Gilbert Blythe acaba de sufrir una gran pérdida, un doctor reconocido, tendrá que superar el dolor que está sintiendo para salir adelante con sus dos hijos, pero una persona puede que lo ayude a sobrellevar todo más fácilmente y... ¿Quien sabe? El r...
—Prométeme algo...—dijo en un tono de vos casi inaudible.
—Lo que sea—masculló el pelinegro entre sollozos mientras tomaba la delicada mano de su esposa.
—Enamórate Gilbert, ten el placer de amar con locura y encuentra a una mujer hermosa, que te ame a ti tanto como a nuestros hijos, encuentra a una mujer que los cuide, que los haga felices, encuentra a una mujer que tú puedas amar con intensidad hasta el último de tus días, nuestra historia ya llego a su final, al menos para mi...—mencionó ella, mientras curvaba una pequeña sonrisa—pero para ti no...
—No digas eso, no hables como si fueras a morir porque eso no es así, t-tu vas a estar bien, vamos a regresar a casa vas a arrullar a Millie mientras yo arropo a John y-y continuaremos nuestra vida como si esto no hubiera pasado...—la fémina lo interrumpió.
—Eso si lo vas a hacer, vas a continuar con tu vida, vas a pasar pagina,—el pelinegro negaba mientras lágrimas caían de sus ojos.—Sí, Gilbert, sí.—dijo mientras acariciaba la mejilla de su esposo y secaba las lágrimas que desbordaban esos ojos que a ella le encantaban.—Lo vas a hacer por ti y por nuestros hijos, y si no quieres hacerlo por ti... hazlo por mi. Fuiste mi mejor amigo durante estos seis maravillosos años, encuentra a esa persona especial y cásate pero esta vez hazlo por amor, no por un absurdo acuerdo como nos sucedió a nosotros... hazlo por mi.—susurro antes de desviar su mirada y ver al techo de aquella fría habitación del hospital mientras cerraba sus ojos lentamente.
—Winifred n-no, Winifred por favor mírame no te rindas, piensa en los niños aún están muy pequeños...
—Los amo...—susurro la rubia antes de soltar su último suspiro.
La máquina de aquella habitación que resonaba con cada latido de la rubia comenzó a silenciarse lentamente hasta que solo se escuchaba un pitido tan frívolo y tenebroso, aquel mismo que anunciaba que el tiempo de la persona a la que estaba conectada; había expirado.
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—¡N-no! ¡Winifred!—grito desgarradoramente el Doctor Blythe mientras se aferraba a su esposa, aquella que lo había apoyado y amado sea como sea durante muchos años.
Winifred Rose, falleció un 3 de enero, luego de luchar varias horas a causa de un accidente automovilístico, su esposo Gilbert Blythe y sus hijos Amelia y John Blythe lloran su partida como cualquier persona que haya tenido el honor de conocerla, una joven hermosa, alegre, divertida y amorosa con todos sus seres queridos.
Mi más sentido pésame a sus familiares, descansa en paz Winifred.
...
¡Holaaaa! Bueno aquí comenzamos una nueva historia que espero les guste tanto como a mi me está gustando escribirla, como siempre les digo, gracias por estar aquí.
