único

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minho era la estrella más brillante del cielo y quizás, yo siempre tuve complejo de astrónomo

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minho era la estrella más brillante del cielo y quizás, yo siempre tuve complejo de astrónomo.

cuando me preguntan por qué, es más fácil señalarlo que dar alguna larga y detallada explicación que tiene como fin un dolor de cabeza insoportable y muchos pañuelos. basta con mirarlo sonreír para perder la cabeza por completo y lanzarte al vacío sin paracaídas, porque no sonríe mucho y cuando lo hace, deslumbra al mismísimo sol.

éramos ajenos, nunca fuimos nuestros, ni del otro, muchas veces fuimos de nadie y así pasaron los días en los que estudiaba entre guardias siempre con un libro pegado a la nariz. joven, entusiasta, lleno de sueños con rascacielos y un horrible servicio de transporte público que por alguna razón le encantaba usar y a mí me encanta escucharlo hablar de cosas que no entendía pero le hacían brillar los ojos.

la primera vez que nos vimos, fue un junio. ingresé a la clínica en una silla de ruedas y la única persona en ese lugar que me miró sin lástima, fue él. llevaba las gafas guardadas en el curioso bolsillo de su camisa blanca (o bata, o lo que sea que usen los enfermeros) y un enorme libro bajo el brazo. me sonrió, sin ganas, pero con todas sus fuerzas para que yo, me sintiera un poco menos miserable. desde ese momento, me propuse hacerlo sonreír con todos los dientes, hasta que le dolieran las mejillas y dejarlo descansar un momento solo para repetir.

minho fue, en definitiva, mi pedacito de cielo.

castaño, siempre despeinado y con un curioso tic de echarse el cabello hacia atrás cuando estaba nervioso. vivía pegado en un banquillo en la sala de espera que estaba junto a una ventana, estudiando o leyendo por gusto algún título romántico de esos que disfruta en placer culposo, porque según él, "sólamente avivan inútilmente sus esperanzas". minho quería ser cardiólogo y a mí me dan miedo las agujas y asco la sangre de mi propia nariz, no pudo pagar la carrera y optó por una técnica de enfermería, que lo llevó a la clínica que yo terminé por razones mucho menos inspiradoras. jamás dejó de estudiar, a pesar de que en algún momento tuvo que organizar cajas de medicamentos en un frío almacén, donde aprovechaba a tomar notas de lo que veía y aprenderse nuevos nombres de fármacos.

"quinientos miligramos es demasiado, hyunjin, vas a intoxicarte" y me quitaba uno o dos frasquitos de la mesa. siempre alegó que la migraña era sólo un reflejo físico de mis emociones y si no ponía de mi parte, jamás se iría.

nunca se fue.

solía contarme una historia sobre una princesa atrapada en una torre y un plebeyo enamorado de ella. hacia pequeños relatos que escuchaba sentado en las bancas de madera del jardín, pretendiendo que no estábamos en un hospital psiquiátrico y estábamos en una cita, en un parque, como dos personas normales.

no sé si se haya escrito de esto antes, no sé si soy la primera persona que se enamora de su enfermero, porque ya todo es cliché y esto de hecho no es la excepción. lo único que sé, es que fue real.

la primera noche que tuvo la guardia, hablamos detrás de la puerta. me preguntó qué hacía ahí, cuántos años tenía y si tenía mascotas. me contó la leyenda de la niña de los sanitarios que supuestamente lloraba por las noches, pero nunca nada me dió más miedo, que verlo llorar. minho era un rayo de luz, un radiante y precioso rayo de luz que todos querían tener de cerca y yo, era un simple sujeto con una pulsera atada a la muñeca y una sudadera negra, sentado en la sala de recreativos donde mi pequeña estrella cantaba a los internos.

cómo me enamoré de él todavía es un misterio y muchas veces me lo preguntó. me bastaba señalarlo y preguntarle "¿por qué no?" y eso, nos hacía felices a ambos. quería dale todo: el cielo, la luna, el mar, el sol, regalarle una caja de cristal llena de constelaciones y hacerle un collar con el sistema solar. llenarlo de flores al despertar y de besos al dormir y simplemente, me enamoré, tanto como alguien como yo pudo hacerlo.

un niño se obsesionó con él y solía acosarlo todo el día. era divertido ver a minho sonreírle incómodo, porque estaba seguro que jeongin tenía todo menos inocencia detrás de esos ojos grandes. me daba mis medicamentos a la hora exacta, siempre con una dulce sonrisa y una petición en voz bajita, que no cumplí si no mucho después.

"inténtalo" me dijo una vez, con su frente contra la mía, en un oscuro pasillo vacío. "tómala, por favor". y yo accedí, porque siempre creía en él. siempre creí en él.

cuando llegó su exámen, no lo ví dos días seguidos. pude haber enloquecido y entonces, tendríamos una buena razón para estar aquí, pero apareció un viernes con el corazón destrozado y las ojeras negras, los ojos vacíos. tenía miedo, miedo real del que duele en el alma y supe, que mi enfermero también tenía un problema.

no tuvo frascos, ni píldoras. no le dijo nada a nadie hasta que vi sus manos, no me respondió nada que yo no preguntara. no me gusta perseguir a la gente que se va, porque cuando lo hice me empujaron tan fuerte que nunca pude levantarme del suelo. y se iba, a veces volvía, pero siempre estaba ahí. detrás del umbral, esperando que le pudiera quedarse.

el diagnóstico fue tajante y no se me permitió apelar por mi inocencia. era solamente cuestión de tiempo para terminar de fragmentarme y por primera vez, alguien podría salir herido por mis trozos rotos.

"sólo una última vez, por favor".

y no pude decirle que lo haría.

"yo me rendí hace mucho tiempo, minho".

se fue, o tal vez yo me fuí, pero no olvido su dulce risa, ni sus mejillas que detesta tanto. no olvido como huele en las mañanas al llegar al trabajo y lo mucho que odia el té negro. no olvido que me besó detrás de la puerta del almacén ni que me dijo que podríamos salir juntos.

no olvido todas las noches que lloró por culpa mía o las noches que se quedó afuera de la habitación esperando a que yo hiciera ruido. no olvido que lo rompí y jamás va a perdonarme.

"dime algo, que me odias, por lo menos..."

y jamás lo hice, ni lo haré.

siempre fuí un huracán, un volcán dormido. el caos en inminente estando conmigo y quise alejarlo, pero se metió dentro de mi sangre y fue imposible. tantas veces, escuché sus historias de personas que le apuñalaron la espalda y terminé haciéndole lo mismo, pese a que le prometí no hacerlo.
minho era la estrella más brillante del cielo y aún aquí, no hay ninguna que se compare.

así que si me lo preguntan a mi, es lo único bueno que hice de mi vida. lo amé de todas las formas que me fue posible y por eso, me alejé para siempre. sé que pasó el exámen y está a nada de recibirse, sé que tiene un buen hombre a su lado y que se cortó el cabello. a veces lo veo ir a dejar flores, pero ya no llora y eso, es lo más gratificante.

y si eso no es suficiente para usted, no importa. podría quedarme aquí, vagando en completa soledad toda la eternidad, podría quedarme aquí donde los cobardes como yo esperan y no importaría.

porque esté donde esté, siempre tendré mi pedacito de cielo.

porque esté donde esté, siempre tendré mi pedacito de cielo

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UN PEDACITO DE CIELO。 hyunho [OS] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora