Había frio esa noche. Estaban en la oscuridad y sólo al calor de la leña apagándose en una débil fogata. La soledad del lugar se tornaba incomoda de pronto.
Muchas veces la pareja de amigos no se hablaba, pero siempre había cierta conexión entre ellos independiente de cualquiera ocasión. Sin embargo, ese momento parecía más frío que otros. Estaban solos porque de pronto la vida así lo quiso y los nervios se hacían visibles en sus rostros, pese a que llevaban tanto tiempo conociéndose y viviendo con sonrisas esos momentos de intimidad.
Probablemente era producto de las malas noticias de la tarde anterior y de la expresión triste en el rostro de Manuel. Cuando Juan Pedro lo miraba, a veces sentía que estaba viendo a un hombre de tomo y lomo, y no así al muchacho de diecisiete años que él conocía, a su amigo, más bien, su mejor amigo.
De repente, lo sentía diferente. ¿Qué es lo que tanto le afligía? Ciertamente no había algo de lo que alegrarse al enterarse de que la vida se encargaría de separarlos. De repente Juan Pedro le decía que iba a comprometerse y que tal vez retornaría a México con la futura novia. ¿Cómo sonreír entonces? Sin palabras para consolarlo, acarició sus hombros y lo atrajo hacia su cuerpo con cariño en un intento de contentar a este, aunque fuera un poco, pero lo que obtuvo fue un tosco empujón.
Manuel lo miró a los ojos. No quería hacer evidentes sus celos y la rabia, pero se atrevió a mirarlo. Su mirada estaba llena de valor. Como si llevara mucho tiempo queriendo mirarlo tal cual y con la misma rabia que lo miró entonces.
Probablemente fue el silencio que reinaba entre los dos lo que los llevó a mirarse un rato más. Fue algo incómodo pues no acostumbraba a ponerse así. Los ojos de Juan Pedro llenos de tristeza y los de Manuel llenos de ira y decepción se iban transformando en desesperación. De pronto, sin previo aviso, la tensión subía y la vista de Manuel descendía, para mirar los labios de su amigo.
Sólo bastó un segundo para ver su boca y estirar su mano lentamente hacia su rodilla, acariciando esta misma por encima de la tela de su pantalón, mientras que su amigo, quieto, observaba su actuar sin oponer resistencia y sorprendido de lo que hacía. Se sentía contento con el estremecedor tacto de sus manos.
Juan Pedro detuvo entonces las caricias, golpeando su mano, dándose cuenta de lo que este hacía. Manuel, por un segundo, quedó ahí en silencio, en seco y avergonzado por la respuesta de su amigo. Sintió un deseo terrible por escapar de ahí, e instintivamente retrocedió, apartándose de él, temblando, y apretando las manos en el suelo, como tomando impulso antes de salir huyendo.
Fue sólo cuestión de segundos para que Juan Pedro le tomara la muñeca, antes de que huyera y lo acercara hacia su cuerpo, haciendo que la mano de este tocara su pecho, justo en la apertura de su camisa, haciéndolo frotar su mano en su pecho.
La mano de Manuel estaba tiesa al principio, rígida de timidez. Pero, a medida que Juan Pedro liberaba cada vez más confianza decidió aventurarse y, con su propia voluntad, tirar a Juan Pedro desde su camisa para acercarlo a su boca, aplastando sus labios con los de él con desesperación.
Con dificultad y falta de aliento, entre un beso y otro sus ropas fueron saliendo. Las camisas blancas perdieron botones y se mancharon junto al resto de sus ropas que se esparcían por el suelo.
Semidesnudos, sus pies descalzos pisaban la tierra llena de piedras y cenizas de la fogata. Fue entonces que Juan Pedro tomó el liderazgo y deslizo su boca por el cuello de Manuel, mientras lo empujaba hacia abajo, obligándolo a recostarse en el suelo.
Arriba de una de sus prendas. Sabía que podría ser incómodo, pero su compañero no protestó por nada y, por el contrario, se dejó hacer, cayendo rendido al suelo, apoyando las manos en este y enterrando los dedos en la tierra.
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SmutChallenge [MexChi]
FanfictionAhora sí, gente. Me comprometí a hacer los 30 días del smut challenge.