Capítulo único

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Nacer en navidad puede parecer especial para cualquier persona, pero para él, un chico que desde su niñez fue solitario y retraído, era un día más que fácilmente pasaba desapercibido. Los vagos recuerdos de su infancia volvían a él en las fiestas decembrinas. En aquel entonces veía miles de sonrisas y regalos que pintaban las frías calles de la ciudad, y él solo se limitaba a observar cual espectador ansioso, reteniendo esos anhelos infantiles por aquellas festividades cálidas y familiares. Desde pequeño fue alguien con limitaciones y bajos recursos, sus padres no podían darle más allá de lo que una persona promedio necesitaba para subsistir, y conforme los años pasaban, cosas normales para otros como regalos en sus cumpleaños o por las festividades populares, estaban ausentes.

Victor se acostumbró a la ausencia de atención y afecto, y desarrolló una personalidad introvertida como una especie de escudo para mantener su estabilidad emocional intacta. Tenía dificultades para hablar a raíz de sucesos traumáticos en su vida, y por ello, decidió centrarse únicamente en su trabajo y las actividades que no requerían una intervención de sus emociones para llevarlas a cabo correctamente. Disfrutaba las cosas simples como pasear, regar las plantas o jugar con su perro, y se abstuvo de socializar para así evitar la decepción o el salir herido, además, no tenía ganas de lidiar con la hipocresía de las personas. Poco a poco fue normalizando el ignorar esas necesidades básicas sobre relacionarse con otros, y de ese modo, continuó viviendo hasta sus veintitrés años.

En la víspera de navidad de aquel diciembre frío, Victor y todo el personal de la oficina de correos se encontraba de un lado a otro entregando los últimos encargos de la pila enorme que se hacía cada año. Grandes cantidades de paquetes llegaban en esa época, desde ostentosas cajas con adornos maravillosos, hasta pequeñas cartas con diversas dedicatorias. Para el personal que laboraba toda esa temporada sin descanso, la navidad representaba ajetreo y estrés, pero para Victor no era más que un día lleno de trabajo como cualquier otro, y por extraño que pareciera, disfrutaba la emoción que irradiaban los rostros de las personas a las que les entregaba los paquetes. ¿Eso lo convertía en un mensajero de Santa Claus? Ese tipo de preguntas infantiles llegaban a su cabeza al tener los obsequios en sus manos y hacerlos llegar a sus dueños, y de esa manera, tenía su propia calidez en aquel día que los demás consideraban importante.

Luego de trazar su ruta y tomar algunos encargos pequeños para ese día, llegó a uno de los domicilios y tocó el timbre para dar aviso del paquete pequeño que quedaba en el buzón. No era necesario esperar a que la persona atendiera, pero al escuchar la manera enérgica con que se abría aquella puerta, frenó sus pasos y giró su cabeza para atesorar la reacción de aquella persona.

-¡Gracias, señor cartero! -una joven que sacaba con descuido la pequeña caja de aquel buzón, le dedicó una sonrisa en agradecimiento- ¡Feliz navidad!

La mujer no esperó respuesta y a toda prisa volvió sus pasos para entrar a su casa, mientras que Victor, con una inevitable sonrisa, continuó su camino para entregar el siguiente paquete.

La calle estaba llena de gente haciendo las compras de último minuto, todos corrían de un lado a otro en medio de aquel clima frío que parecía no afectar su ritmo. El parque principal de la ciudad que estaba en el centro de aquellas calles, se veía iluminado con un enorme pino con coloridas esferas, luces colgadas en cada poste y baranda, y adornos navideños de todos colores y tamaños. Los niños corrían de un lado a otro, las parejas se sentaban a descansar y otros más simplemente iban de paso. La gran cantidad de personas era algo que ponía nervioso a Victor, pero debido a la gran carga de trabajo que tenía ese día, ni siquiera tuvo tiempo de preocuparse por cómo lidiar con ello.

En una de las esquinas del parque se veía un ostentoso trineo adornado con esferas, regalos y luces parpadeantes, y un terciopelo rojo que cubría el asiento principal que brillaba a juego con aquellos farolillos blancos. Los niños pequeños hacían grandes filas para posar a la cámara al lado del gran Santa Claus; un señor de edad avanzada que reía sin descanso para así alegrar el día previo a la navidad.

Presente [Oneshot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora