Cap 7 | Final II

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Narra Rubius

Mis manos se aferraron con fuerza a las sábanas de su cama, cuando de una estocada entró en mi. Cuando de una estocada me hizo sentir el cielo y ver más estrellas de las que alguna vez vi.

Y sentirlo adentro de mi, sin duda era una sensación de lo más indescriptible y satisfactoria.

Esta tan jodidamente grande.

Y es que tenerlo adentro de mi, me hacía sentir tan completo, tan lleno que sin duda podría corréeme sin que él se moviera. Podría correrme con tan solo sentirlo. Sentir lo caliente y húmedo que estaba, tan húmedo que al entrar hacia un sonido, aún más obsceno del que hacían nuestros besos.

Y su tamaño, era tan desbordante que podía sentir mis paredes mucho más estiradas, de lo que alguna vez estuvieron.

Incluso podía sentir lo duro que estaba. Podía sentir hasta como palpitaba en mi interior.

Va a partirme.

Y cuando comenzó a moverse, solo confirme mi último pensamiento. Pues podía sentir como salía lentamente de mi, solo para entrar de una fuerte y profunda estocada.

—Hmm estás tan apretado —lo escuché susurrar en mi oído.

Sus labios comenzaron a chupar los míos, en un beso tan descarado como excitante. Sus manos se encargaron de apretar mis muslos con fuerza y polla comenzaba a entrar y salir con mucha más brusquedad. Obligándome a enrollar mis piernas en su cadera.

Mis gemidos volvieron a hacerse presentes en el lugar. Y yo ya solo podía rogar por más.

Su boca y la mía no dejaban de buscarse. Nuestras lenguas se enrollaban con aún más descaro que antes.

—Mierda... —lo escuché gruñir aún en mis labios— voy a venirme como me sigas apretando así.

~ Adentro, que lo haga adentro ~

—Hazlo adentro —chille mientras volvía a comerme su boca.

Mis paredes se abrazaban con fuerza a su gran polla, la cual dada a su tamaño llegaba a causar un pequeño ardor dentro de mi. Un ardor que me hacía delirar y soltar palabras sin sentido.

Mi boca únicamente soltaba jadeos y más cuando tocó ese punto en mi, el cual me hizo venirme con el mejor orgasmo que había tenido. Y a los momentos sentí como era llenado por una sustancia caliente y espesa.

Joder estoy tan lleno.

Luego de unos minutos él comenzó a salir lentamente de mi, y al hacerlo su hambrienta mirada recorrió todo mi cuerpo.

—Más —gemí sin ser consiente hasta que lo dije.

—Eres tan insaciable.

Y de un ágil movimiento, él me dio la vuelta. Dejando todo mi culo a su merced.

Y como antes lo había hecho, volvió a entrar en mi. Volvió a entrar sin siquiera avisar, y esta vez tocando mi punto dulce desde el principio. Ese delicioso punto que me hacía perder la poca cordura que aún conservaba.

—¡Ah! —gemí fuerte mientras me aferraba con fuerza a las sábanas.

Y a partir de ahí, todo se nublo, dejando como único pensamiento, lo mucho que deseaba que aumentara la velocidad. Algo que él hizo sin siquiera saber que era lo que yo deseaba.

~ Más ~

Sus manos se aferraban con fuerza a mis caderas, mientras las embestidas seguían dando en mi punto, llegando a estimularlo más de lo requerido.

Mi cara estaba apoyada en la almohada, la cual ya estaba mordiendo yo. De mis ojos solo salían lágrimas más gruesas que las anteriores, pero estas ya solo eran por el deseo puro.

Mis manos en ningún momento dejaron de apretar esas sábanas, es más, la fuerza comenzaba a subir con cada estocada. Con cada mordida en mi cuello. Con cada beso húmedo que daba a mi boca o a mis hombros.

Mi culo estaba alzado ante él. Algo que Vegetta no desaprovechó, pues rápidamente comenzó a azotar aquel punto tan placentero. Dando azotes cada vez más fuertes.

—M-Más... —gemí apenas, pues cada vez me costaba más encontrar mi voz. O mejor dicho, cada vez me costaba más no gemir en cada letra que soltaba mi boca.

Su mano volvió a tomar mi cabello con brusquedad, haciendo que yo tuviera que levantar mi cabeza, solo para sentir su otra mano agarrando mi cuello con fuerza, llegando a ahorcarme un poco. Y no sabía si era por la constante estimulación o por la falta de oxígeno, pero si antes veía las estrellas: ahora sin duda podía tocarlas.

Y en un momento yo ya me encontraba sentado encima de él. Con la espalda pegada a su pecho, mientras saltaba en su polla.

Voy a venirme otra vez.

Una de sus manos tomó mi polla, comenzando a masturbarme al mismo ritmo de sus estocadas. Su otra mano viajó a mi boca, otra vez follandome con sus dedos.

Y mis ojos ya solo miraban el techo. Mis manos inquietas apretaban mis pezones, como él lo había hecho antes.

—V-Vegetta —gemí sin soportarlo— v-vuelve a ser mío —volví a gemir— vuelve a mis brazos.

Y temí cuando su respuesta tardo en llegar, pero a los minutos esta llegó junto a unas embestidas mucho más fuertes.

—Aquí estoy chiqui, y nunca me iré.

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Vuelve a mis brazos [Rubegetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora