Con clase

2 0 0
                                    

-Saca la basura ¡Y no, no me refiero a ti!- Se escucha el alarido que cruza toda la casa, y aunque el chico en ese preciso instante se encuentra escuchando música, la voz femenina es audible incluso dentro de su habitación. Algunos días, de esos que solían estar nublados siniestramente como para cortarte las venas, se pasaba horas tirado en la cama preguntando si su madre realmente le quería. Primero lo afirmaba, casi seguro por la forma en que ella suele hablarle; después pasaba por la etapa en que comenzaba a enojarse, desatando su ira contra cualquier cosa que pudiera golpearse; seguía un breve período de depresión; y, finalmente, traía a la memoria todas las cosas que ella había hecho por él. El ciclo se repetía unas cuantas veces, hasta que se quedaba dormido, o en su defecto, tenía algo por hacer (la primera situación era la más factible).

-¡Ya va!- Responde, mientras sigue moviendo su mano fluidamente sobre la nada, en donde están presentes los luminosos dibujos que corresponden a un sitio de ventas y compra. No le molestaba lo usado, mientras funcionase bien, y en el caso de que no, a veces solía ser entretenido intentar arreglarlo, o se si ponía muy complicado, dárselo a Nerf. Normal cuando lo único que tienes para hacer es respirar, comer un poco, y dormir algunas horas como para no dejar un bonito esqueleto.

-¡Que no tengo todo el día!- Fastidiado, suelta el brazo a un lado y se acerca hasta la puerta, para poder hablar con mayor comodidad. Aunque no le molara demasiado discutir con ella, tenía que admitir que en una cierta forma un tanto retorcida, le complacía. Lo peor de todo era admitir que fuera de su perspectiva, las contestaciones de su progenitora eran muy creativas y hasta graciosas.

-¿Qué, le van a salir patas a la bolsa?- Un “Solo hazlo” es toda la respuesta que obtiene a cambio, por su buen intento de mantener el ritmo, y completamente resignado se dispone a obedecer a la orden. Desarma aquel bonito y destellante escenario, para dirigirse a la planta baja donde se encuentra su objetivo -¿No podías comprar un incinerador?- Inquiere con tono hastiado, recogiendo el borde del plástico oscuro, con un peso casi insignificante para él.

-¿Para qué? ¿Necesitas un bronceado caribeño?- Bromea con burla, pasando junto a él con una buena pila de ropa que tiene que ordenar –Si me das los xhents que hacen falta con mucho gusto lo compro- Finalmente responde con tono neutro, tratando de que el chico entre en razón y entienda que si por ella fuera, tendrían el dichoso dispositivo –Kaheel…- Tan solo murmura al notar su exasperación y el resoplo contenido de él. Lo mira, sabiendo que ha llamado su atención, y pone una expresión que difícilmente ocupa su rostro –Nunca dejes que eso te frene- Es básicamente un mandato, y como el chico no es tonto, sabe a ciencia exacta que le entenderá. Es así de sencillo, cuando quiere adquiere seriedad, y cuando no, pues no.

-Es fácil decirlo…- Contesta mordazmente, ya moviéndose para atravesar la puerta del hogar. Se oye un suspiro, y luego un ruido seco de metal contra metal. Pero la fuerza de aquel impacto lejos está de compararse con la presión con la que aprieta la mandíbula, haciendo que su boca se comprimiera al límite de lo mínimo -¿Cómo quiere que…?- Farfulla para sí mismo, mientras da pasos cortos y pesados, bastante entretenido con el desánimo que lo embargaba. Cruza las calles bajo un cielo impoluto, limpio como el agua del más natural manantial, sin prestarle demasiada atención. Por más que pareciese de lo más atractivo, en realidad se trataba de una triste fantasía creada mediante hologramas y proyecciones desde incrustaciones en la tierra. Una pequeña metáfora que representaba cómo era el mundo en ese preciso momento. Puras luces y colores, solo para distraer de la triste realidad.

-Kaheel ¿Algo que me sirva?- Tan encismado iba con sus propias ideas, que los alrededores prácticamente habían desaparecido como si de niebla se tratase –Plástico también, lo necesito para cubrir una parte- El otro, mucho más alto, fornido y mayor que Kaheel, parece totalmente ajeno a las cavilaciones de él; y tan solo se enfoca en analizar la pila ronda de basura formada a su alrededor. De hecho, está parado en el centro (relativamente, porque la pila en realidad es amorfa) de los desechos, que yacen hundidos en un pozo de metro profundidad, con una tapa automática que se desliza de izquierda a derecha para cubrir el intenso olor.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 17, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

DreamerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora