6. Susurros descuidados

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«Dicen que los chicos buenos van al cielo... pero los chicos malos te traen el cielo»




—Gracias a la línea de tiempo formada por Megumi, descubrimos que la primera desaparición ocurrió hace veintidós años, un hombre que trabajaba como agente de la policía, buena salud y rodeando los treinta —dijo Maki, leyendo el informe en sus manos—. La policía no lo relaciona con los casos recientes, pero Megumi y yo sospechamos que el o los responsables empezaron su ataque en ese tiempo.

—Eso es mucho tiempo —dijo Yuji—. Si se tratara de una persona, actualmente debe ser alguien mayor.

—Por la forma estratégica con la que se mueve, es razonable. —contribuyó Toge—, también da más puntos a que se trate de un grupo por la duración de los delitos, como la pandilla Kamo, no sabemos si las víctimas tuvieron algún altercado con ellos.

—Es cierto —dijo Nobara esta vez—, las pandillas siempre involucran a gente inocente en sus trabajos sucios, resulta razonable tenerlo en cuenta, además, antes del caso de la desaparición del policía, no ocurrió nada inusual en el pueblo, solo fallecimientos naturales, me parece extraño que la policía no lo considere.

—Eso explicaré ahora —continuó hablando Maki—. La primera muerte ocurrida de manera misteriosa considerada por la policía, fue la de una joven estudiante de la academia Sugisawa, hace cuatro años, se sospecha que va de la mano con las cinco desapariciones de estudiantes en esa misma fecha.

Todos en el Club de Ocultismo recordaban esas desapariciones: para resguardar la seguridad del pueblo, la policía había otorgado toque de queda durante todo un año, prohibiéndole a la gente salir por las noches, esto disminuyo bastante el número de casos; sin embargo, los trabajadores comenzaron a quejarse sobre la medida impuesta, alegando que algunos de ellos necesitaban trabajar en ese horario. Finalmente, la policía había acabado quitando el toque de queda y los asesinatos continuaron.

Ese año también había sido cuando Megumi abrió los ojos ante lo que ocurría en el pueblo. El caso de los estudiantes había causado tanta indignación que la mitad de los pueblerinos se habían rebelado contra la familia Zen'in, la cual no ayudo mucho en esa ocasión. Megumi recordaba a personas lanzando objetos a la casa y rompiendo la reja de entrada, además de otro tipo de disturbios: había empezado a cuestionarse el porqué el pueblo se enfadaba con ellos, el porqué su familia no hacía nada, el porqué las personas lo miraban mal en la calle... todas esas preguntas habían surgido en su cabeza, y una vez había alcanzado cierta madurez, Megumi entendió la situación.

A causa de esto, Megumi había tomado el peso de su apellido, entendiendo que la familia Zen'in no era como cualquier otra familia: ellos mantenían la responsabilidad de preocuparse del cuidado del pueblo con el estatus que se le había otorgado durante décadas, solucionando conflictos ya sea económicamente o en esta oportunidad, velando por la seguridad de los pueblerinos. En pocas palabras, que los Zen'in dieran la espalda a Sugisawa era un acto intolerable.

—En la actualidad tenemos dos casos que congenian entre sí, el granjero y la costurera —Maki pasó la hoja, deteniéndose por unos segundos—. De los cuales ninguno es considerado como un factor en común, por lo que Megumi y yo sospechamos que la policía oculta información.

—No sería una sorpresa —comentó Nobara.

—Es bastante probable que sepan más de lo que ponen en los informes públicos —contribuyó Toge—, o son partícipes de lo que ocurre, o lo hacen por alguna otra razón, quizás para no alterar a la gente: gran parte de los homicidios son horrorosos, ¿y si algunos ni siquiera pueden ser mencionados?

No era una mala posibilidad, desde que Toge había oído de la muerte de un hombre: amarrado de manos a la espalda y colgado de los pies en uno de los árboles del bosque, que no dudaba que los casos podían ir empeorando, y para su mala suerte, así sucedió.

Missing my loverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora