Llamada

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Aquella noche, como todas, Manuel llamó por telefóno a su novio antes de dormir. Como eran una relación a larga distancia desde hace tiempo, esa era la única manera que tenían para sentirse cerca. Y aunque era consuelo de tontos, al menos era algo más gratificante que no tener nada. Después de todo, cuando recién empezaron su relación, apenas y el internet les alcanzaba para que cargara el Skype. Al menos ahora las llamadas de WhatsApp y el chat de facebook les cargaban aunque fuera con los datos móviles del plan del celular.

Ciertamente, era mejor que nada. A Manuel le calmaba escuchar la voz de su novio antes de domir: Apaleaba su insomnio y a veces, aunque no lo hiciera, lo mantenía en paz durante las noches. En tanto, Juan Pedro ponía todo de su parte para ayudarlo a dormir. A veces le cantaba, otras veces, le decía cosas bonitas hasta que escuchaba el tenue ronquido de su novio a través de la llamada, y se reía para sus adentros, como un niño pequeño y travieso, cuando lo oía ya quejarse y balbucear entre sueños. 

Pero la tecnología no sólo ayudaba a acercarse de esas formas inocentes. Abría la puerta también a los únicos momentos de intimidad que podían permitirse, así tuvieran que hacer un gran esfuerzo mental para que la imaginación lograra ponerse por un momento como reemplazo del calor humano. Aunque no era tan difícil ser imaginativo cuando se llevaba mucho tiempo deseoso de intimidad sin concretar nada: La abstinencia al sexo  hacía que las provocaciones más pequeñas de uno al otro se acabaran convirtiendo en un pequeño juego a través de la llamada. 

Por miedo, ninguno de los dos enviaba alguna foto muy explícita. Más que nada, porque nunca se sabía cuando uno podría perder el celular o que alguien lo revisara. Lo máximo que veían del otro, era alguna foto de sus torsos desnudos o en traje de baño. Pero eso bastaba. Los dos, como si fueran un par de pubertos, se enrojecían de vergüenza y sudaban al ver al otro, y con cuidado, como si fuera algún secreto imposible de revelar, escondían aquellas fotografías en alguna carpeta con clave. 

Por eso, y aunque no era más seguro en ningún sentido (y menos aun cuando ambos vivían en casas con paredes bastante delgadas, en la misma casa que sus madres y hermanas), sólo se permitían aquellas llamadas en medio de la noche. Con los cerrojos bien cerrados, con las ventanas también cerradas y cubiertos hasta las orejas, murmurando cuidadosamente todo lo que deseaban concretar cuando pudieran verse frente a frente.  

Y aunque Manuel disfrutaba de la voz acelerada de su amado en la llamada, tal cual la disfrutaba al oirlo cantar. Y Juan Pedro se dejaba llevar, intentando que su imaginación fuera capaz de traerle por un segundo a la mente el rostro de su amado Manuel, todo eso no era más que un pequeño escape. Un jueguito de niños que, aunque daba satisfacción y ayudaba a que la noche fuera más ligera y a despertar más feliz a la mañana siguiente, siempre tenía ese aire de lejanía y añoranza... Aquella sensación de que aun faltaba tanto para por fin conocerse, tocarse, abrazarse. 

Porque desgraciadamente, la vida los había puesto demasiado lejos uno del otro. 

SmutChallenge [MexChi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora