El otro lado

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-¿Qué es esto?- El chico baja los ojos haciendo que los mails de su casilla de correo se deslicen frente a él para volver a revisar uno que llamó su atención en particular. No le había prestado mucha atención antes, pero en cuanto se dio cuenta de que era de un remitente desconocido volvió para revisarlo

“9999999” La verdad es que a él no le sonaba demasiado a ningún tipo de publicidad –algunas direcciones ya se las había aprendido de memoria de tan vistas que las tenía-, y seguramente sería la broma de alguien que intentaba reírse a costa de los otros. “Para mi amor”. Oh, genial, ahora acababa de obtener su primera admiradora secreta que iría a decirle que desde la guardería lo había amado en secreto, pero que nunca se había podido confesar porque la maestra le insistía en que comiese sus galletas en vez de hablarle. Patético.

Casi tan patético, como el ligero gesto de su dedo índice derecho que hizo que el mensaje se abriera. Tampoco le daría conjuntivitis leerlo ¿Verdad? Solo le tomaría unos minutos como mucho. Total si se aburría, lo botaba y ya. O tal vez traía un virus capaz de infectar su sistema. Sabía que esas cuestiones eran bastante peligrosas… Pero la curiosidad lo estaba carcomiendo por dentro. Lo pensó. Una, dos, y a la tercera ya se impacientó.

Wow… Esto realmente empezaba de una forma ¿Cómo decirlo? ¿Con…fusa? ¿Quién demonios es Tobi? ¿Y de qué trabajo hablaba esta loca?-Oh, no te imaginas las ganas que tengo de comprar un coche- Murmura con cierto desdén, aunque le esté hablando a una mera imagen ¡Dios! Las tías definitivamente están más que locas. Cuestión hormonal, seguro.

Oh… Ya lo entendía. Era todo una treta para poder sacarle información personal a él. Todo esto era parte de un plan de una sociedad secreta para secuestrarlo como rehén. Desde ahora en más se prometía que no volvería a confiar en ninguna persona que se llamase Tobi. Y que no compraría ningún coche. En cuanto a lo de trabajar… Bueno, no podía prometer mucho en ese ámbito. Está desocupado y realmente necesita dinero para comprar comida.

Y sigue con su blablablá, mientras él trata de entender o descifrar algo. Si no fuera por los ojos verdes esmeralda que se mostraban realmente afligidos probablemente ya habría desechado el mensaje. Lo volvió a pensar de nuevo ¡Vale, lo admitía! Era tan solo una mujer que se había equivocado de identificación, o tal vez por una jugarreta de la red, el mensaje había terminado donde no tenía que hacerlo.

¿Ahora tenía que responderle para sacarla de su error? Decidió que no, después de todo, no era su culpa que ella se hubiera equivocado. Seguramente la tipa se daría cuenta de su equivocación, la corregiría y todos seguirían con sus vidas felizmente.

-No, creo que nunca mencionaste lo mucho que me amas… Y todavía me quedan dudas del motivo por el cuál no lo hiciste- Fue lo último que le dijo al haz de luz frente a su vista, antes de hacer que el mismo desapareciera, cerrando todas las aplicaciones. Su mano reposó unos segundos más en su barbilla, manteniendo la expresión de interesante que formaba parte de su actuación ¡Patético! Hablándole a un holograma que salía de su brazo. Pero al menos así aprendía a reírse de sí mismo, cosa muy importante.

-¡Baja ya!- El grito resonó en toda la casa y el chico solo bufó con molestia antes de ordenar algunas cosas en su cuarto para hacer caso al reciente llamado. Al menos la desconocida de hace unos segundos lo había tratado mucho mejor… Qué triste consuelo el suyo.

Guarda su Onix con sumo cuidado bajo la almohada de la cama y le echa un último vistazo a su habitación antes de cerrar la puerta. Definitivamente necesita remodelarla, pero no tiene ni un mísero Xhent partido a la mitad como para gastar en ello. No es que fuera un avaro, pero mejorar un poco su situación económica no le vendría mal tampoco. Estúpida vieja que lo había tenido, cuando él ni siquiera había pedido llegar a este mundo.

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