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Al salir de la regadera con extremo cuidado de no moverme muy rápido—ya que mi cuerpo aún se sentía agarrotado por el "accidente"— me miré al espejo suspirando ante mi reflejo.

Tenía un débil circulo morado en un lateral de mi rostro, cerca de mi ojo; mi piel estaba un poco mas pálida de lo normal haciendo resaltar las ojeras oscuras producto del insomnio que me causaban esas pesadillas tan extrañas.

Toqué mi labio inferior que conservaba una muy notable cortada y arrugué la nariz ante eso.

Mis brazos y el resto de mi cuerpo estaban peor, con cardenales morados por todas partes que debía esconder a toda costa sino quería que me bombardearan a preguntas.

Normalmente, usaba camisetas mangas largas, jeans o sueteres holgados y era una suerte que fuera así.

Antes de salir de mi habitación con mi mochila en mano, tomé mi gorro de lana favorito y me lo puse en la cabeza mientras entraba a la sala de estar, encontrándome a mi hermano enfundido en un traje formal mientras revisaba unos papeles en el comedor y los iba guardando en su maletín.

—¿Estás lista?—inquirió volteando hacia mi, sonriendo.

—Como tú jámas podría estarlo, te ves radiante—él me guiñó un ojo acomodándose el saco con arrogancia.

—Yo nací listo, preciosa—rodé los ojos—a diferencia de ti, que no dejas de usar prendas de abuelita desde la primaria.

Reí sarcasticamente.

—Muy gracioso.

—Hablo en serio, ¿cuándo vestirás como la hermosa adolescente que eres?—alzé un hombro restándole importancia al tiempo que él cerraba su maletín.

—No tengo razón para hacerlo...

—Tú eres la razón principal para ponerte bonita, anna—dijo con firmeza acercándose a mi lugar—y ni siquiera tendrías que esforzarte mucho para lograrlo, ¿te has visto a un espejo?

Suspiré desviando la vista. No quería seguir hablando de eso.

—¿Nos vamos?—lo incité lanzándole una mirada de ruego.

—Ahora que lo pienso, no eres asi desde la primaria—fruncí el ceño ante sus palabras—te convertiste en esto desde que papá murió y marcus llegó a nuestras vidas.

Tragué saliva.

—No seguiré hablando de esto—dí media vuelta antes de que él me tomara del brazo y me obligara a mirarlo.

—Anna, la muerte de papá nos afectó a todos y sé que piensas que ese hecho fue el detonante de toda la tormenta que la siguió, pero no es así—evité mirarlo a los ojos, ese tema me dolía en lo profundo—ni siquiera el destino merece que lo culpemos por eso, porque todo tiene una razón de ser. Buena o mala, las cosas pasan por algo.

—Pues yo no he visto que pase algo bueno—repliqué con un nudo en la garganta—hasta ahora, todo ha sido un desastre, James. ¿No te das cuenta?

James sacudió la cabeza, frustrado.

—Y por favor, no hablemos de esto—susurré con la voz temblorosa.

Él me miró pesaroso.

—En algún momento vamos a tener que hacerlo.

—Pues este no es el indicado—me liberó de su agarre suavemente y suspiró.

—Está bien—susurró dirigiéndose a la puerta y abriéndola para mi.

—Por cierto...—dijo mientras salíamos al pasillo y caminabamos hacia el elevador—¿No encontraste una manera de... Ya sabes, cubrir ese moretón en tu rostro?

Rojo Sangre ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora