Cambio de planes

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Ignoraba a los hombres y a la mujer con los que me había topado, no me interesaban sus nombres, ni porque estaban solos ni nada, pero me lo estaban contando igual.

No soy una chica borde, tan solo que me aburro rápido de lo que me cuentan y tiendo a irme, pero en ese momento, estaba atada de manos y piernas, así que poco iba a poder hacer además de escucharlos.

-¿Por qué estás aquí?- me preguntó un chico más joven de pelo claro.- ¿A qué clan perteneces?

-A ninguno, lo que pasa es que no soy tan idiota de echar a perder una chaqueta pintándola con ese estupido escudo.- respondí de forma fría, a decir verdad, era de la única manera que hablaba.

El chico me miró con desprecio, seguro que si hubiera estado él solo me hubiera dado un puñetazo.

-¿Y esperas que nos creamos que una cría ha cruzado medio país ella sola?- preguntó la mujer, por la forma en la que hablaba, tan segura de lo que decía, debía ser la lider de esta pandilla.

-Tengo diecinueve, lo que pasa es que soy bajita.- conteste mirando ahora a la mujer.
Es cierto que soy mayor de edad, pero mi metro sesenta y cinco no me ayudaba demasiado.

El hombre de barba estaba sentado sin decir mucho más, mientras otro chico estaba mirando mi mochila.

No iba a decirle nada, total, no me iba a hacer caso.

Mire por la ventana en la que estaba apoyada, estábamos aproximadamente a unos tres pisos de altura, si saltaba posiblemente sobreviviría si no fuera porque aquí mis secuestradores tenían armas de fuego.

-Oye,- dijo el chico que estaba revisando mi mochila.- tiene un móvil con batería.

Los demás se acercaron dejándome sola, yo tan solo los mire con mi mirada fría, mientras me desafía de las cuerdas. De pequeña tenía juegos extraños.

-¿Cómo es posible?- preguntó la mujer.

-No hay electricidad...- comentó el chico de pelo claro.

-Se que no hay electricidad.- dije detrás del chico, haciendo que diera un salto, apartándose, dejándome coger mi móvil y mi mochila, guardándolo dentro.- Pero soy lista y puedo conseguir cosas que otros no.- añadí mirándolos, viendo sus caras de confusión, después sin darles tiempo a decir nada más, me di la vuelta y me dispuse a salir del edificio.

-Quieta ahí.- ordenó la voz de la mujer detrás de mí, haciendo que me girara, encontrándome con el cañón de una pistola apuntándome.

Mire primero la pistola y después a la mujer levantando una ceja.

-¿Cómo lo has conseguido si no hay electricidad? Y déjate las tonterías o te vuelo la tapa de los sesos.- Dijo la mujer con el arma cargada.

-De los postes de luz que hay entre las ciudades.- Conteste mirándola sin quitar mi cara fría.

La mujer se quedó unos segundos sin decir nada al igual que las personas de atrás. Después bajó el arma sin dejar de mirarme con cara seria.

-¿Cuántas ciudades has viajado tú sola?- me pregunto seria.

-No lo se, unas cuantas.- respondí sin apartar la mirada.

La mujer volvió a guardar silencio mirándome, como si intentara descifrar qué estaba pensando, aunque en realidad poco podría haber descifrado, tan solo pensaba en cuánto tiempo me tendrían respondiendo preguntas absurdas.

-Hagamos una cosa, niña,- empezó a decir señalándome con el cañón del arma.- nos acompañaras hasta el sur, hasta el clan de la sierra. Después podrás hacer lo que quieras.

La miré parpadeando mientras pensaba, me dirigía en dirección contraria, hasta la valla metálica del norte, pero si respondía que no seguramente me volaría la cabeza con el arma con él que me apuntaba.

-Está bien, os acompañare.- respondí asintiendo ligeramente.

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⏰ Última actualización: Mar 02, 2021 ⏰

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