1. Un trabajo misterioso.

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Era un sábado 30 de enero, Julissa esperaba con impaciencia la llegada de su mejor amiga Hilary, pues habían acordado ir al cine juntas. Por fin, después de un rato el timbre de la puerta sonó.

- Hilary, entra, ¿Por qué tardaste tanto? preguntó Julissa sonriendo.

- Disculpa amiga, tenía un asunto que resolver.

-¿Asunto? ¿Sobre qué? ¿Sucede algo?

- No, no es nada importante, vámonos, debo regresar temprano a mi casa.

En el cine, Hilary parecía estar en otro mundo, ni siquiera prestaba atención a la película, Julissa lo notó, pero prefirió esperar a salir del cine para convencerla de contárselo todo.

- Vamos a mi casa, hablaremos allí.

- No hay nada de que hablar, estoy bien.

- Hilary, yo te conozco, sé que te sucede algo y no me quieres decir, cuéntame, ¿Acaso no somos mejores amigas desde pequeñas?

Hilary suspiró rendida.

- Está bien, tú ganas, es que no sé como hacerlo, pero hay que irnos ahora, si vamos a hablar, debe ser en privado donde nadie nos escuche.

Julissa era una joven muy madura, a sus 19 años, mantenía una casa propia, era madre soltera de un pequeño de 2 años, llamado Mark, trabajaba con su madre en un puesto de comida y tenía una niñera de nombre Sandra, que se encargaba de su hijo mientras ella estaba fuera de casa.

Hilary, en cambio, era muy distinta a ella. A sus 21 años, aún vivía con sus padres y estudiaba música en un instituto privado de arte. Era una jovencita entusiasta, arriesgada, un poco distraída y tenía un terrible defecto que siempre le traía problemas, se dejaba convencer de todo fácilmente.

Al llegar a la casa, Julissa encontró a su hijo dormido y a su niñera, con un rostro de preocupación y ansiedad.

- ¿Sucede algo Sandra? Le preguntó Luisa después de saludarla, - te ves preocupada. ¿Ha sucedido algo con mi hijo antes de que llegara?

- No, no, no es eso, no te preocupes, respondió la chica resoplando, - es solo que, bueno, es un poco difícil de expresar, pero, me gustaría hablar contigo, a solas, afirmó dirigiendo una mirada a Hilary, que se hallaba parada junto a Luisa.

- No te preocupes, ella es de confianza, tú solo dime que sucede.

- Lo que pasa Juli es que, pues, ya no voy a poder seguir trabajando.

Julissa se puso pálida.

- ¿Y eso? Dime, ¿A caso no es bueno el pago? Te puedo aumentar si deseas.

- No, no, es solo que, me han contratado en otro lugar y pues, es una buena oportunidad. Lo siento Juli, de verdad lo siento, pero no tengo otra opción. Bueno, tengo que irme, mi madre me espera. Tal vez nos veremos de nuevo algún día, dijo fingiendo sus ganas de llorar, - mucha suerte.

Sandra salió con rapidez y Julissa se quedó inmóvil por un momento, tratando de recuperarse de la impresión.

- Oye, tranquila, encontrarás otra niñera, la abrazó Hilary.

La chica suspiró.

- Ojalá, vamos al dormitorio, hablaremos allí.

Ya en la habitación, las dos se sentaron en la única cama grande que había allí.

- Listo amiga, te escucho.

Hilary desvío la mirada hacia el piso.

- Oye, dijo con voz temblorosa, - sé que no te ha gustado para nada lo que te dijo Sandra y la verdad es, que yo te voy a decir prácticamente lo mismo.

Mi voz aún no ha muertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora