy tirando palabras al azar que ni yo entiendo. Pisando fuerte como si las baldosas tuvieran la culpa. Mis brazos se mueven de adelante hacia atrás con fuerza como si quisiera golpear el aire.

- Estúpido oxígeno - refunfuño.

***************

Espero el ascensor y doy pequeños golpes con la punta de mi pie izquierdo.

- Vaamoos - dejo caer mi cabeza hacia atrás con exasperación.

Doy un golpe a las puertas y al instante me arrepiento.

- Las compuertas no te van a escupir el ascensor. - una voz me habla y siento la presencia de un cuerpo a mi lado.

Me giro y un chico de cabello negro también espera el ascensor. Se voltea y deja al descubierto unos ojos verdes muy atractivos. Esboza una sonrisa blanca.

- Soy Jhonny - me estira su mano.

- Anastacia. - le acepto el saludo.

- Y Anastacia...¿Me va a decir por qué agrede a la puerta? - dice en tono formal.

- Porque no tengo con quien más desquitar mi ira - me encojo de hombros.

Asiente y mira de nuevo al frente. Maldito sube y baja, apresura el paso.

Cuando veo que las compuertas metálicas se abren una sonrisa ni duda en salir.

Entro y el chico me sigue.

- ¿Vives aquí? - me pregunta.

- Si. ¿Tu?.

- No, solo vengo a ver a mi hermana.

Asiento y espero a que llegue a mi piso.

- Me quedo aquí - Jhonny aprieta el botón y sale sin antes decirme - nos vemos -.

Le sonrío en respuesta y veo que sus ojos verdes se desaparecen por detrás de las puertas.

- Que guapo - digo en un suspiro cuando empieza a subir.

Cuando llego al piso de mi departamento salgo del pequeño cuarto del sube y baja. Empiezo la búsqueda en mi cartera que se asemeja a Narnia, me encuentro con aberturas de dulces, mi celular, maquillaje, bolígrafos, ...¡Bingo!.

La saco y meto en la perilla la llave.

Ni bien voy entrando y la silueta de mi hermano aparece con una pose que consiste en: Parada recta, manos puestas en la cintura, mirada fija, y ahora... Bueno, me está señalando con su dedo índice y se lo pasa por el cuello diciendo: - Morirás - .

Si se decían que yo a mis 22 años seguía siendo tan inmadura como una chica de 15 años, pues ahora vean a mi hermano con 24, es mucho, pero mucho peor que yo.

Pero, mi hermano se mantiene mejor que yo en el estado físico, ¿y como no?, practica tenis y nada más que eso. Lo envidio mucho, se mantiene en base a su trabajo -el deporte- mientras que yo tengo que aguantar a Miguel.

Y ahora yo sé porque está de ese humor.

Todos menos túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora