Segunda clase

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A la mañana siguiente todo parecía iniciar de buena forma, el ambiente que se vivía en la clase 3-E era tan peculiar como siempre, la gran mayoría de los alumnos ya se encontraba en el edificio esperando por el inicio de las clases, sin embargo, Nagisa Shiota caminaba de forma apresurada temiendo no llegar a tiempo a su aula de asesinato. La razón radicaba en la media hora de más que pasó preparando su caja de almuerzo.

Checó la hora en su teléfono dándose cuenta de que solamente le quedaban 10 minutos para terminar de subir la montaña, no quería obtener un reporte de retardo con el que seguramente se ganaría un regaño y algo más de parte de su madre, ¡no podía permitírselo!

Comenzó a correr lo más rápido que podía, procurando no pisar alguna roca en el camino, las gotas de sudor empezaron a recorrer su frente, pero eran pequeñeces a lado de conseguir llegar en 10 minutos hasta su salón de clases; con unos pasos más logró llegar a la cima, pero aún le faltaba el camino hacia el edificio.

Ahora agradecía bastante el entrenamiento que estaban recibiendo ya que en otras condiciones le hubiera sido imposible subir la montaña al ritmo en el que lo hizo; tomó un poco de aire y continuó su carrera contra el reloj, logró llegar a la entrada del edificio y con todas las energías que le quedaban corrió nuevamente hasta su aula, como si hubieran estado esperando su llegada sonó el timbre de ingreso.

Nagisa se recargó en el marco de la puerta tratando de recobrar el aliento, ¡lo había logrado! Aún sentía el sudor recorrer su frente y cuando se dirigió hacia su asiento Koro-sensei en menos de un parpadeo ya estaba a su lado.

—Nagisa- kun, buenos días — saludó cortésmente — me parece excelente que te hayas esforzado tanto en llegar temprano, la puntualidad es una cualidad que cualquier asesino debe de tener, nuru.

Las rayas verdes que tenía marcadas en su rostro le dejaban claro a Nagisa que su profesor lo había elogiado, así que a su pequeña victoria de la mañana se le sumó aquella alegría por el reconocimiento de su profesor.

Cuando el almuerzo llegó Kayano y Nagisa juntaron sus mesas para tener más espacio donde comer, Kaede traía su pudín y pan de yakisoba por su parte Nagisa sacó su cajita con su almuerzo, mientras acomodaba sus cosas discretamente observaba a su alrededor en busca de su amigo pelirrojo, metió la mano a su bolso pensando en sacar de una vez la tenía la otra cajita que había preparado, no quería que Karma se acabara sus rollitos de huevo como el día de ayer así que se le había ocurrido prepararle comida solo para él.

Sus ojos se deslizaban de un lado a otro buscando a Karma pero no lograba encontrarlo, comenzó a preguntarse si había asistido a la escuela ya que su bolso tampoco estaba en su lugar pero, Nagisa estaba seguro que lo había visto en la mañana, parecía estar durmiendo sobre su mesa.

¿Lo habría imaginado?

--Nagisa ¿qué ocurre? – preguntó Kayano al notar que su amigo observaba sin parar por todo el salón.

Nagisa se sobresaltó un poco y se rascó la nuca nervioso, se acomodó bien en su asiento y le sonrió a Kayano como respuesta de que no pasaba nada, ni Nagisa se había percatado que se estaba sonrojando por la pena.

Por una razón que él no quería reconocer se abstuvo de preguntarle a Kaede si ella sabía algo de Karma, así que en un intento de cambiar el ambiente tomó el pudin de Kayano para distraerla.

--¡Oye! Devuelve ese pudin a su lugar, ya tiene dueño – exclamó Kayano entre alegre y molesta.

Nagisa pensó por un momento que si fuera más alto haría que Kayano saltara por su pudin...realmente quería ser más alto.

Se lo devolvió cuando notó que Kaede ya tenía una mirada asesina puesta sobre él, tal vez no había sido la mejor táctica para distraerla así que le devolvió su comida antes de que pasara otra cosa; una risa alegre los interrumpió era Sugino quien se sentó en medio de las dos mesas con su sonrisa radiante.

Clases prácticas de asesinato [Concluida]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora