Capítulo IV

186 28 1
                                    

*Narra Killaria*
Me encontraba en mi cama, un dato curioso es que estaba en la cama de mi casa, no la del Castillo. Tenía un camisón, pero no era mi camisón rosa pálidos, este era corto, demasiado corto, era negro y de tirantes, era muy revelador para mi gusto, y por si fuera poco, no estaba usando ropa interior.
Esto es bastante extraño, nunca antes había visto esta prenda, y si la hubiera visto, no la usaría.
Levanté la mirada y el príncipe Frauss estaba parado a los pies de mi cama. Tenía una bata roja y un pantalón negro holgado. Se deshizo de la bata dejándome ver su torso desnudo, tenía marcados los músculos y sin embargo se lo veía muy fino.
Luego recordé la prenda que vestía e inmediatamente me cubrí con el acolchado. El se sentó a mi lado y me miró con una sonrisa torcida en su rostro.
-¿Esto es real?- pregunté dudosa, sinceramente no parecía como si lo fuera, su casa, su vestimenta, su visita, no tenía lógica.
-Claro que lo es, de lo contrario no podría hacer esto- dijo tomando mi mano, la sensación era tan real.- O esto- dijo bajando el acolchado y subiendo una mano por mi pierna hasta mi muslo. Me sonrojé al instante, el siguió subiendo su mano hasta llegar a cierta parte, y ahí reaccioné.
-Detengase- dije poniendo mi mano encima de la suya tratando de que no siguiera.
-Confía en mi Kira, relájate- dijo retirando mi mano y siguiendo su rumbo. Mi cuerpo reaccionó ante su tacto haciendo que un escalofrío paseara por mi espina dorsal. Siguió moviendo su mano, mi madre no me había explicado que era lo que el estaba haciendo, pero me imagino que ha de ser una de las cosas que me hacían sonrojar.
Comencé a sentirme extraña, sentía un cosquilleo en esa parte. Cuando pensé que no podía más todo se volvió negro.

Desperté sudada y agitada, me encontraba en mi habitación en el Castillo, todo había sido un sueño, no podía creer que había soñado esa clase de cosas.

Traté de volver a dormir, sin embargo no tuve éxito. Decidí bajar al comedor por un té, tal vez despierte mi cansancio.

Bajaba las escaleras de piedra hasta encontrarme en el comedor, lo extraño era que los cocineros estaban trabajando todo el día, me sorprendí debido a que una mujer me preguntó si quería algo, y por la luna en el cielo, podría asegurar que no había amanecido.

-Un té, gracias- respondí sentándome en una de las sillas del comedor.

-¿Le gustaría que encienda algunas velas?- me preguntó la misma mujer mientras ponía una taza de té frente a mi.

-No, así está bien.- dije.

Comencé a tomar el té, cuando siento unos pasos atrás de mi. Seguramente era una de las empleadas- pensé.

-Este no es un horario para que señoritas estén despiertas-dijo el príncipe sentándose junto a mi.

Recordé lo de mi sueño y me sonrojé.

-No he logrado conciliar el sueño- dije mirando a mi taza, quería evitar el contacto de sus ojos.

-¿Te encuentras bien? Pareciera que tienes fiebre, estas roja-dijo confundido.

-Me encuentro bien, gracias por la pregunta- respondí mirando el techo.

-De acuerdo, creo que deberías ir a dormir, o por lo menos tratar de hacerlo.- me dijo.

-Tiene razón, con su permiso- dije levantándome de mi asiento, dejando el té a medias.

-Kira- me llamo, detuve mi paso pero no me di la vuelta. Sentía como se acercaba a mi y susurraba en mi oído.- Que descanses.-

Asentí y me retiré de allí lo más rápido que pude. Llegué a mi habitación para darme cuenta de que no era mi habitación. Seguramente había confundido los pasillos y me encontraba en otro lugar. Traté de salir de la habitación en silencio, pero un par de brazos se enroscaron en mi cintura impidiéndolo.

Candidata a PrincesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora