00 | Operación : Decisión.

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-Sukuna me pidió que fuera su novio.

Itadori recordaba gratamente el día que había conocido a Fushiguro. En aquel entonces, sus padres ya se habían divorciado y él vivía con su abuelo; Fushiguro Megumi, -con siete años en su haber- era poseedor de unas facciones tan finas y pestañas tan estilizadas, que muchos niños solían confundirlo con una chica. Yuuji solía decirle a menudo que no debía preocuparse por ello, ¡Era mucho más lindo que cualquier chica! Claro que, al decir lo segundo, Megumi acostumbraba poner los ojos en blanco y dejar de prestarle atención. Pero volviendo al día en el que se conocieron, Yuuji lo recordaba con sumo cariño, pues logró robar la primera de las muchas sonrisas que le fue sacando a lo largo de los años. Fushiguro Megumi era conocido por no sonreír a menudo, pero si había alguien capaz de hacerlo variar su expresión, ese era Itadori, si había alguien capaz de saber lo que aquejaba al otro, ese era también Itadori... Si había alguien que algún día sería amado por él.... Cualquiera diría que sería el propio Itadori.

-¿Estás bien?-El pelinegro sacudió la palma justo al frente de su acompañante, cuando Yuuji se mostraba callado era cuando más le preocupaba.

-Sí, sólo... No me lo esperaba, todo el tiempo dices que Sukuna no te agrada-Se aventuró a decir, aún deseando que algo lo golpeara y darse cuenta que estaba en el medio de una pesadilla.

-Bueno, es verdad que es un poco molesto la mayor parte del tiempo. Pero si llegas a conocerlo...-Megumi pareció recordar que estaba hablando precisamente con Yuuji, pues interrumpió lo que estaba diciendo y desvió la mirada.

Megumi conocía su historia con Sukuna, sabía que si bien, Itadori era incapaz de sentir algo parecido al rencor, su hermano gemelo no era precisamente fruto de su devoción. Yuuji y Sukuna habían sido víctimas de un mal manejo por parte de sus padres, mientras que Sukuna creció bajo el manto de la abundancia, -junto al padre de ambos- Itadori enfrentó varias carencias al haber vivido con su abuelo desde temprana edad, después de que su madre consiguiera un nuevo esposo y también una nueva familia. Sukuna y Yuuji solían convivir al principio, una vez por semana, por recomendación de los psicólogos; con el correr del tiempo, se volvió una vez al mes y así hasta que ambos hermanos se volvieron completos desconocidos.

Yuuji no odiaba a Sukuna, en realidad, no sabía exactamente qué era lo que sentía para con su hermano mayor. En sus años mozos, había sido la principal víctima de su comportamiento violento, asediado por el mayor y el grupo de matones a los que hacía llamar amigos, pero siempre había tenido a Megumi ahí para arrastrarlo a la enfermería o ponerle una bandita en la nariz después de que Sukuna y compañía le dieran una buena paliza. Por lo anterior y muchas cosas más, Yuuji no lograba entender cómo alguien tan sensato, alguien que había presenciado su sufrimiento de primera mano, se atrevía a insinuar que debía conocer mejor a alguien como Sukuna.

-Se lo que estás pensando, y tienes todo el derecho de creer que he perdido la razón.-Megumi dio un sorbo a su bebida, por algún motivo, evadía su mirada tanto como le era posible, también tenía los labios fruncidos, y jugaba con las manos de forma tan constante, que Itadori comenzaba a ponerse nervioso.

-Él no es el mismo chico del instituto. Cambió mucho desde entonces, cuando...

-Cuando me hacía la vida miserable.-Completó el menor de los hermanos, deseando que su tono no hubiese sonado tan herido como parecía.

-No puedes juzgar a las personas por los errores del pasado.-Se defendió Fushiguro, Yuuji no recordaba haberle visto tantos cambios de expresión en los años que llevaba de conocerlo.

Operación: O l v i d o  | «GoYuu»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora