Cartas de Allan Neyman

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¿Alguna vez te has sentido realmente solo? ¿Has querido alguna vez sentir la compañía de alguien sin importar quien sea? Alguien que se siente cerca de ti, que te escuche y te haga sentir que esta ahí. ¿Lo has sentido alguna vez? Yo si... Yo se lo que se siente desear eso; tener una mano en tu hombro de alguien que te apoya y te dice que todo estará bien mientras te llena de confianza y te alienta, en verdad es algo que deseo... Por eso te pido que si esa compañía puede ser la tuya me la des, que me des tu comprensión, tu mano, tu apoyo... No me quiero sentir solo.
Pero ¿Dónde están mis modales? ¿Y quien se preocupa por alguien que no conoce, verdad? Permíteme entonces presentarme. Mi nombre es Allan Neyman y todo esto que a continuación te contaré es mi historia.Cursaba el séptimo año escolar cuando estos sucesos pasaron. Como de costumbre, estaba leyendo unos libros en mi cuarto hasta que mi hermana me llamó para prepararme a asistir a la escuela. Yo me di una ducha con agua fría y me puse el uniforme escolar. Luego bajé a desayunar con ella.Mis padres fallecieron en un accidente de aviación y mi hermana quedó a cargo de mí a sus veintiún años teniendo yo solo seis años en ese entonces. Desde entonces ella siempre se preocupa por mí, porque haya de comer o porque no me falte nada importante que llevar a la escuela.El desayuno estaba listo en la mesa y ella me esperaba sentada.-Vamos come o se te va a hacer tarde - me pidió con expresión seria pero gentil.Al terminar de desayunar me despedí de mi hermana y caminé para tomar el autobús hacia la escuela.Ese día al presentarme en el aula tendría un trabajo que exponer frente a la clase y debo decir que eso no es algo que encuentre realmente cómodo. El hecho de tener que estar frente a un grupo de personas, todas mirándome fijamente esperando que cometa un error para susurrar o burlarse de mi es algo que me crea un nudo en el estomago.Subí al autobús y observé a los demás alumnos conversar, pero preferí sentarme solo en un asiento de atrás a revisar mis apuntes. Sentí que algo húmedo me golpeó, era un pedazo de papel. Mire hacia atrás y varios alumnos de mi salón reían, entre ellos estaba Jorge, un alumno con el cual siempre tengo problemas, claro, cuando los profesores no están pendientes de él.El autobús detuvo su rumbo y por fin entré a la escuela, como siempre se veía hermosa e impecable. No me demoré mucho en contemplarla, busqué mi aula y tomé asiento, los alumnos fueron entrando y saludándose pero yo permanecí sentado, ya que no soy muy conversador que digamos. Simplemente callé y escuché lo que decían.- Si, dicen que en otra aula golpeó en el brazo con la regla que lleva a un alumno. Todos los demás alumnos de esa clase temblaron sin poder moverse - expresó en voz baja una de las alumnas que conversaba cruzando las manos.- ¡Santo cielo! - exclamó otro alumno sobresaltado ante aquello que escuchaba - ¡en serio hizo eso en otra aula! ¿Cómo es que la directora de la escuela no se dio cuenta?- Porque él es muy astuto. A los ojos de la directora es uno de los miembros más decentes y correctos de esta escuela. Nosotros tenemos suerte de que en nuestro salón solo nos insulte.Mientras conversaban, Luis, un alumno de la clase al escuchar de que hablaban, los evitó pasando de largo sin querer entrar en el tema y tomó asiento girando su vista como si no quisiera escucharlos.Al poco rato Jorge, entró violentamente por la puerta empujando a los que estaban frente a ella. Al verme sonrió y se dirigió hacia mí.- ¡Oye Neyman! - me refirió acercándose a mi asiento - ¿Tienes un trabajo que exponer hoy, verdad? ¿Qué pasa nervioso? ¿Vas a vo... vo... vomitar? - dijo burlándose de mi.Yo traté de no mostrarle ningún tipo de intimidación. Le di una mirada, dejé de observarlo y rápidamente le respondí sin interés en discutir.- Vete a sentar Jorge.-¿O qué Neyman, me golpearás? - me preguntó muy seguro de sí mismo. Yo lo miré sintiéndome amenazado, trague saliva mientras pensaba en como deshacerme de él, la profesora entró en ese instante atravesando la puerta.- Ya tomen asiento la clase empezó - nos pidió amablemente.Jorge me miró sonriendo.- Hablaremos luego Neyman.La profesora no se hizo de perder el tiempo y me llamó a exponer el trabajo. Yo me puse de pie frente a los alumnos, miré sus ojos, sus miradas y mi corazón empezó a tomar cada vez mas velocidad en sus latidos, miré a Jorge, hacía gestos burlándose de mí, mi boca no pronunciaba palabra alguna, la profesora me miraba impaciente. Entonces recurrí al método al que siempre asisto cuando estoy nervioso, en una ventana del salón de clases se puede ver al portero de la escuela barrer el jardín a un ritmo muy lento, sin mucho ánimo, probablemente producto de su vejez. Me concentré en él y de esa forma logré terminar con éxito mi exposición.Luego de eso la clase fue tranquila hasta terminarse. La siguiente clase era de literatura y la profesora de esta era aun mas amable que la anterior. Ella, con ánimo impartió la docencia hasta llegar la hora de despachar a casa.Iba camino a tomar el autobús a mi pueblo cuando pasé por una calle donde no habían peatones ni vehículos. Creí entonces escuchar a alguien gritar parte de mi nombre.- ¡Oye Neyman! - miré hacia atrás y para mi mala suerte era Jorge acompañado de otros dos alumnos de la escuela. Seguí caminando sin hacer caso pero él volvió a gritarme.- ¡Oye Neyman! - Ellos corrían tratando de alcanzarme y yo traté de salir corriendo y huir. Pero ellos me alcanzaron y me sujetaron de la mochila para que no escapara.- Así que ignorándonos ¿eh? - me dijo Jorge riendo y se refirió a los otros dos preguntándoles - Oigan ¿Qué hacemos con él?- Yo se que hacer - contestó uno dándome un puñetazo en el estomago haciéndome sentir una arcada. Los otros dos golpearon mi estomago siguiendo su ejemplo haciéndome perder parte del equilibrio.- Oigan vamos a quitarle su mochila y a quedarnos con sus cosas - propuso el que no había hablado.- ¡Esa es una gran idea! - exclamó Jorge con animo.- ¡No, déjenme en paz! - les grité sujetando mi mochila de los tiros aferrándome a ella mientras ellos intentaban quitármela pero me aferré tanto a ella que no podían apartarla de mí. Entonces procedieron a golpearme causándome gran dolor en las costillas pero aun así no la solté.- ¡Ya basta dánosla! - me gritó Jorge.- ¡No, déjenme en paz, desaparezcan! - les ordené con los ojos cerrados, al abrirlos me sobresalte al ver el ambiente, Jorge y los otros dos tipos no estaban, trague en seco, miré a todas las direcciones, y caminé a los lados pero no los vi. Sin comprender la situación y con mi corazón latiendo a ritmo acelerado, corrí marchándome de allí. Llegué a la parada, subí confundido al autobús y me sentí desesperado por llegar a casa sin poder dar una respuesta a lo ocurrido.Caminé hasta mi casa y cuando llegué, ya muy cerca, observé a mi hermana frente a la puerta. Estaba conversando con alguien, era la directora de la escuela. Olvidé lo que venía pensando y dejé de avanzar deteniéndome al lado de la pared sin que ellas me vieran con el fin de escuchar lo que decían.- Su hermano es un buen estudiante, es uno de los alumnos mas destacados del instituto. Debe sentirse orgullosa de él.- Si, así es, muchas gracias. - le respondió mi hermana con gesto serio - Pero... que me dice de ese patán, ¿no se ha metido con ningún alumno, principalmente con mi hermano, verdad?- ¡Oh, no! él no está causando problemas no tiene de que preocuparse, he estado pendiente de lo que sucede en la escuela y no he notado ninguna conducta extraña en él, se lo aseguro.- Bien, más vale que así sea porque le advierto que si debo poner en su lugar a ese cretino lo haré, se lo aseguro.- ¡Oh no, no! ¡no se preocupe señorita Denia! - le respondió sonriendo la directora.La directora hizo gestos de marcharse y yo decidí entrar. Al pasar a su lado me saludó. Yo le devolví el saludo y caminé hasta situarme frente a mi hermana.-¡Oh, Allan - exclamó ella emocionada - que bueno que ya llegaste! ven déjame mostrarte algo.- ¿Hermana de que hablaban? - le pregunté.- Era solo la directora, vino a hablarme de tu desempeño escolar. Pero eso no importa ahora ¡Vamos que quiero mostrarte algo! - me explicó animada.Y me sujeto de la mano guiándome a la sala. Cuando llegamos, en ella me mostró un espejo de enorme dimensiones donde nos podíamos ver completamente.- ¿Y?... ¿Qué opinas? - me pregunto sonriendo. Yo miré con poca emoción el espejo.- Es muy grande - le respondí.- ¡No tonto! - me contestó riendo - ¿Qué si te gusta?- Bueno, se me hace algo innecesario, ¿Para que lo quieres?- Para los días especiales en que salgamos - me respondió - Quiero ver completamente el vestuario que use - Cabe mencionar que no salimos mucho, a mi casi no me gusta y ella siempre esta ocupándose de la casa. Pero al salir juntos siempre se pone de buen humor y en las fiestas siempre me obliga a bailar con ella.- Bueno - le dije yo casi sin emoción.- ¡Vamos! ¿no me digas que te da miedo?- ¡No es eso! - lancé rápido e incomodo al escucharla decirme esto.- Bueno, estoy preparando la cena, si tienes que hacer algo sube ahora, Te llamaré cuando puedas bajar.- ¿No seria mejor si te ayudo? Además ¿No quieres que te cuente que tal me fue hoy en la escuela?- Sabes que me gusta ocuparme sola de los deberes de la casa, tú sube a hacer tu tarea, se que eres un buen alumno y que no le das problemas a los maestros. Además confió en que eres lo suficientemente inteligente para resolver tus problemas por ti mismo. ¡Así que vamos, ve, sube ya!Yo la miré por un momento.- Bien - le respondí y subí a las escaleras.Entre a mi cuarto el cual es amplio con muchos libros y figuras coleccionables, en él hay un armario con un pequeño espejo repleto de ropa y más libros que mi hermana me regala además de un pequeño teclado. Me recosté en la cama poniéndome a gusto en mi habitación.Me dispuse a leer un libro, cuando me acordé de lo ocurrido hace unas horas, de como desaparecieron Jorge y sus amigos de repente. El mismo escalofrío de ese momento volvió a recorrer mi cuerpo. Me quedé pensando, y decidí ocupar mi mente en algo más como leer algún libro hasta que mi hermana me llame para cenar.Este siguiente día de escuela estaba realmente a gusto, no tenía trabajos pendientes ni profesores molestos, estaría tranquilo, a no ser, quizás, de tener que soportar a Jorge que probablemente iba a querer desquitarse por lo ocurrido anteriormente, probablemente iba a querer golpearme, pero ya pensaría la forma de librarme de él. Fuera de eso todo estaba bien.Tomé mi asiento y los alumnos comenzaron a llegar, todo iba de lo mas normal hasta que vi a un alumno desconocido entrar en el aula y se puso a conversar con los demás presentes. Por un momento tuve la idea de que sería algún conocido de los alumnos con los que conversaban, estaba seguro, hasta que lo vi tomar con naturalidad un asiento del aula y dejar su mochila en él ¡Y era justamente el asiento de Jorge! ¿Qué estaba pasando? ¿Quién era ese chico? Respiré profundo y me calme, me dije que todo era una coincidencia y decidí acercarme para ver de que hablaban, intenté ir lento, que no se fijen en mi, y escuché, cuando noté... ¡Hablaban de proyectos del aula que aun quedaban por hacer, y lo incluían a él en esos trabajos por venir! No pude más, no soporté, me acerqué a él mirándolo.- ¡Allan - dijo él amigablemente - que raro verte de pie!- ¡A la mieeerda! - grité sin tapujos. Todos me miraron como cuando se ve a un bicho raro, me fui a mi asiento sin poder hacer más. Miré entre veces al sujeto y como conversaba con los demás. Cuando me veía mirarlo me sonreía y yo volteaba la vista. Los profesores llamaron su nombre en la lista pero no el de Jorge ¡No podía ser! ¿Acaso era yo el causante de aquello? Mi mente no podía procesarlo, era improbable que fuera yo el causante de toda aquella situación.Tomé una decisión seguro de mi mismo y al terminar la clase pasé por la casa de Jorge, quería resolver aquel enigma, aclarar la duda, y ya estaba frente a su casa cuando llegó él... El alumno nuevo al que todos conocían.- Es linda verdad - expresó sonriendo.- ¿Que?- le pregunté sin comprender.- Mi casa, es decir, la casa de mis tíos, ellos cuidan de mi, ya que no pudieron tener hijos, decidieron hablar con mis padres y cuidar de uno de sus sobrinos, o sea yo.- ¡Que? - exclamé incrédulo ante aquella revelación.Su tío salió en ese momento y le recibió.- Jaime, llegaste hijo ¿y él? ¿es amigo tuyo? ven, dile que pase.- Si tío, ¿vienes? - me preguntó. Yo los miré a ambos y sintiendo el latir en mis venas corrí y corrí, mas y mas fuerte alejándome de allí.- ¡Allan! - escuché decir a Jaime pero continúe sin hacer caso.Me detuve en una calle, en ese entonces sin nadie a pensar acerca de lo ocurrido, pero no sabía en que pensar precisamente, me quedé inmóvil, sin saber como reaccionar, sintiendo agitarse mi pecho. No me cabía duda de que aquello que había presenciado fue a causa de mí, y no sabía si pensar que lo que hice era incorrecto y que si lo repetía, tarde o temprano pagaría por la culpa, pero entonces mi pensamiento cambió, sintiendo aclararse mis dudas de si aquello estaba bien o mal y comencé a reír, reí leve, luego fuerte, mas fuerte, reí como si me dieran la mejor noticia del mundo sintiéndome afortunado y bendecido pues, me sentí seguro de que la idea que había tomado era la correcta.En la vida, hay personas que no saben como obtener su propia felicidad y perturban la felicidad de los demás con insultos, agravios o violencia... pero si tienes un don, un don que te permita librarte de ese alguien que te hace infeliz ¿no es tu deber usarlo? Cada quien debe velar por su propia felicidad y si yo fui bendecido con ese don, era mi derecho usarlo, debía hacerlo, borrar a todos aquellos que perturben la felicidad de mi vida.Y mientras tomaba el autobús a casa, permanecí con esas ideas en mi mente y nunca las deje irse de mí.Volví a casa, mi hermana estaba en la cocina, le avisé que llegué. Todo era normal. Y todo hasta entonces siguió normal, solo que ahora sin Jorge estorbando en mi vida. Sin embargo aun me quedaban dudas sobre lo acontecido y debía cerciorarme de ello, pedí permiso de ir al baño a la profesora, ella me lo concedió, me dirigí entonces al aula de los amigos de Jorge. desde la puerta de su salón de clases los busqué con mi mirada, pero ambos no se encontraban, estaba seguro, yo los había borrado. El profesor de aquel salón me preguntó que hacia ahí, yo le pide excusas y me marché.Mi vida estaba mucho mas tranquila, Jaime resultó ser un buen tipo, aunque al igual que con los otros compañeros del aula no me interesaba mucho hablar con él. Todo iba bien y todo hubiese sido perfecto de no ser por alguien, alguien con quien lidiaría en ese preciso instante, alguien que disfrutaba viendo temblar a sus alumnos a causa del temor que les infundía y era capaz de intimidar incluso al más valiente, el profesor Edward.Al entrar en el salón de clases, golpeó fuertemente la pared del salón para callar el ruido que creaban los alumnos, luego los saludó de forma cortés con la frase - "saludos mis queridos alumnos, un día mas para implantarle mis enseñanzas" - mientras su extraño cabello desaliñado con forma de dos cuernos a sus extremos permanecían fijos dejando inmóvil a todos los alumnos, silenciándolos.- Señor Luis, parece por favor - le pidió a uno de los alumnos con su voz bromista como si contara un chiste. Él se paró obedeciéndolo, haciendo esfuerzos para que sus manos le dejen de temblar - señor Luis ¿me puede decir cuanto es mil veinticuatro multiplicado por veintitrés? - Luis hizo amagos de tomar su calculadora. - ¡Oh, no señor Luis sin calculadoras por favor! - le pidió de inmediato el profesor Edward.Luis temblaba mirando al profesor, su boca titubeaba sin poder hablar.- Ve... Veintitrés mil quinientos. - respondió luego de un rato.- ¡Oh, no, no, no señor Luis! - expresó el profesor en tono fingiendo estar decepcionado - el resultado correcto es veintitrés mil quinientos cincuenta y dos, me temo que sabe lo que eso significa ¿verdad? Extienda su mano por favor.Luis extendió su mano hacia el profesor, el cual le levantó la manga de su camiseta y usando la gigantesca regla de madera que siempre lleva con él a sus espaldas, le propino tal azote en el brazo a Luis que le hizo enrojecer el brazo del golpe al momento.- ¡Ghaaaaak! - hizo Luis produciendo un grito ahogado. Sacudiéndose y tocando su brazo. Los demás miraban atónitos el acto.- ¿por qué se queja? - le preguntó el profesor con su gigantesca sonrisa sarcástica, Luis gemía de dolor - ¿no quiere ser tan poderoso como yo? - le preguntó aun sarcástico. Pero de pronto su rostro cambió mostrando una especie de cólera y comenzó a gritarle - ¡Pues, para ser el que golpea primero tienes que ser golpeado y mientras mas resistas el golpe mas poderoso serás después! - y volvió a hacer su típica sonrisa y a hablar calmadamente de nuevo - ese es el secreto para que algún día sean como yo.En ese entonces no me pude contener, había rozado un limite, un limite mas allá de los insultos sarcásticos que nos daba, lo miré enojado, como si con mi mirada fuera capaz de apuñalarlo. El se dio cuenta y me miró con sus extraños ojos uno negro y el otro gris.- ¡Oh señor Allan, al parecer usted no está muy de acuerdo con mi método de evaluación pero ¿Qué le parece hacer la prueba? - y señalo tres con sus dedos - solo tres preguntas y le mostraré cuanta razón tengo, si las responde bien, no lo golpearé, créame, soy un hombre de palabra... Pero si responde incorrectamente sabrá que su pequeño cuello estará a mi merced - me dijo seguro de si mismo.Los demás alumnos clavaron su mirada en mi, miré al profesor haciéndole frente a sus extraños ojos y a su enorme sonrisa. Trague saliva y respondí:- Bien.El sonrió y comenzó a cuestionarme.- ¿Podría decirme señor Allan, como se denomina los medicamentos para combatir alergias?- Antihistamínicos - le respondí de inmediato.- ¡Vaya - dijo sonriendo sorprendido - estaba seguro que fallaría, bien, entonces dígame ¿La velocidad de la luz es una medida de tiempo o de espacio?- Ambas son incorrectas, es una medida de distancia.La sonrisa del profesor se borró haciendo una mueca y los alumnos empezaron a murmurar.- ¡Cállense! - les ordenó - Bien, por ultimo señor Allan, puede decirme ¿Cuánto es mil quinientos sesenta y dos multiplicado por cinco mil doscientos quince?- El resultado es ocho millones ciento cuarenta y cinco mil ochocientos treinta.- ¡Ahhh! - hizo el profesor echándose hacia atrás con cara de incrédulo y vista confusa observándome, los demás alumnos se quedaron mirándolo callados con pena ajena,el para volver a manejar la situación volvió a mostrar su enorme sonrisa diciendo:- Muy bien señor Allan, se ha librado de mi pero no espere que sea así a la próxima porque la habrá - y puso su regla bajo mi mandíbula acercándome su rostro a la vez que decía - siempre habrá una próxima vez.Con rabia apreté mis dientes manteniéndome quieto hasta que quitó su regla de mi rostro y se alejó. - Y usted señor Luis le pido que oculte esa herida y no se la muestre a nadie, a menos claro que me quiera conocer realmente - le ordenó mientras este sostenía su brazo golpeado. Luego se puso a escribir en el pizarrón. Escuche a algunos alumnos comentar acerca de lo ocurrido.- ¡Cielos, no creen que estuvo increíble como Allan puso en su lugar al profesor! - exclamó con admiración uno de ellos - ¡ya quisiera yo ser tan listo como él! Yo bajé la cabeza mientras los seguía escuchando murmurar.- ¡Estas loco Tommy - le contestó una de las chicas - Ese chico es un ñoño, por eso pudo responder bien todas esas preguntas porque no tiene vida social! - seguí con la mirada baja sintiendo pena.- ¡Pobre Luis - dijo otra de las alumnas - se ve muy mal!Miré a Luis tocándose el brazo con los ojos cerrados. Permanecía ahí sin moverse ni hacer nada, completamente quieto, no podía ir a la enfermería debido a la amenaza del profesor. Yo lo miré un momento.- Hey, ¿estas bien? - le pregunté serio.- Si, si - me respondió queriendo evitar conversación - no te preocupes.Sabía que mentía, busque en mi mochila una loción para las heridas que mi hermana me había dado, vigilé que el profesor continúe escribiendo y volví a llamarle a Luis.- Hey, ten - le dije pasándole la loción - te ayudara a sanar... Créeme. El dudo un momento pero la tomó.- Gracias.- No es nada - le respondí.- ¡Dejen de hablar y escriban el tema para la próxima docencia! - ordenó el profesor sin darse cuenta del objeto que le pasé a Luis, y nos señaló moviendo su regla lentamente mientras decía - Que no se les olvide que los educo para que en el futuro sean tan buenos como yo.Yo lo miré fijamente, mientras escribía en el pizarrón, dejé mi mirada fija, fija en él, escuchando los pensamientos de mi mente."Todos los que perturben la felicidad de mi vida deben desaparecer."Terminó la jornada de clases y los alumnos fueron abandonando el salón mientras el profesor recogía sus cosas y las depositaba en su valija, yo lo observé, observé alrededor, los alumnos habían salido ya casi todos, así que caminé hacia el profesor ubicándome frente a él.- profesor - lo llamé observándolo tomar su valija ya preparado para marcharse.- ¿Qué sucede señor Allan? - me preguntó él sonriendo y clavando su mirada en mí.Permanecí en silencio por un momento, todos los alumnos se habían marchado ya, el permanecía sonriente.- Hay algo que quiero decirle - le contesté manteniendo firme mi postura.- Si su intención es cuestionar si recibirá dolor de mi parte - me interrumpió de inmediato - permítame decirle que así será, y no hay nada que una sabandija como usted pueda hacer al respecto, así que le pido que no pierda su tiempo señor Allan, ¿o acaso tiene algo más que decirme?Mi cuerpo se quedó inmóvil al escucharlo decirme esto y apreté mis puños a la vez que pensaba... ¿Cuál es el problema de desaparecer a alguien con solo pedírselo? De borrar del todo su existencia sin dejar rastro. Nadie te culpará del crimen, nadie sospechará de nada porque no hay nada que sospechar, ya que esa persona nunca existió. Solo hay un único problema, y es la falta de placer, no podrás ver sufrir a tu agresor, ni tendrás la satisfacción de haber disfrutado de su dolor. Sabiendo eso, no podía simplemente desaparecerlo, no sin antes hacerlo sufrir.- No, no es nada. - le contesté.- ¡Vaya, por lo visto usted esta ansioso porque yo le de una lección! - me refirió burlándose - No se preocupe señor Allan. Su momento llegará muy pronto. Ahora deje de hacerme perder el tiempo que por cierto es muy valioso.- Le pido que me disculpe - le dije bajando la cabeza y apretando los dientes.- Bien. Si eso era todo entonces perfecto. Hasta pronto señor Allan. - se despidió el profesor Edward haciendo una reverencia y retirándose.Yo me quede ahí de pie por un momento, salí de mis pensamientos y me retiré del salón. Lo miré entonces a lo lejos conversando con la directora. Un montón de alumnos seguían marchándose aun. Permanecí de pie observándolo. Él terminó de hablar con la directora y al verme me sonrió mostrando sus dientes. Se marchó entonces subiendo a su auto. Yo lo observé marcharse desde la puerta de la escuela. Luego tomé el camino para dirigirme al transporte público.Volví a casa, como siempre mi hermana estaba en la cocina, me sentía muy estresado debido al difícil día al que me enfrente. Me acerqué a ella y decidí hablarle.- Ya llegué.- ¡Oh, hola! - exclamó dejando de hacer lo que hacía para abrazarme. Luego volvió a sus quehaceres.- ¿Podemos hablar? - le pregunté.- Estoy ocupada. - me respondió sin mirarme.- Siempre estás ocupada, nunca me preguntas como me fue - le reclamé manteniéndome calmado.- Bueno, alguien debe hacer la cena ¿O te quieres quedar sin comer?Me quede callado un momento, luego le respondí.- No cenemos hoy, hablemos - le pedí de forma seria.- ¡Pero que dices! - me gritó enojada.- En serio, deseo que hable...- ¡Basta! - me interrumpió mostrando enojo - ¡Sube a tu cuarto y cámbiate, te llamaré cuando puedas bajar!Subí molesto a mi habitación y me encerré en ella hice a un lado con enojo los libros que habían en mi cama y me senté en ella empuñando mis manos. Cuando me sentí mas calmado saqué mi teclado del armario y toqué unas notas de música clásica, mi hermana me interrumpió para decirme que ya podía bajar. Cenamos como siempre, la vi mostrando tristeza en su rostro mientras comíamos, mantuve mi mirada fija en el plato, ninguno de los dos se animó a hablar. Al terminar ambos de cenar ella se disculpó conmigo.- Lo siento - me expresó - no fue mi intención gritarte.- Esta bien - le respondí calmándola - te entiendo, haces mucho por nosotros y por nuestro hogar. Y siempre te encargas de que yo esté bien - me sonroje un poco al terminar de hablar.Ella rio un momento y me contestó:- ¡Allan no es que yo me preocupe precisamente por nuestro hogar! Sin importar donde vivamos o que tengamos se que podemos estar bien hermano, porque estamos unidos.Y si existiera otra vida yo no pediría más que vivirla contigo, protegiéndote y apoyándote.Yo me sonroje aún más.- ¡Que dices! - le dije avergonzado y ella rio levemente. Yo la miré y le devolví igual una sonrisa. - Yo también hermana, yo también si existe otra vida quiero que tú estés en ella.Ella sonriendo y me dijo.- Si quieres podemos hablar ahora.- No, es tarde, tengo clases mañana y tú irás a trabajar, debes descansar también.Miré por un momento a la cocina mientras mi mente formaba pensamientos que en otro momento hubiera rechazado con la idea de que estaban mal, pero en ese momento los acepté, los tomé y tuve el deseo de ejercerlos.- ¡Lavaré los platos! - le propuse rápidamente.- Pero... - contestó ella indecisa.- Por favor - le pedí mirándola con cara de suplica.- Esta bien, pero solo será esta vez, iré a darme una ducha.- Bien - le respondí.Lavé los platos, los recogí y puse todo en orden. Al terminar, observe los utensilios de cocina, miré hacia atrás, revisé que mi hermana no viniera y volví a observarlos fijamente. Tragando saliva y con la mano temblándome ligeramente por la idea de hacer algo que nunca se me había ocurrido hacer antes, tomé uno de los utensilios.Al otro día desayune normalmente con mi hermana y al terminar me despedí de ella y tomé el camino a la parada del autobús de la escuela.Cuando llegué a clases la profesora ya había llegado, tomé asiento y las clases siguieron sin problemas. Pero luego continuaría la clase del profesor Edward.Como de costumbre entró con la misma sonrisa de siempre. Pasó de largo con apuro al salón y golpeó con fuerza la mesa de uno de los alumnos con el fin de silenciar a los demás, pero como este tenía la mano sobre el pupitre recibió parte del golpe lanzado por el profesor con la regla.- ¡Ah! - se quejó el alumno.- ¡Ups! - hizo el llevándose las manos a la boca, los demás alumnos no pudieron evitar reírse, el se mostró complacido como si hubiese hecho una gran broma. Luego dirigió su mirada en Luis, dirigiéndole la palabra.- Señor Luis, dígame ¿le contó algo sobre su descuido a alguien?- No profesor - le contestó él con los labios temblándole y la cabeza abajo.- Muy bien señor Luis así me gusta, la obediencia es parte de la disciplina. Luego puso sus asimétricos ojos en mi. Yo mantuve la calma, procurando que no vea intimidación de mi parte.- ¡Señor Allan! Le pido que se quede al finalizar la clase. Tengo un asunto pendiente con usted - Los demás alumnos fijaron a la vez su mirada en mi.El profesor siguió impartiendo docencia hasta por fin terminar la jornada. Los demás alumnos se fueron, yo por supuesto me quedé, junto a la compañía del profesor Edward, que se apresuró a cerrar la puerta del salón a fin de no ser estorbados.- Bien señor Allan - me refirió de pie frente a mí - esta vez le volveré a hacer tres preguntas, cuando las responda podrá irse a su casa. Yo permanecí callado y él sonrió mostrando sus dientes.Volvió a hacerme tres preguntas y se las respondí correctamente. Él entonces comenzó a reírse.- ¡Debo decir que me enorgullece señor Allan - me refirió confiado - Sin lugar a dudas es el mejor alumno que he tenido! Permítame por favor estrechar su mano. - y extendió su mano con el fin de que yo se la estreche, yo miré su rostro permaneciendo indeciso mientras él me sonreía, mi mano fue avanzando de forma involuntaria hasta que al percatarme ya habíamos estrechado, entonces él me la apretó bastante fuerte.- ¡No creyó usted que terminaría así ¿verdad?! - me expresó apretando mi mano con mas fuerza - le dije que si respondía correctamente podría irse más no le dije que se iría ileso, ¡Usted recibirá una lección de poder de parte mía! - Al escucharlo decir eso mi respiración se agitó y mi corazón latió descontroladamente, con mi mano sujeta remango mi camiseta y le propinó un fuerte azote con su regla a mi brazo. El crujir del golpe sonó en toda el aula y mi brazo enrojeció de inmediato.- ¡Ghaaak! - grité estremeciendo mi cuerpo. El rio de forma desmesurada y levantó su brazo propinándome un segundo azote, gemí por el dolor mientras él disfrutaba, elevó otra vez su brazo para darme un tercer azote, más y sin previo aviso para él, saqué un cuchillo tomado de la cocina de mi casa que llevaba en mi pantalón y atravesé firmemente en su estomago con él.El gimió. Le saqué el cuchillo y le propiné una puñalada más, acompañándola con mi furia hacia él y giré el cuchillo empujándolo con el fin de hacerlo sufrir. Él, con agonía en su rostro se dejó caer de rodillas frente a mí.- ¡Desgraciado! - me insultó gimiendo. Yo lo tomé de los cabellos y lo hice mirarme sonriéndole de forma sádica dejando ver mis dientes. Y retiré el cuchillo de su abdomen haciéndolo dar un gemido de dolor.- ¡Guuuuuuh!Yo seguí sonriendo mientras él se quedaba sin fuerzas para defenderse.- ¿Decía usted acerca del poder? - le pregunté burlándome de él. El hizo una expresión frunciendo el rostro a la vez que me miraba y permaneció callado. - ¿Decía usted acerca del poder? - le pregunté en tono mas alto, pero no me respondió - Correcto, entonces, lo curioso del poder es que puede pasar del mas fuerte al mas débil en cuestión de segundos. ¡Dígame que se siente! - Y removiéndole la cabeza sujetándolo de los cabellos, le volví a gritar - ¡¿Qué se siente saber que uno de sus alumnos es más poderoso que usted?!Pero él se estremeció arrugando su rostro y pegó un grito tan fuerte que sentí que sordo mis oídos, e inmediatamente me sostuvo de las piernas y me empujó contra las butacas del aula las cuales cayeron debido a nuestro impacto. Caí acostado golpeándome contra el piso, dejando caer el cuchillo. Tuve la intención de extender mi mano derecha para tomarlo pero él se abalanzó sobre mi, pude ver su expresión de cerca, sus ojos parecían haberse vuelto más grandes, y expresaban desesperación y cólera, como si hubiese perdido por completo la cordura y extendió sus manos hacia mi cuello apretándolo, sentí como me quedaba poco a poco sin aire mientras el sonreía de forma diabólica al verme perder mis fuerzas y apretó mas fuerte sus dedos a mi garganta. Extendí mi mano para tomar el cuchillo, él, que no se había percatado del objeto en el piso, notó mis intenciones e intentó de inmediato tomarlo, pero lo obtuve antes que él y se lo clavé en el estomago.- ¡Aaaaaah! - gimió apartándose de mí levantándose. Yo me levante también mientras él, arrugando su rostro, en un acto total de coraje logró sacarse el cuchillo y se abalanzó hacia mí gritando con el fin de agredirme. Haciendo esfuerzos por estar en pie debido al temblor de mis piernas, con la situación fuera de mis manos y mi corazón golpeando con fuerza mi pecho, le grite;- ¡Desaparezca! - en un segundo lo vi claramente frente a mí y en otro ya no, sentí mi respiración agitada apretarme y la relajé poco a poco, mi corazón fue disminuyendo su ímpetu hasta tomar su latir normal. Miré los rincones del aula, estaba vacía, miré el cuchillo que cayó en el piso tras haber desaparecido el profesor, lo recogí y lo observé, estaba limpio, no había un rastro de sangre en él. El salón igual estaba limpio, el piso no tenia una pizca de sangre.- ¿Funcionó? - dije dudando - ¡Si, funcionó! - dije riendo emocionado - ¡ Ya no habrá nadie! ¡ya no habrá nadie que perturbe mi felicidad! - grité mientras reía. Luego miré al lugar donde el profesor Edward estaba, y dije pausadamente haciendo una reverencia - y al deshacerme de usted profesor Edward dejé la muestra evidente de ello.Ya era tarde, metí el cuchillo en la mochila y me preparé para irme. La escuela estaba vacía. Caminé los relucientes y largos pasillos de esta, sin poder mantener mis ojos ubicados en un solo lugar, mirando a los lados con la preocupación de que existiera algún testigo de lo ocurrido, aunque dentro de mi estaba seguro de que nadie había presenciado el hecho y de haberlo hecho mi poder lo borraría de su memoria.Por fin encontré la salida y mi preocupación disminuyó. Entonces vi al portero de pie al lado de la puerta en el jardín y se dirigió a mi diciendo:- Ya es tarde hijo ¿por qué te vas a esta hora?- Si, perdone, es que mañana tengo una clase muy dura y me quedé leyendo en el aula, no me di cuenta de la hora, espero no sea un problema.El me miró con el ceño fruncido de arriba a abajo. Puso sus ojos en mi mochila y me sacudí por dentro al recordar que dejé el cuchillo dentro de ella. El portero me miró a los ojos permaneciendo callado. Luego me dijo:- Esta bien hijo, pareces un buen chico, puedes irte a tu casa, que pases un buen día.- Gracias - le conteste. Y salí de la entrada de la escuela. ¡Lo había logrado! Había logrado salir a salvo de aquella situación. Emocionado corrí rumbo a la parada del autobús camino hacia mi casa. Al tomarlo y entrar me sentía aliviado y lleno de confianza pues estaba seguro de que nada ni nadie iba a impedir mi camino a ser feliz. Salí del autobús y caminé rumbo a mi casa, con la idea de al fin descansar de las situaciones a las que me enfrenté.Cuando por fin llegué miré hacia la cocina y noté que mi hermana no estaba en ella como habitualmente.Entonces caminé hacia la sala y la vi, estaba seria y pensativa como si estuviese esperando largo rato.- ¿Hermana? - le dije sin comprender que hacía.- ¡Ah, Allan! - dijo ella emocionada - ¡que bueno, ya llegaste! viniste muy tarde hoy.- Si es que... - le dije buscando una excusa.- Ven - me interrumpió ella y me guio a uno de los asientos de la mesa en donde me esperaba. - Cuéntame, ¿Cómo te fue hoy? - dijo mientras me sonreía de forma cálida.- ¿Qué? - le pregunté sin comprender la situación.- Que me digas como te fue hoy. Quiero saber que tal tu día.Entonces comprendí mientras me daba una sonrisa sincera, realmente lo hacía, se estaba preocupando por hacerme sentir bien, quizá era su forma de disculparse por lo sucedido anteriormente entre nosotros, verla así, atenta, amable, hizo que yo le respondiera también con una sonrisa honesta.- Entonces - me dijo - ¿Te sentarás y me contarás como te fue?Fue en ese entonces que recordé ¿Qué fue lo mejor que hice en el día? Luchar contra un profesor y hacer que desaparezca ¿eso es algo que podía contarle? Por supuesto que no, no podía, no debía hacerlo, debía alejarla, debía alejar de aquel hecho a cualquiera que desee saber de él. Ella noto el pánico y la angustia en mis ojos.- ¿Qué pasa? - me preguntó.- Lo siento no lo haré - le respondí tomando rumbo a mi habitación.- ¿Pero, que dices? Si solo quiero escuchar como te fue hoy - yo seguí caminando sin hacer caso.- ¡Hey, espera! - me pidió tomándome del brazo izquierdo.- ¡Ah! - pronuncié sintiendo un dolor punzante.- ¿Por qué te quejaste? ¿Qué tienes ahí? - me preguntó y sin obtener respuesta me elevó la manga de la camiseta escolar - ¡Por Dios! - exclamó ella impactada. Mi brazo aun guardaba el moretón de los golpes que me había propinado el profesor Edward, aun se observaba de un fuerte tono colorado.- ¡Como te hiciste esto! - exigió saber ella.- ¡No puede ser - exclamé yo absorto observando mi propio brazo - quedó un rastro!- ¿De que hablas? ¿Qué quieres decir? - me preguntó sin darme respiro alguno. Yo corrí a las escaleras rumbo a mi habitación.- ¡Ven aquí y explícame ahora, Allan!Tranque la puerta de mi habitación. Pero pronto mi hermana llegó y comenzó a tocarla mientras me llamaba.- ¡Allan, Allan, abre la puerta! - me exigió.- ¡No quiero hablar, vete! - le contesté.- ¡Abre la puerta ahora o estarás en problemas!- ¿Qué vas a hacer? - le pregunté molesto.- ¡Vasta Allan, abrirás la puerta y me darás una explicación.Comencé a sentirme acorralado por mi hermana en mi propia habitación. Tendría que confesar, confesar todo lo que hice, no quería, no quería hacerlo, de veras quería que se fuera en ese momento y entonces, se lo dije, desesperado lo grite:- ¡No quiero, no quiero decir nada, desaparece!Por un momento hubo un silencio, la casa pareció estar llena de total soledad, hasta que hablé.- ¡Hermana! - la llamé con la esperanza de escucharla. Pero nadie respondió.- ¡Hermana! - repetí preocupado. Fue entonces cuando me di cuenta de lo que había hecho y corriendo por toda la casa, buscando y recorriendo en cada lugar, sentí que mi pecho se desprendería de mi cuerpo, busqué, busqué por cada rincón, aun sabiendo que era en vano seguí buscando hasta caer rendido por el dolor en mi pecho y mis piernas - ¡No! - dije gritando a la vez que caían lágrimas de mis ojos - ¡Que hice!Las siguientes horas las pase tumbado en mi cama sin deseos de hacer nada, permanecí inmóvil, sin hacer el mas mínimo movimiento. Lo único que deseaba, era esperar mi muerte. No quería comer ni beber, no quería hacer nada mas que estar en mi cama con la esperanza de desfallecer y morir, pues había perdido la única persona que me apreciaba, que estuvo a mi lado siempre, cuidando de mi aun cuando parecía estar alejada.Pase así toda la noche, sin poder dormir, llegó el día y seguí tendido, no fui a la escuela, me quedé en la cama hasta que volvió a anochecer recordando momentos que viví junto a mi hermana desde que éramos muy pequeños hasta ahora. Volteé a un lado acostado en mi cama y miré el armario de mi habitación con su pequeño espejo y libros sobre él. Fue entonces que me vino una idea a través de mis recuerdos encontrados y me aferré a una suposición que me ayudaría o daría fin a mi tormento.Bajé las escaleras dirigiéndome a la sala y lo observé desde ahí, el enorme espejo que había comprado mi hermana, era la solución que había decidido tomar. Caminé lentamente en su dirección poniéndome frente a él. Observé mi reflejo en él y reflexioné ¿Estaba dispuesto? ¿estaba dispuesto a desaparecerme a mi mismo? Para que funcione, debía estar convencido de que quería dejar de existir.Y en mis pensamientos respondí mis propias preguntas diciéndome ¡lo merezco, merezco desaparecer! ¡Merezco pagar por mis errores! Si existe otra vida, la viviré junto a mi hermana y trataré cada día de verla sonreír, pero si no hay nada más, entonces pagaré por el mal que cometí con mi equivocación, porque ¿Quién que tenga un solo ser que lo ame y lo haga desaparecer por culpa de sus torpes decisiones merece vivir? ¿Quién puede vivir tranquilo sabiendo que cometió tal acto? ¿Quién quiere vivir solo...? - pensando en todo esto, decidido, me miré en el espejo y pronuncié la palabra.- Desaparece...Mis ojos vieron todo dar vueltas muy rápido hasta no quedar nada. Por un momento pensé que dejaría de existir, que era el fin. Hasta que me vi en un lugar completamente oscuro, de rodillas y sin nada a mi alrededor, era como estar en un extraño sueño, pero aquello no era un sueño, era real. Me levanté entonces y al mirar alrededor y voltear pude ver tras de mi un espacio con la figura del espejo de mi casa en el cual se observaba una vista de lo que sin lugar a dudas era una parte de la sala de esta.Decidí entonces recorrer aquel lugar en el que me encontraba en busca de alguna respuesta. en busca de Denia, a la distancia pude ver un débil pero extenso resplandor y decidí dirigirme hacia él cuando algo pasó. Mi mente comenzó a formar extrañas figuras en mi vista, eran cientos y cientos de colores emergiendo al mismo tiempo formando lo que parecían ser un montón de explosiones, unas tras otras, mi cabeza empezó a dolerme, me arrodillé sosteniendo mi cabeza sin poder detener aquello por mas que cerrara mis ojos.Entonces noté una figura, era alguien real y no una alucinación de mi vista como aquellos colores. Un ser o entidad con el rostro cubierto, envuelto en una túnica, mucho mas alto que una persona normal.- ¿Quién eres? - le pregunté. Pero el ente no hizo sonido o movimiento alguno - ¿Quién eres? - le volví a preguntar mas fuerte.El ente extendió uno de sus brazos apuntando con su largo y arrugado dedo índice señalando al horizonte donde se veía aquel lejano resplandor, y surgieron de la nada letras claras y luminosas formando oraciones legibles en el vacío."El que guarda" leí de forma borrosa distinguiendo aquellas letras de los múltiples colores que veía.Yo seguía haciendo sonidos de dolor, sin poder controlar mis pensamientos y con esfuerzos seguí interrogándole.- ¿El que guarda que? - volví a cuestionar. Él volvió a señalar al horizonte."Las almas" - me llevé las manos a las sienes para ver si aquello aminoraba mi tortura, y volví a interrogarle.- ¿Cuáles almas? Aquí no hay nada - El ente se quedó quieto un instante, sin moverse manteniendo sus manos en su bastón, luego volvió a señalar." Ser con mente, ¡serás torturado!"- ¿A que te refieres? - le pregunté. Él señalo de nuevo." Ser con mente, ¡serás torturado!"- ¡Déjame en paz! - le grité haciendo gestos de violencia.Pero él apretó sus puños y siguió insistiendo señalándome la misma frase con autoridad. Luego de eso esto era lo único que aquel ser con figura de anciano me respondía señalando aquellas letras en el abismo y sentí perder todas mis fuerzas aun de rodillas, mi mente no tenía control, seguía viendo esos extraños colores, era el final, mi cordura se iba a perder y no iba a estar nunca más con Denia.Y cuando pensé en esto último parte de mi mente se recuperó de nuevo y recordé porque me había adentrado a ese extraño lugar, quería reencontrarme con Denia donde quiera que esté. Mi mente comenzó a recordarla, a recordar varios momentos con ella y mi voz pronunció su nombre.- ¡Denia!Y todos aquellos extraños colores comenzaron a irse de mi vista y mi mente, y fueron suplantados por recuerdos, recuerdos de varios momentos que viví junto a mi hermana." Ser con mente, ¡serás torturado! - seguía señalando firmemente el ente con su rostro cubierto con la túnica. Al parecer tratando de insistir en que deje caer mi mente ante aquella perturbación.- ¡Denia! - pronuncié yo aun más fuerte como si con ello callara las ordenes de aquel ser. Mientras observaba los recuerdos que se creaban en mi mente, y de nada le valió seguir señalando. Corrí, lejos de él, marchando hacia adelante, hacia aquel luminoso resplandor, hacia donde él señaló con su arrugado dedo, con la esperanza de ver a mi hermana.Y corrí, corrí por mucho tiempo, gritando su nombre, gritando ¡Denia! una y otra vez, avanzando con la esperanza de notar algo distinto, pero la oscuridad de aquel lugar no se desvanecía, no parecía haber nada más, aun así, no deseaba rendirme, no quería volver atrás, permanecí corriendo con todos mis esfuerzos, hasta que logré ver algo, a poca distancia, eran un montón de masas agrupadas que parecían resplandecer ante toda la oscuridad de aquel lugar. Permanecí inmóvil ante aquella vista, por un momento mi cuerpo no quiso responder, entonces, haciendo esfuerzos por controlarme, caminé lentamente hacia aquello para poder divisar que era, hasta lograr estar lo suficientemente cerca.Aquellas parecían ser almas, almas de personas que alguna vez vivieron, permanecían sentadas, sin ánimo, sin hacer nada, cada una cerca de la otra. Sobre ellos se podían leer unas letras en el horizonte que formaban la frase "traídos antes de tiempo".Mi corazón retumbaba con fuerza, pero ellos no me miraban, permanecían cabizbajos, era como si no tuvieran absolutamente nada en que pensar, como si no tuvieran mentes y estuvieran vacíos.Escuché entonces un quejido muy cerca. Era la voz de una chica mis labios temblaron y me acerqué corriendo con mis piernas temblando, era ella, era mi hermana.- ¡Denia! - pronuncié abrazándola entre lágrimas, sujetándola como si pudiera marcharse y no quisiera permitírselo.- ¡Allan! - me respondió. No tenía nada distinto, solo se veía un poco debilitada y cansada, pero no tenía nada similar a los demás a su lado que parecían almas de pensamientos huecos.- Denia perdóname - le pedí aún abrazándola derramando lágrimas.- Allan ¿Dónde estamos? ¡Aaaaaah! - hizo poniéndose las manos en la cabeza mostrando fuerte dolor.- Denia salgamos de aquí. ¡Ven, concéntrate en mi y sígueme! - le pedí tomándola de la mano y corriendo delante de ella tratando de seguir el lugar por donde vine.Ella hizo un largo quejido haciendo muestras de dolor en su cabeza.- ¡Corre Denia! - le pedí - piensa en nosotros... en cuando éramos pequeños... tu cuidabas de mí, no pienses en nada mas! - así lo hizo y eso la alivio.Continuamos corriendo, hasta que noté algo, mi corazón retumbó, era el ente de nuevo envuelto con su túnica negra y mas atrás estaba el agujero en el que podía verse parte de la sala de nuestra casa. Pasamos caminando frente al ente, despacio, esperando su reacción. Él no hizo nada, no se movió, se quedó quieto frente a nosotros hasta que hizo un gesto, un movimiento de aprobación con su cabeza, caminamos lentamente frente a él, permaneciendo muy cerca el uno del otro. Detuve entonces a mi hermana frente aquel agujero y la tome de los hombros.- ¡Vamos sal! - le pedí tomándola de los brazos.- ¡Espera Allan! - me expresó ella preocupada - ¿Cómo sabes lo qué es eso?- Eso nos llevará a casa, ¡Vamos, sal! - le contesté. no estaba del todo seguro pero era nuestra única esperanza.Ella no hizo nada mas que mirarme mostrando preocupación, yo la miré fijamente. Y antes de decirnos nada escuchamos algo, a lo lejos, eran unas voces que se acercaban hacia nosotros. Se escuchaban angustiadas y cada vez eran más claras y cercanas.- ¡Esperen! - decían.- ¡Sal, vamos! - le dije a Denia empujándola haciéndola caer del otro lado. Ella chocó de la pared golpeándose y quedó recostada en el piso.Entonces logré ver de quienes eran aquellas voces, mis ojos se llenaron de enorme asombro y me inmovilice ante aquella vista, era el profesor Edward junto a Jorge y sus dos amigos. Se acercaban hacia nosotros contoneándose e incluso cayéndose y suplicando ayuda.- ¡Esperen, ayúdennos! - suplicaban con las manos en las sienes por el dolor de las poderosas visiones. Se veían sin fuerzas. Mucho menos que mi hermana, probablemente por el tiempo que llevaban allí.Mi hermana desde el rincón que estaba logró verlos también.- ¡Allan... - dijo algo débil por el golpe - Allan ayúdalos!Yo permanecí inmóvil sin poder reaccionar ellos se acercaron más pero cuando estuvieron muy cerca el ente se puso frente a ellos y al parecer torturó sus mentes ya que comenzaron a quejarse muy fuerte.Seguí inmóvil mientras mi hermana gritaba mi nombre tratando de decirme que los ayude, yo di un paso hacia atrás evitando involucrarme en aquello, pero mi mente volvió a ver aquellos extraños colores e hice un leve quejido.- ¡Ghaak!El ser al darse cuenta de esto se giró hacia mi observándome, yo seguí retrocediendo entre quejidos y haciendo esfuerzos por controlar mi mente, él entonces avanzó con la intención de detenerme extendiendo una de sus manos, continúe retrocediendo hasta dar con el agujero que guiaba hacia la sala de mi casa.Y cuando salí de allí, el ser con túnica se detuvo y aquel espacio que pareció suplantar al espejo desapareció por completo. Del espejo solo quedó el marco, el cual se cayó golpeándose contra el piso, provocando un fuerte sonido.Yo permanecía inmóvil aun, mi rostro seguía con expresión de asombro y confusión. Fue entonces que recobré el control en mi y comencé a reír y reí con todas mis ganas, muy fuerte, hasta que sentí un golpe en una de mis mejillas.Era mi hermana, con lágrimas en sus ojos me había cacheteado, la miré a los ojos estaban brotando lágrimas y se veía decepción en ellos, yo bajé la mirada apenado y ella salió corriendo hacia su habitación.- ¡Denia, espera! - le pedí. Pero ella no se detuvo.Al siguiente día debía asistir a clases, mi hermana me llamó y desayune con ella, pero no me atrevía a mirarla a los ojos, al terminar de desayunar, le dije que me iba y cabizbajo tomé el camino para marcharme, ella se acercó a mi, mi corazón latió rápido, a la vez que ella elevó sus brazos hacia mi y me abrazó.- Eres mi hermano y no puedo odiarte, tú eres lo único que me queda - me dijo. Mis ojos se llenaron de lágrimas al escucharla decirme aquello - solo prometerme algo, que no volverás a hacerle daño a nadie más. De nada vale la felicidad a costa del sufrimiento ajeno.- Yo... - le respondí entre sollozos - lo prometo. - y de mis ojos brotaron lágrimas a la vez que me preguntaba si merecía aquello, si merecía todo el amor que mi hermana me tenía. Había tanto que no podía explicar. Y me prometí no fallarle y cumplir con todas mis fuerzas la promesa que le hice.Caminé para esperar el autobús y subí en él. Pensaba en todo lo ocurrido, en todas las extrañas cosas que pasaron, recosté mi cabeza y me calme pensando en que ya todo había terminado.El autobús llego a la escuela, entré a mi aula y los alumnos fuera de sus asientos conversaban entre ellos. Uno de los alumnos avisó que el profesor venia y los demás se sentaron, yo me acorde entonces... ¡Debía implantar clases el profesor Edward!Entró atravesando la puerta del salón, era alguien que no había visto nunca. Saludó sonriendo a los alumnos de forma amigable y tomó asiento. Me quedé observándolo inmóvil, no sabía si debía temerle, o si podía estar seguro con él, no lo conocía.- Señor Allan - me llamó de forma amable, escuché mi corazón retumbar al decir mi nombre - Por favor parece y haga la exposición que le asigné.No sabía de que hablaba, no entendía, permanecí sentado con expresión de confusión, el me pidió amablemente de nuevo ponerme de pie frente a la clase, dudando, me puse de pie y me situé frente a la clase, de nuevo los vi a todos, y sus miradas volvieron a clavarse en mi, no sabía que decir y podía escuchar sus suaves murmullos acerca de mi, el profesor me sonreía, pero era una sonrisa de alguien desconocido que tal vez fingía amabilidad, no sabía que hacer y como siempre busque apoyo mirando a la ventana, al portero, lo miré barriendo a ritmo lento el patio y me calme mientras lo observaba, hablé entonces de un tema en general de ciencias naturales, el profesor me interrumpió luego de un momento algo confundido preguntándome de que hablaba.Todos comenzaron a reírse, se reían fuerte, se reían de mi, yo respiraba rápido sentía como subía la cólera dentro de mi, subiendo hasta mi cabeza, miré al profesor, él también reía luchando por manejarse sin poder lograrlo, escuchaba todas las risas, cubrí mis oídos y cerré mis ojos, pero aun las seguía escuchando, no lo soporte más, cedí finalmente a mis deseos de soledad y lo grite:- ¡Desaparezcan, desaparezcan todos! - les ordené a todo pulmón y con mis ojos cerrados y luego cuando los abrí un grito ahogado salió de mi, no había nadie, absolutamente nadie, el salón de clases estaba vacío, completamente vacío, entonces miré por la ventana y caí hacia atrás abriendo mis ojos como si fuesen a salirse de sus orbitas ¡En la ventana, el portero, el desdichado del portero, había desaparecido! FIN

Historia de EnmanuelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora