Eran once cuarenta de la noche y debido a sus problemas para consultar el sueño aún se encontraba dando cuentas en su cama. Cuando su mente empezaba a nublarse, suspiró profundo y abrazó esa gran almohada a su lado. Creyó estar en un momento de absoluta paz, hasta que esa melodía particular resonó en la habitación le hizo despegar la cabeza de la almohada y con su brazo extendido lograr alcanzar ese dispositivo.El nombre en la pantalla se repitió mil veces en su cabeza antes y después de incorporarse y caminar completamente desganado, quizá disgustado también hacia la puerta de su hogar. Recogió una manta y la colocó sobre sus hombros y la sujetó con ambos brazos. El sonido de las gotas estrellándose contra el piso fuera de la comodidad de su hogar disfrazaban el de las pisadas de sus pies descalzos que se detuvieron al estar frente a la puerta.
—Zoro... ¿Tenías que...? —Balbuceó introduciendo la llave y girando la perilla casi por completo. — Es casi media noche... ¿Qué te sucedió en la cara? — Levantó la cara después de tallar sus cansados ojos un momento, lo primero que alcanzó a ver fue el rostro de su amigo, que reflejaba frustración pura en ella. Él estaba empapado por la lluvia, con ambos puños cerrados a sus costados, con su teléfono en una de ellas.
—Mi pareja y yo... hemos discutido un poco.
—¿Se han agarrado a golpes...? Vamos, no te quedes ahí —Murmuró con torpeza, aún no despierto del todo. Se movió un poco hacia su izquierda y abrió un poco más la puerta para permitirle el acceso a su compañero. —Cuéntame que ha pasado. Te traeré una toalla.
Zoro dejó que su abrigo se deslizarse por sus hombros después de haber dejado sus zapatos empapados en la entrada. Caminó descalzo hacia sofá no sin antes encender la luz de esa habitación. Sanji volvió con una toalla como lo prometió y se quedó a su lado, no quería verlo a la cara pero sabía de la expresión de preocupación en su rostro. Permitió que Sanji le quitase la camiseta y le colocase la toalla encima, cubriéndole la cabeza también.
—Zoro... — Suspiró su nombre con preocupación pero Roronoa no le respondió. Peinó sus cabellos revueltos hacia atrás y talló sus ojos arenosos cuando vió a Zoro apoyar sus antebrazos en sus rodillas mirando al suelo.
—Sé lo que vas a decirme... pero no estoy de humor para escucharte. —
—Ya lo sé. — Se incorporó del sillón, acomodándose la manta que llevaba en los hombros.
—Puedes volver a dormir. Me las apañaré bien solo. —
—De acuerdo. — Bostezó. — Sé bueno. Te daré una paliza si dejas un desastre en mi cocina. — Escuchó a Zoro suspirar cuando él comenzó a alejarse caminando hacia las escaleras para volver a su habitación. — Marimo... quédate el tiempo que necesites
—Te lo agradezco. — Fue lo último que escuchó de él antes de volver a su habitación y meterse de nuevo en su cama.
Al día siguiente, cerca de las diez de la mañana se levantó de la cama y mientras caminaba escaleras abajo esperó ver a Zoro aún dormido en el sillón, quizá con una o dos botellas de alcohol. Su sorpresa no podías ser mayor al no encontrarlo ahí, se había ido temprano por la mañana y no había quedado rastro de él en ese lugar.
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The artist's hands
FanfictionSe limpió las lágrimas del rostro, estaba cansado de llorar por el amor de ese hombre que no tenía ojos para él y seguía arrastrándose por la atención de la que él pensaba "la mujer más maravillosa del mundo", no estaba dispuesto a seguir sufriendo...