Shinobi Amongst Godlings ( Naruto en Percy Jackson )

Capitulo 5

5. Juego al pinochle con un caballo

La tormenta que había estado haciendo todo lo posible para reclamar su lugar como la peor tormenta en la historia del mundo finalmente estaba comenzando a desvanecerse de mis sentidos shinobi cuando me acosté en una de las grandes ramas del enorme árbol en la cima de la colina que marcó los límites del Campamento Mestizo. Estaba cerca de la cima cavilando. Sí, es cierto, temporalmente me había vuelto emo como Sasuke, pero tenía una muy buena razón para ello. Al parecer, el Sr. Brunner quería esperar hasta mañana para responder a mis preguntas, insistió en que necesitaba dormir un poco. Lo que necesitaba eran respuestas sobre por qué me atacaban y cómo mi madre terminó de repente en el inframundo. Lo único que me diría era que se trataba de las circunstancias de mi nacimiento y que me contarían más por la mañana.

Sabía que si me quedaba en la casa probablemente intentaría sacar las respuestas de mi profesor de latín a golpes, así que dejé a Grover bajo las aparentemente experimentadas manos de la chica de cabello rubio y volví al pino donde me hice como lo más cómodo posible mientras escuchaba a los últimos de la tormenta salir de la zona.

Me quedé en la rama de ese árbol toda la noche mirando a través de la tierra mientras repasaba los pequeños hechos que tenía y trataba de resolver las cosas por mí mismo. Lo dejé por una causa perdida cuando salió el sol y declaré al mundo que ahora era oficialmente sábado en la costa este. A pesar de toda esa reflexión, lo único que sabía con certeza era que tenía un montón de monstruos griegos detrás de mí, que ya sabía, y que yo era una especie de mestizo en este mundo. Tenía una muy buena idea de lo que era la mitad no humana, pero mi mente seguía diciéndome que no pusiera todos mis huevos en esa canasta en particular a menos que quisiera que me lanzaran a una bola curva masiva más adelante.

Aproximadamente diez minutos después del amanecer, comencé a escuchar actividad en el valle. Miré hacia abajo y vi que la gente empezaba a salir de las cabañas que había visto anoche. Los observé dando vueltas por un rato antes de volverme a mirar el resto de Long Island.

Me quedé en el árbol durante otra hora antes de escuchar una voz en la parte inferior del árbol que decía: "¿Decidiste quedarte en un árbol por la noche en lugar de en una cama? Si no supiera nada mejor, diría eras el hijo de Pan ".

Miré hacia abajo y vi a la chica de anoche mirándome desde donde estaba a diez pies de donde terminaba el alcance de las ramas más bajas. La había escuchado acercarse pero no había tenido ganas de reconocer su presencia hasta que habló. Ahora que no estaba lidiando con la tensión después de la batalla y hablando con una maestra de latín obstinada, la estudié permitiéndome captar más detalles que solo el color de su cabello. Probablemente tenía mi edad, tal vez un par de pulgadas más alta, y se veía mucho más atlética de lo que uno esperaría que luciera una niña de doce años de este mundo. Con su bronceado intenso y su cabello rubio rizado, era casi exactamente lo que uno pensaría que se vería una chica estereotipada de California, excepto que sus ojos arruinaron la imagen. Eran de un gris asombroso, como nubes de tormenta, bonitas, pero también intimidantes,

Resoplé mentalmente ante ese pensamiento antes de encogerme de hombros y dije: "En realidad, no quería dormir. Además, algunas de mis mejores pensamientos se hacen por la noche".

La chica me sonrió y dijo "Vamos, Chiron y el Sr. D están esperando".

Me paré en la rama de un árbol en el que había estado acostado y dije: "¿Así que finalmente obtengo algunas respuestas? Ya era hora".

Los ojos de la niña se entrecerraron hacia mí, pero se agrandaron cuando de repente salté del árbol desde donde estaba a unos veinticinco pies arriba del árbol para pasar junto a ella unos quince pies colina abajo. Aterricé rodando y salí corriendo a una velocidad que era bastante lenta para mí. Mirando por encima de mi hombro, me di cuenta de que la chica seguía allí mirándome y dije "¿Vienes o no?"