Capítulo 1

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- ¡Liz! Vamos es momento que te despegues de esas sábanas-

- ¡Déjame Érica! -

- ¡Te juro que iré por agua! - amenazó la rubia-

- No serías capaz - dijo Liz tapándose la cara -

-Enserio, ¿eso crees? - miró seria a la menor- Bueno me haz retado - salió del cuarto -

- ¡¿Qué te pasa?! - el chorro de agua había estrellado en su cara - ¡Érica David me las pagarás!, ¡Lo juro! - salió de la cama en busca de la rubia que ya había desaparecido fugaz de la habitación-

- ¿Y esos gritos? - preguntó la mujer robusta mientras sacaba la mermelada de la alacena -

- Es Liz, mamá. No le hagas caso, siempre exagera - bromeó la muchacha mientras llegaba a la cocina -

- Érica...- miró con el ceño fruncido a su hija -

- Solo fue un poco de agua -

- ¡Érica me dará un resfrío! - habló la castaña entrando ofuscada a la cocina -

- Oh mi niña se enfermará... - se acercó la mujer y con un pañuelo le secó el rostro - Ve linda, cámbiate o la humedad te afectará -

Aquella mujer era Miriam Ríos quien ha cuidado de la joven castaña desde los cuatro años, cuando el señor Dante Rial dejó la casa. El mencionado hombre era uno de los nuevos físicos más reconocidos del siglo XXI, gozaba de una fortuna exquisita gracias a sus millonarios proyectos y avances científicos. Alabado así por sus fieles estudiantes de la universidad de Oxford. Se mudó a  aquella ciudad inglesa al cumplir los 18 años y después de ello dedico su tiempo al estudio, pero a pesar de ello no podía olvidar a Julia Laos, aquella joven alocada y risueña que conoció en La Isla. Pasaron unos diez años, se encontraba reposando en los bancos de la estación después de una larga jornada de trabajo, sin muchas ganas de siquiera prestar atención a su alrededor, dejó pasar el metro, y sus ojos trajinados se abrieron de golpe al ver a Julia, sí ella estaba frente a él, su todo.

La familia Rial Laos, se estableció así en una finca ubicada en Hitchin Hertfordshire. Allí vivieron y gozaron de su apresurado matrimonio, siendo los primeros años de pura felicidad. Tras el nacimiento de Liz, el matrimonio brilló en su máximo esplendor y ambos padres se desvivían por aquel ser  fruto de su amor.

Al cumplir los cuatro años, la tragedia llegó a la casa, puesto Julia Laos había perdido la vida y en el salón solo resonaban sollozos. El señor Rial acompañó a su esposa e imploró por primera vez a Dios que su bella Julia vuelva a la vida, pero esto no sucedió. Por la mañana apareció sólo en la casa tal muerto en vida. Ignoró a los empleados que preocupados se le acercaron, pasó a su despacho y se encerró allí sin decir más.

15 de septiembre de 2006

- Señor Dante - dio leves golpes a la puerta- Su almuerzo-

- Déjalo afuera - dijo con desinterés mientras revisaba unos papeles-

- Señor... ya lleva mucho tiempo allí, su hija...-

- ¡Dije que lo dejes! - Alzó la voz cerrando el puño contra la mesa- Sólo... déjalo-

- ...Bien señor-

El hombre se desplomó frustrado en el pequeño sillón, jamás había gritado a Miriam, pero el dolor y la agonía de su alma lo tenía fuera de sí. Su hija... su linda Liz era el reflejo de Julia, la niña se parecía cada vez más a su madre. Él no podía verla. Por meses se refugió en su despacho, ahogado en el alcohol y el cigarro, apreciando el lindo cuadro frente a él, el bello rostro de su esposa retratado en un cuadro.

- ¡Julia, por qué me dejaste! - lanzó el jarrón sin importarle que- Eras todo en mi vida...- cayó como un niño en el tapete, las lágrimas habían salido- No puedo seguir sin ti, amor mío...-

Aquella noche no bebió, se paró apenas, cogió papel y un bolígrafo escribiendo en él "Querida Liz", tardó mucho escribiendo mientras se secaba las lágrimas, dobló el papel y en un sobre lo guardó. Caminaba en el despacho en idas y venidas, sacando cosas y guardándolas en un maletín, ordenó los papeles que regados se encontraban en el piso, tomó su sacó y observó por última vez el cuadro- Lo siento...-

Salió después de siete meses del despacho, la casa estaba igual y cuadros seguían perfectamente colocados, el aroma de su mujer aún deambulaba en la casa y un leve apretón dio en su corazón, caminó sigiloso en busca de la única persona en que podía confiar- Miriam estás ahí- dijo tras la puerta de la habitación de la mujer-

- ¡Señor Dante! - expresó fuerte al verlo después de mucho tiempo-

-Baja la voz- dijo haciendo gestos con la mano- No quiero que despierte Liz-

- Señor Dante- habló bajito- ¿Cómo es que...-

- Miriam no hay tiempo de explicar, yo... debo irme-

- Señor...-

- No puedo estar aquí, sólo te pido que cuides de Liz y que le entregues esto cuando creas que esté preparada para leerlo- le extendió la carta- yo te mandaré dinero- miro hacia el pasillo que daba a la habitación de su hija, la pena y culpa otra vez le oprimía el corazón- hazla feliz, ¿sí?, cuida de mi hija. Cuando mejoré volveré, lo prometo- abrazó a la mujer y salió sin más de la casa. Dante Rial se había ido para siempre.






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Hola :)

Después de mucho decidí retomar este fic, ciertamente he modificado muchas cosas en cuanto a la historia y el rumbo que esta tendrá, espero que lo disfruten y puedan darle la oportunidad. 

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