Hades, 5 años.
Mamá se sacó su cinturón mientras yo gritaba y le decía que mi espalda y mis pompis dolían. Quería que dejara de golpearme, su cinturón estaba lastimándome y veía gotitas rojas en el piso. Me ardía mucho, pero mamá no paraba.
– ¡Por favor, mami! ¡Nunca más saco la harina de la mesa! –grité esperanzada de que dejara de pegarme, pero dejo de golpearme con el cuero y ahora me golpeaba con la hebilla del cinto. – ¡Déjame, por favor!
Hades, 9 años.
– ¡Suéltame! –le grité al nuevo novio de mamá. Sabía lo que quería hacerme, pero mi madre estaba tan drogada que no era capaz de despertarse a defenderme. La última vez que me defendió, Edward hizo lo que me está por hacer con ella. – ¡Por favor! –grite entre lágrimas. – ¡Me duele mucho! –intente zafarme, pero logró rasgar mi pantalón. Sabía lo que me haría, así que cerré mis ojos y pensé en una mariposa. Me convertí en una y me dejé ir.
Hades, 11 años.
El policía esposó a mamá y a su nuevo novio. Edward había muerto hace tiempo ya, y ahora Carlos me miraba como yo solía mirar un plato de pasta. Me heló la sangre, pero ya no los vería jamás. Me llevarían a un orfanato, pero para mí era un cuento de hadas. Soy una mariposa va a poder volar lejos del caos.
Hades, 16 años.
–Esto es un desastre, hay muchísima sangre... ¡Rob! ¡¿Rob, dónde estás?! ¡Mierda, no veo a Rob! –grité al teléfono. – ¡Los autos se están incendiando! ¡Vengan rápido, por favor!
Corrí al auto a ver si Rob estaba allí, pero no vi su cuerpo por ningún lado. El auto que se estrelló contra nosotros estaba hecho añicos, pero de una forma u otra logré sacar a los dos que iban, pero el conductor tenía mal aspecto. Apestaba a alcohol y podía ver su fémur saliendo por su muslo, actúe rápido, poniendo un torniquete. La chica solo tenía muchos cortes a causa de los vidrios rotos, pero yo seguía sin encontrar a Rob.
– ¡Mierda Rob, ¿dónde estás, carajo?! –grité, tratando de ver algo. – ¡Joder! –grite al ver que el auto donde iba con Rob explotó. – ¡Rob!
Hades, 19 años.
– ¿Qué llevaba puesto, señorita?
Alcé mis ojos al policía, quién tenía una libreta y una lapicera, esperando a que relatara la corta historia. Tragué saliva, a nada de ponerme a llorar, a nada de salir de aquí y de arrojarme debajo del primer vehículo en movimiento que se cruce frente a mí.
– ¿Por qué mejor no me pregunta si mi maltratador iba borracho? –ataqué, sintiendo mis ojos aguarse nuevamente. –Esto es pura mierda. Son unos inútiles. ¿No tendrían que protegernos? Llevaba puestos unos pantalones anchos y sudadera. Y no, no le hable al señor ni le hice miradas tiernas para incitarlo a secuestrarme por dos días y... –las palabras se quedaron atascadas en mi boca, incapaz de pronunciarlas. Me dolía el cuerpo, mi piel ardía del asco que me causaba, mi alma y corazón también dolían. No podía respirar, no... simplemente no podía...
– ¡Llamen a una ambulancia! ¡Mierda, llamen a una ambulancia! –fue lo último que escuche antes de descompensarme.
Hades, meses atrás.
−Olivia −le llame, desde la puerta de su departamento. Dejo de reírse por algo que había dicho Harlem, su novio de hacía pocos meses. Al clavar sus ojos en mí, supo que algo no andaba bien.
−Harl, necesito que te vayas −le murmuró, con un gesto serio. Creo que incluso él noto que algo iba mal. Yo también daba esa sensación. Mis ojos estaban repletos de lágrimas, también andaba con mi pijama cuando afuera debían hacer al menos diez grados.
Me quedé de pie mientras observaba a Harlem. Oliv también se había levantado y recogió las cosas que estaban sobre la mesa. Cuando su novio se perdió tras la puerta, no aguanté mas y comencé a sollozar.
−Volvió, Oli −murmuré cuando sus brazos me alcanzaron −Claudia volvió.
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Hades Miller
ChickLitElla no espera mucho de las personas. Él dice que enamorarse es una perdida de tiempo. Pero si ella quiere tirarse por un puente, él saltará tras de ella sin pensarlo dos veces, y con un paracaídas o amortiguará su caída.