Capítulo I.

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Capítulo I.

Andrew

Los días solían pasar con rapidez aquí, siendo que teníamos que trabajar dos días y descansar tres. Así era como se manejaban los horarios.

Durante nuestra última misión B había salido herido de gravedad. Gracias a un mal cálculo de tiempo, el tipo con el que había estado batallando, que era bastante pequeño y delgado, logró acercarse lo suficiente como para asestar un certero corte en su rostro. Debía admitir la maestría de su oponente con el arma punzo-cortante puesto que, de no ser por las tecnologías que teníamos, habría perdido el ojo.

El Creador vió esto como una oportunidad de imponer su sello -que sólo dejaba en aquellos subordinados "de élite"- en él.

No tuvo ni voz ni voto en el procedimiento, y aunque yo intenté intervenir, El Creador me amenazó:

“—Si sigues interviniendo me veré obligado a castigarte.”

No bastó más que esa oración para hacerme entender que mi opinión salía sobrando y que no sería tomada en cuenta de ninguna manera. Rendido, no tuve más opción que resignarme a qué B fuera marcado, aunque no me gustaba ni un poco esa idea.

La noche se convirtió en día, los colores fríos fueron reemplazados por los cálidos y, por fin, hubo alguna noticia de él. Pude ir a verlo al ala de enfermería en cuanto me notificaron que estaba bien y despierto.

Caminé nervioso entre los pasillos blancos, algunas luces parpadeaban y le daban un toque más que siniestro a la enfermería. No me gustaba el lugar, había escuchado muchas historias de las prácticas inmorales que ahí se realizaban, y una de ellas, la que más temía, era la que le habían realizado a B.

Nada de esto era inhumano para los asesinos con los que convivía diariamente. En realidad a muchos parecía darles igual o divertirles; a los únicos que se nos revolvía el estómago era a gente como yo.

La llamada "Marca" o "Sello" era la manera que El Señor tenía de demostrar su poderío a sus enemigos. Marcando a sus subordinados más cercanos advertía con quién estaban metiéndose y de esa manera evitaba que fueran asesinados, eran elementos valiosos para él y difíciles de reemplazar.

Dentro de aquella mafia, el ser marcado, podía verse como todo un honor por algunos y como una enorme carga para otros. Al convertirte en alguien con una marca te enviaban a misiones incluso más peligrosas e importantes que las que ya llevábamos además de que siempre tenías la mirada del Líder sobre ti y, al más mínimo error, eras desechado.

Aunque nadie sabía qué le hacían a los desechados.

Llegué a la puerta que me habían indicado pertenecía a mi amigo más rápido de lo que pensé. Supongo que tanto pensar en esas historias hace que no preste atención a lo que hago. Tomé una bocanada de aire y giré la perilla para entrar.

No me sorprendió que la habitación fuera completamente blanca o que estuviera parcialmente vacía, siendo la excepción la camilla, los aparatos conectados al cuerpo peludo y una pequeña silla para visitas. Me pregunto qué clase de visita podría haber si era un complejo completamente cerrado y apartado del edificio principal.

¿Médicos quizá?

No me sorprendería que el mismísimo Señor hubiera estado ahí.

B leía un libro tranquilamente; este se veía bastante viejo y algo amarillento. Me atrevería a decir que algunas páginas le faltaban o quizá estaban rotas.

Apenas cerré la puerta tras de mí la mirada café salió del libro y viajó hasta aterrizar en mí. No pude evitar sentirme nervioso al tener su mirada repasándome de arriba a abajo.

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⏰ Última actualización: Oct 05, 2022 ⏰

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