uno

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Llevábamos más de cuarenta minutos de viaje, era mediodía y la carretera se encontraba desolada. Por alguna razón me daba la impresión de que íbamos por el camino equivocado.

—Calum, detén el auto —pedí aferrándome a la manilla de la puerta dispuesta a bajarme—. ¡Deténlo!

Él frenó con fuerza y me miró confundido, inmediatamente me dejé caer en el respaldo del asiento y resoplé. Él parecía intentar restablecer su respiración.

—¿Qué diablos te sucede?—refunfuñó apagando el motor.

—¿Estás seguro de que es la vía adecuada? —pregunté observándolo con una mueca.

—Según lo que me dijeron, sí —respondió encogiéndose de hombros.

—¿Acaso tienes algún mapa para corroborarlo? —cuestioné debido a que su poca seguridad no terminaba de convencerme.

Me fulminó con la mirada antes de bajarse y rebuscar entre todas las porquerías que habían en el maletero hasta dar con el ansiado papel.

—Lo tengo —dijo cuando regresó al píloto. Lo abrió y lo puso entre nosotros—. ¿Ahora me crees? —preguntó señalando un camino marcado de rojo en el mapa.

Asentí para luego suspirar con pesadez, él soltó una risita nerviosa antes de volver a encender el motor.

—No me digas que te arrepentiste —murmuró como si se tratara de una locura.

—No es eso —jugué con mis dedos pensando en qué decir—. Es sólo que...tengo un mal presentimiento.

—Ten calma, quizás se deba a la ansiedad por llegar —me guiñó un ojo y emprendimos el viaje. Sonreí inquietamente mientras intentaba convencerme a mí misma de que sólo era eso.

Quise creerle, pero sus palabras tranquilizadoras no hicieron efecto en mí.

  Minutos después noté la reducción de velocidad y luego las típicas maniobras que hacía Calum para estacionar. Colgamos los grandes bolsos en nuestros hombros y nos dispusimos a buscar el lugar perfecto para dormir.

—¿Sabes cómo armar la carpa?—preguntó, estático. Antes de que pudiera responder o siquiera alzar una ceja, continuó—. Lo enseñaron en el campamento de verano, aventura o algo así, éramos pequeños y recuerdo que estaba en el baño cuando explicaron eso. —Lo miré como si estuviera hablando en otro idioma y él suspiro, agotado de intentar hacerse entender—. ¿No recuerdas, entonces?

—Para nada—reí, como si fuera obvio. Me recogí el cabello en una media cola, ¿Quién realmente a los ocho años prestaba atención a lo que enseñaban en un campamento de scouts? Probablemente estaba distraída viendo a una ardilla o algo así.

—Busca en Internet—pidió. Asentí sacando mi celular del bolsillo trasero de mis deportivos e intenté ingresar.

—No hay señal por aquí.

—No sé cómo es que te graduaste como exploradora estrella—bufó.

Lo miré ofendida, dispuesta a defender mi orgullo—. Ya recuerdo, dame eso. —Alzó ambas cejas incrédulo y le arrebaté la caja que contenía la tienda de acampar.

   Me adentré al bosque con paso firme y paré en un lugar lo suficientemente llano para poder apilar ramas a la hora de armar una fogata y acomodar la carpa sin despertar con un dolor de cuello insoportable. Estábamos rodeados por frondosos árboles significativamente altos, eso nos podría ayudar si veíamos algún oso pardo y queríamos evadir el ataque escalando.

 Saqué los materiales (no tan livianos) y comencé a intuir que esto llevaría tiempo. Bastante tiempo.

(...)

 Limpié mis manos por la camisa de mi amigo sin que éste se diera cuenta, sonreí inocentemente en cuanto volteó—. ¿Quieres recorrer el lugar?—pregunté.

—Está bien—accedió.

Estaba bastante cansada, el entusiasmo se había ido en cuanto la intuición se había aparecido en el viaje, y obviamente, las dos horas desgastadas en el armado de nuestra ‘’habitación’’.

—¿Qué fue ese sonido? —pregunté a los minutos de habernos acostado sobre el colchón inflable.

—Es un búho, tal vez —respondió Calum con voz adormilado.

 Exhalé y me quedé observando el techo de la carpa, la luz de la luna reflejaba las ramas de los árboles dándole un aspecto sombrío.

 Otro ruido surgió y mi pulso se aceleró. Quité las mantas que tenía sobre mi cuerpo con intenciones de levantarme, pero el brazo de Calum me lo impidió.

—¿Dónde vas? —se quejó encendiendo la lámpara de noche a medida que tallaba sus ojos.

—Sentí un ruido y... —comencé a explicar siendo interrumpida.

—¿Otro más? Te demostraré que no hay nada que temer —mencionó en lo que abría el cierre  de la tela que nos dividía del exterior. —¿Lo ves? —iluminó cada centímetro del lugar.

—Juré que el fuego estaba prendido —murmuré lo más bajo que pude.

—Has estado especulando todo el día —contestó restándole importancia.

 Se dio media vuelta para introducirse nuevamente en la carpa, mi boca se abrió a tope en cuanto capté un rostro pálido mirándome fijamente tras su espalda. Me quedé inmóvil hasta que Calum estuviera completamente a salvo, y como si nada hubiera pasado él se durmió dejándome con esa presencia extraña en la total oscuridad.

 Cada vez que cerraba los ojos, esta se colaba en mis sueños como por arte de magia.

 Esa noche no dormí...

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wow primer capítulo, ali y yo estamos muy emocionadas con esta historia, comenten que les pareció:-) 

camping ➳ c.h [pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora