04. Sunflower

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-¡Ha-Hanako! -se sorprendió. Acto seguido, aclaró su garganta-. Ejem, digo... Hanako-kun.

-Ho-hola.

-Ayer te busqué por doquier, pero no te encontré. ¿Te sucedió algo? -preguntó con el ceño fruncido, intentando fingir demencia.

-Eso no es a-asunto tuyo -intentó hacerse el duro, sintiéndose en realidad avergonzado. Apretaba el girasol escondido detrás de él, estrujando su sombrero con su mano libre.

-Sí que lo es. Yo soy tu asistente, y debo saber qué es lo que te ocurre, ¿o no?

-T-tampoco es como si tuvieras que saberlo todo.

-¿Qué es lo que te pasa? -insistió, colmando su paciencia. Hasta ese momento, no se había percatado que Hanako escondía algo detrás de su espalda.

-¡N-nada! -tembló tratando de esconder la planta más posible.

-¡Hanako-kun! ¡Déjame ver! -reclamó, irritada por completo caminando hacia él. Terminó por arrinconarlo hacia la pared.

La expresión de Hanako cambió a una juguetona, acompañada de una sonrisa burlesca. -Estás muy cerca, daikon -mencionó a modo de burla, entrecerrando sus ojos.

Yashiro se sonrojó ante el comentario. -¡No soy un daikon! -Aprovechó el momento de distracción del otro y le arrebató lo que llevaba entre manos.

-¡Yashiro!

-¿Un girasol? -dijo con desconcierto-. ¿Ac-aso es para... m-mí?

Hanako no se atrevía a mirarla a los ojos, limitándose a asentir con un notorio sonrojo en sus mejillas.

La mente de Nene hizo un "clic" y ahí entendió todo, sonriendo con dulzura.

-Yo te gusto, y por eso es que habías estado evitándome, ¿no es a...

Hanako la besó sin más ni más, interrumpiéndola. Ella abrió sus ojos como platos, atónita ante lo que estaba sucediendo. Él la tomó de la mano, entrelazando sus dedos con los de ella. Nene atinó a cerrar sus ojos y a corresponderle, dejándose llevar y tratando de acompasar su ritmo con el de él. Y de un momento a otro, se separaron.

Por su parte, ella se mantuvo quieta, sin mover ni un pelo, con el semblante color carmesí, a la vez que parpadeaba varias veces. Él la miró juguetón y nuevamente una sonrisa burlesca se dibujó en su rostro. Acto seguido, se acercó a su oído.

-¿Te gustó, daikon travieso? -susurró Hanako con picardía.

-¡Cállate, tonto! -respondió exaltada. Segundos después, besó su mejilla.

Hanako le sonrió con dulzura y plantó un beso corto en los labios ajenos. -¡Te veo después! -Y salió corriendo por la puerta del lugar.

«Realmente lo quiero».

***

En la no muy larga lejanía, Kou los observaba a escondidas, con su corazón un poquito desecho y cuyos ojos se encontraban vidriosos.

«¿Por qué él y no yo?», se preguntó hacia sus adentros.

sunflower | hananeneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora