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El 10 de Junio, tres años atrás, fue el día que SeokMin encontró por los estrechos callejones y entre el frío del anochecer, a un pequeño felino dentro de una caja siendo abandonado repentinamente, uno con el cual había experimentado demasiadas cosas una vez que el universo le había concedido su más profundo deseo.

Y para SeokMin, la decisión que más fácil pudo tomar, fue el darle un día de cumpleaños a su adorable Junnie justo el día que se habían encontrado el uno al otro.

SeokMin y Jun salieron durante toda esa tarde a una maravillosa cita, dónde SeokMin pudo presenciar las lindas expresiones que Jun reflejaba al momento de ganar un peluche de felpa con forma de vaca que obtuvo en un juego de dardos.

—Mira, Seokie. Este eres tú —Canturreo con una espléndida sonrisa.

SeokMin se rió y besó la palma de su mano con dulzura antes de salir con las manos entrelazadas. Compartieron un helado mientras SeokMin escuchaba atento a Jun, quién no paraba de crearle divertidas historias a las personas que pasaban por su vista.

Era el cumpleaños de Jun, y el pelinegro esperaba que su novio se divirtiera como nunca antes. Pero Jun aún no entendía esa parte de los cumpleaños, cada día junto a SeokMin eran más que maravillosos, que pensándolo bien, podría decir que todos los días del año podrían ser sus cumpleaños ya que SeokMin era tan atento y cariñoso con él.

Cuando vieron que el sol empezaba a esconderse minuciosamente, partieron a su hogar donde esperarían a unos cuantos invitados para festejar con ellos el cumpleaños del dulce Junnie.

Después de la deliciosa cena y las animadas charlas, el momento de apagar las velas y degustar del pastel llegó.

—Pide un deseo, Junnie —Agregó su novio moreno al momento de acariciarle una de sus mejillas.

Jun sonrió, y cerró sus resplandecientes ojos pidiendo con anhelo lo que su palpitante corazón demando. Sopló las velas y se sonrojo por la compañía de los aplausos a su alrededor.

— ¡Ah! ¡Ah!

—Junnie, ve más despacio...

Jun gimió más fuerte cuando aceleró los movimientos de su pelvis, embistiendo su orificio una y otra vez contra la dureza de SeokMin.

— ¡Ah! ¡Seokie! No sabes cuánto extrañó mi culo para que lo llenara tu pene.

— ¡Junnie! —Gimió su nombre al ver cómo el de hebras gríseas brincaba en él con salvajismo.

Era más que obvio, que tendrían una noche llena de pasión cuando Jun decidió, un mes atrás, torturar a SeokMin con abstinencia. El peli gríseo había justificado que era para tener más placer de lo usual, o eso se quiso creer al leer un articulo de una revista de cuarta.

Cuando menos lo esperaron ambos llegaron a su sublime orgasmo. Jun apretó sus níveas piernas contra SeokMin esparciendo su tibio líquido en el abdomen y echando un gemido entrecortado al aire. Y el moreno rugió al venirse dentro mientras cogía la tersa cadera con firmeza.

Ambos se besaron con necesidad, sin permitirse despegarse de sus sudorosos cuerpos.

El amanecer tomo a SeokMin por sorpresa. Las delicadas líneas solares que se filtraban por la ventana de su habitación fue una parte de ello, e inclusive el ruido inarmónico de las máquinas constructoras. Sin embargo, SeokMin escuchó unos ruidos escandalosos dentro de la habitación que fueron la verdadera razón por la que su sueño profundo fue interrumpido, después de una larga sesión lujuriosa durante la noche.

Escuchó como las cosas a su alrededor se caían, como si alguien las estuviera tirando a propósito. Su aguda audición le hizo reaccionar en cuanto al ruido de las cortinas halarse de un lado al otro.

Cuando Las Velas Se Apagaron ➮ᏚeokᎻuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora