El Odiar a una persona cambia algo ¿?

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-Ha-ha-hace un f-frio de malandrines- tartamudeo el chico de orejas que traía puesto una caffarena de color amarilla-.

Toda la ciudad estaba empapada en nieve, tan blanca que no parecía creíble, los pobladores de esa ciudad tenían una extraña preferencias a los vehículos de transporte individuales, créanme, les daba pereza caminar, asimismo, estos eran muy afortunados.

- !Un mendigo! ¡Un mendigo! - clamaron al susudicho de caffarena amarilla-.

El misterio de gritos se aclaró cuando me di cuenta que atrás de mi había unos par de estudiantes así como sus padres al lado.

-Maldito vagabundo, porque mejor no te largas al sitio que perteneces-.

-No eres más que un peste sin Dios que cree solo en sus suelas mal cocidas-.

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Estaba cansando de que me traten así, todo lo que me habían dicho hace unos segundos destrozaba a mi humilde autoestima, todos son unos engreídos...

Los odio.

El zapatero y el diablo [Mikellino] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora