Abandonado

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Quedarse dormido era cada vez más fácil, después de haber vivido el mismo día una docena de veces cualquiera quedaría exhausto. Todo parecía ir bien, nadie sufría, nadie necesitaba sufrir, el único que debería de sufrir era él y nadie más.
Echidna quería observar cada posibilidad que pueda surgir cada día, era una extraña rutina en donde terminaba muriendo varias veces por algo insignificante como el actuar de un extraño al hablar con él en distintas situaciones o para responder adecuadamente cada pregunta que otra persona hiciera. No había ningún problema en esta rutina. Si nadie sufría, entonces todo estaba bien ¿No?

Todos esto era gracias a Echidna, la bruja de la codicia lo ha ayudado siempre que hay un problema y por eso estaba profundamente agradecido.

Sin embargo, algo era preocupante y el origen de esta preocupación era un sueño. Aunque no podía recordar la última vez que tuvo uno, bueno, uno que no fuera una pesadilla, no podía dejar de escuchar esas palabras que había escuchado 

"-¿Por qué el amor, siempre se desvanece?".

Su primer instinto fue tomar su collar, que perdió su anterior brillo. Sus ojos se hundieron en sorpresa.

"¡¿Echidna?!¡¿Echidna estas ahí?!"

Por primera vez desde hace mucho tiempo, sus lágrimas recorrieron sus mejillas sin querer detenerse. Su único pensamiento fue el ¿Porqué?.
El cristal que ya había perdido su brillo ahora tenía una grieta y sus pequeños llorosos se convirtieron en un llanto imparable. Había perdido total control de su cuerpo.

¡¿Porqué?! ¡¿Porqué?!¡¿PORQUÉ?!

Y sin contestar sus lamentos, el cristal se rompió por completo, sus ojos se llenaron de sorpresa y segundos después de procesar lo sucedido, su rostro cambio a uno de completo horror.

"No"

"No"

"No"

"¡NO!"

Intento volver unir las piezas del cristal, pero era imposible, el cristal ya no se podía reparar y aun así siguió intentando hasta que uno de los cristales hizo una herida profunda en su mano.
Y solo pudo observar como la sangre recorría su mano y manchaba la elegante alfombra de su habitación

¡Teníamos un contrato!, ¡¿Cómo?! ¡¿Cómo?! ¡¿CÓMO?!

¿Qué haría ahora?

Echidna se había ido, lo abandono, justo como lo había hecho Otto el que se suponía que era su amigo.

Tengo que asumir el sufrimiento, ¡Nadie más necesita sufrir! ¡¿NO SE SUPONIA QUE ME AYUDARIAS?!

En algún punto de su desesperación sus manos empezaron a tomar fuertemente de su cabello y empezar a arrancarlo, sus ojos que siempre parecían vacíos como los de un muerto ahora estaban llenos de lamento y desesperación

Las horas pasaron y la sangre que había salido de su corte se había secado en la alfombra de la habitación. Y durante ese paso de tiempo lo único que hizo fue llorar, y llego un punto en que las lágrimas ya no salían de sus ojos, pero, solo se limitó a simplemente mirar a la pared de la habitación mientras en su mente se repetía lo mismo "¿Por qué?"

Logro escuchar pisadas en la madera del pasillo que se dirigían hacia la habitación, reacciono rápido para ir al baño y lavarse la cara y desaparecer las evidencias de sus lágrimas.

Nadie puede verme así, no puedo preocupar a nadie, nadie tiene que sufrir, ¡Soy Subaru!, todos esperan lo mejor de mí. Nadie necesita sufrir, yo tengo que sufrir para que nadie más sufra, solo yo debo de sufrir. Solo yo, solamente yo, solo yo... Debería de morir ¿Verdad? ¿Por qué debería de seguir viviendo? Echidna se ha ido.

El amor tiene finDonde viven las historias. Descúbrelo ahora