Si ambos pudieran escoger cual fue el momento en que su amistad se hizo más fuerte sin duda ambos contestarían que fue en su viaje hacia Zelad y el dulce pantano. Fue ahí donde estrecharon sus lazos de amistad como nunca antes.
El evento en cuestión había ocurrido meses luego de conocerse. En aquel día recordado día Grandracmon caminaba por el bosque junto a ella. Él era un centauro de buen tamaño cuyas alas de dragón podían extenderse para hacerlo ver aún más grande de lo que era. Poseía una larga cabellera que caía como una cascada que se regaba por detrás de su ancha espalda. Su parte de caballo asemejaba a un fuerte animal de batalla, mientras del torso para arriba tenía un cuerpo masculino bastante atlético que dejaba ver sus bíceps y pectorales, así también como su abdomen perfectamente marcado.
La separación entre su parte de caballo con la de su parte humana estaba delimitada por varios cinturones gruesos que escondían parte de esos abdominales masculinos que se asomaban seductores por detrás de los cinturones.
Caminando frente a él estaba Rosemon. Una hermosa Digimon con aspecto de una rosa de pétalos bellísimos. Aquellos pétalos adornaban la parte superior de su rostro y su cabeza. Sus sonrientes labios rojos combinaban a la perfección con los pétalos del mismo color. Grandes hojas verdes aparecían por su espalda dándole a su apariencia un aspecto llamativo.
Rosemon era esbelta con su figura femenina que relucía a través del traje ceñido al cuerpo que traía.
-Asi que estas emocionado de ir a Zelad, uh?- Pregunto Rosemon que caminaba ligera por el camino observando alegremente como un ave azul se posaba sobre su hombro.
Grandracmon no se veía para nada emocionado, al contrario sus labios denotaban una expresión de seriedad. Aun así su respuesta no estaba en tono a las expresión fría de su rostro.-Si.....- respondió Tajante. Tan solo bastó eso para que el ave saliera disparada por el temor que le provocaba la voz del hombre-centauro A ella misma se le llenaba con temor el corazón mientras él vocalizaba más palabras.
Rosemon ya estaba acostumbrada a que la voz de su compañero tuviera ese efecto así que no se sorprendió demasiado, pero realmente le hubiera gustado poder charlar largamente con él sin que la maldición de su voz ejerciera aquella influencia terrible sobre su entorno.
-bueno, supongo que sonríes internamente amigo...- Comentó ella a veces deseando que su compañero de viaje pudiera hablar más.
-Hay gente que dice que no paro de hablar así que creo que somos excelentes compañeros de viaje, ¿no? – Preguntó Rosemon a lo que su compañero asintió afirmativamente prohibiéndose hablar para no asustarla.
-¿Te imaginas que tú también hablaras constantemente? Estaríamos interrumpiéndonos siempre y hablando al mismo tiempo. ¡¡Wuuuuu!!, sería difícil entendernos- Dijo ella casi como flotando sobre el piso, se dio la vuelta como bailando para ver a su compañero que volvió a mover afirmativamente la cabeza con una ligera sonrisa. Grandracmon parecía estar de buen humor aquella tarde. No era para menos pues ambos iban juntos al antiguo poblado de Zelad
-Pareces menos serio que de costumbre amigo. ¿Te gusta ir a Zelad? Dicen que es un pueblo de criaturas vampiro como tú ¿cierto? - Preguntó ella. Rosemon sabía las criaturas vampiro tenían la ventaja y el defecto de vivir mucho tiempo. Pero el problema de tener una existencia tan larga es que mucho de lo que aprecias va siendo destruido por el tiempo.
En Zelad las cosas siempre estaban igual, como estancadas en el tiempo. Algunos digimon vampiro les gustaba visitar el único lugar del Digimundo que no cambiaba nunca. Que siempre permanecía familiar. Siempre la misma comida, la misma gente, las mismas casas y árboles.
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EL ESCLAVO VAMPIRO DE ROSEMON
FantasyRosemon tiene un atractivo amigo que posee una maldición extraña que solo se cura a ratos con....¿cosquillas? ¿Podrá ayudar la chica a su amigo y mientras tanto divertirse haciéndole cosquillas al chico que le gusta? Esta es una historia de cosquill...