Prólogo

624 0 0
                                    

Por fin conseguimos abrir el portal, solo nos faltaba introducir las coordenadas para que cada bebé llegara a una familia terrestre y estuviera a salvo de Dácor pero entonces, él entró en la sala del consejo. Eso solo significaba una cosa, el sexto miembro del consejo, Paul, y su mujer no habían conseguido detenerle. Mi marido Rick, mi cuñado Peter y mi mejor amigo Carl se enfrentaron a él para que mi hermana Mar, mi mejor amiga Lucía y yo consiguiéramos mandar a nuestros hijos a la Tierra.

Mi pequeña Daniela lloraba en mis brazos, solo tenía unas horas de vida ya que esa misma mañana me había puesto de parto. Mis ojos ardían por las lágrimas que no dejaba salir de ellos, no podía mostrar debilidad, eso fue lo único que me enseñó mi padre: "un jefe de consejo nunca muestra debilidad". Ya había roto esa regla ante mi marido esa misma mañana cuando rompí aguas. Había llorado entre sus brazos y me había desahogado con él ya que al igual que yo, él también perdería a nuestra hija. Pero era por el bien de Nulea y por el suyo propio. Dácor quería absorber su esencia angelical, al igual que la esencia de los otros cinco bebés que ya habíamos enviado a la Tierra. Ellos eran los seis hijos del quincuagésimo consejo, su esencia era la más poderosa que nunca había existido ya que además de sus poderes también podían volver el tiempo atrás. Y eso quería Dácor, absorberla y volver el tiempo atrás para poder ser el primer jefe de consejo de Nulea en vez de nuestra salvadora Catrina. Por eso, nuestros hijos debían ir a la Tierra hasta que cumplieran los 16 años que es cuando sus poderes despertarián.

La introduje en el portal después de besar su suave frente, ella era la última en entrar en el portal ya que sería la futura jefa de consejo si consiguieran salvar a Nulea. Tras verla desaparecer ante mí, cerré el portal y me enfrente junto con Mar y Lucía a Dácor. Ahogué un grito al ver a Rick, Peter y Carl convertidos en estatuas de mármol. La ira se apoderó de mí y salte sobre Dácor, ese fue mi peor error. Lo último que recuerdo es ver como mi cuerpo se convertía en mármol, cada vez se hacía más pesado. Intenté alcanzar la mano petrificada de Rick pero no podía, hice un último esfuerzo y mientras mi vista se nublaba conseguí alcanzar la mano de mi marido. Mi último pensamiento fue hacia mi hija a la que había perdido y esperaba poder ver de nuevo dentro de 16 años.

16 años después...

ArondightsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora