Una noche de libertad

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Mmmmm... mamá, papá, ¿ustedes se quedaban despiertos hasta la madrugada cuando eran jóvenes?

Probablemente lo hice por tareas de la escuela- respondió papá.

Por supuesto que no, es malo para la salud- respondió mamá.

¿Y alguna vez estuvieron fuera de su casa por una noche sin decirle a sus padres?

Cariño, ¿sucede algo? Haces preguntas un poco raras. Bien sabes que la seguridad es terrible y más por las noches- argumentó mamá- Además, no hay necesidad de salir a altas horas de la madrugada, pierdes tus horas de descanso y posiblemente ocurra alguna tragedia- finalizó.

Es cierto ¿a quién se le ocurriría? Sería una locura.

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Suspiré.

Creo que era la décima vez que lo hacia. Silencio. No se escuchaba absolutamente nada. Me sentía cansada, pero no tenía sueño. Un ladrido. Otro suspiro. Miré el terrible y casi visible techo blanco de mi cuarto en medio de la oscuridad de la noche. Mi habitación no era tan grande, estaba en la segunda planta y tenia una ventana que daba justamente a la calle. El cielo esa noche estaba despejado.

El reloj del celular marcaban las 23:50 horas. Genial, pensé. Ya me había acostumbrado a estar a altas horas de la noche despierta, desde que entré a la preparatoria. Es difícil de explicar. Me senté en mi cama, me restregué los ojos y me quedé mirando un punto fijo.

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Ey, ¿qué harías si tuvieras la oportunidad de salir a medianoche?

Wow, haría miles de cosas.

¿Como que cosas?

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Estaba lista. Pantalones negros rotos, botines negros, camiseta blanca holgada, chaqueta negra de cuero, un sombrero negro. El negro era buena opción para pasar desapercibida. Tomé una pequeña mochila y en ella metí lo que toda una joven de preparatoria: audífonos, un libro, un poco de dinero, el celular y gas pimienta. Siempre había que estar prevenida.

Me acerqué a la ventana y poco a poco la abrí para no hacer mucho ruido; cuando la abertura era considerable para que yo pasara, salí. Había dado el primer paso, el comienzo de una pequeña aventura.

Para pasar del segundo piso a la calle parecía bastante fácil. No lo era. Tenia que hacer maniobras en un árbol para lograrlo. Tomé aire y asentí. Mi corazón estaba latiendo demasiado fuerte que temía que alguien lo pudiera escuchar y eso me delatara. Un brinco, un rasguño, luego otro, un resbalón, otro rasguño, pasos cortos y, finalmente, un salto. Estaba fuera.

Mis labios formaron una pequeña sonrisa y recapitulé en mi mente: estaba fuera de mi casa, de noche y sin compañía, probablemente podría pasar una tragedia pero me esforcé en no ser pesimista. No hoy. Saqué mis audífonos y pulse el play en la lista de reproducción que era exclusivamente para la noche. Comencé a caminar.

El clima era agradable. Ni tan frío ni tan caluroso. No podía ocultar mi emoción así que, corrí por las calles ligeramente iluminadas por los postes de luz. Se sentía bien. Se sentía a libertad. Tal vez, la que nunca pude tener dentro de esas cuatro paredes y que, al menos, podría disfrutarla en esa maravillosa noche.

Claro que tenia un lugar a la cual ir. Un parque. No era el mejor parque de la ciudad, de hecho era pequeño. No tenia juegos infantiles ni canchas de fútbol y basketball; lo que si tenía era un árbol. Un árbol grande y frondoso, justo en medio del pequeño parque, alrededor tenia más árboles de menor tamaño, unas cuantas bancas y botes de basura. Parecía aburrido y tal vez lo era, pero a mi me parecía un lugar muy.. tranquilizador.

Cerré mis ojos por un momento al vez que no había peligro. Respiré hondo y me dejé caer al pie de aquel árbol. La poca iluminación y el silencio hacia de aquel lugar un lugar bastante maravilloso. Un solitario parque para una solitaria chica. Muchas cosas pasaron por mi mente que quise ignorar, pero fue muy tarde, sentí pequeñas lágrimas bajar por mis mejillas. Las limpié rápidamente como si alguien me pudiera ver en aquel silencioso lugar.

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Me gusta la noche. Me sentía viva bajo la luz de la luna, el susurro del viento fresco y la oscuridad. Todos duermen, nadie te ve, nadie te escucha. Solo eres tú y tú alma bailando ante el escenario estrellado del cielo.

La noche me comprendía. O simplemente me daba el valor de comprenderme a mi misma.

Es hermoso- susurré al viento silencioso de una noche lluviosa.

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Agradecía internamente por tener cerca del árbol un farol. Iluminaba perfectamente mi lectura. Una novela romántica juvenil. Todo era perfecto. Mi estómago me reprochó al quinto capítulo leído.

Suspiré y comencé a andar al Oxxo. Era lo más cercano y lo que estaría abierto a estas horas. Brincaba, bailaba, daba giros, cantaba, pasaba de un lado a otro. Tomé aire antes de entrar al lugar.

Unas galletas y un jugo era todo lo que mi estomago necesitaba para aguantar. Estaba nuevamente en el árbol. Aun no podía creerlo, tenia mucho miedo de hacer esta locura, tenia mucho que perder y aún así lo hice. Esperaba que mamá no se hubiera levantado para ir al baño. Eso seria un problema.

Una pequeña brisa hizo aferrarme al mi chaqueta. Me sentía feliz, en paz. Tenia muchas preocupaciones pero las deje de lado para disfrutar de este preciso momento. Un momento que seguramente no volvería a suceder. No por un largo tiempo. Suspiré y mire el cielo. Estaba nublado. En unos minutos comenzaría a llover.

Regresé a mi casa con un alivio tan grande que no podía explicar. Un sentimiento inexplicable. Tenia muchas responsabilidades encima de mis hombros que no aguantaba, así que me refugié en algo que me gustaba. La noche. El plan llevó mucho tiempo elaborarlo, no me sentía segura de hacerlo. Era una decisión difícil, pero el valor me ayudó a realizarlo. Y aquí estaba, justo enfrente de mi casa en la madrugada de un día común aunque para mi no lo fue. Fue un momento de libertad.

La oscuridad de mi cuarto me recibió con calidez. Mis ojos pesaban. Me coloqué mi ropa para dormir y me metí a la cama. El reloj marcaba 04:13 am. Levantarme sería un gran problema. De hecho, los demás días serían de problemas. Suspiré  y miré por última vez a través de mi ventana. El cielo ya no estaba nublado. Una hermosa luna llena estaba en lo alto, brillando con intensidad e iluminando la oscuridad de la noche.

Sonreí y cerré mis ojos.

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